Capítulo 10: Familiaridad.

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Débora ya había terminado de leer el libro y lo devolvió a su lugar, y tenía que irse antes de que sea muy de noche, así que se despidió de Melody y empezó a caminar por las frías calles, hacia mucho frío y tuvo que ajustar más la capucha que cubría su cabello, mientras caminaba algo o más bien alguien tropezó con ella haciendo caer su mochila, al menos ella no había caído, confundida, miro a un chico casi parecido a ella, con el pelo dorado como el de ella pegado a su rostro, ojos azules como él mar y rostro perfilado con largas pestañas, un poco nerviosa, cerro los ojos y los volvió abrir con más tranquilidad y se soltó de aquel chico que no paraba de verla, pero no era él único, dos chicos atrás de él, la miraban fijamente y eso podía nerviosa a la chica, se fijó que uno tenía su mochila y se la extendía y ella Sonriendo la aceptó, aquel chico también le sonrió, con un poco menos de nervios hablo.

-Lo... Siento, no me fijé donde iba, gracias por no hacerme caer...-la manera en la que la miraban le incómodaba, las personas la miraban siempre con desprecio y odio así su persona y ella ya estaba acostumbrada a esas miradas, pero cuando alguien como esos chicos la miraban, como si fuera lo más hermoso que les haya pasado o un tesoro, le incómodaba, pero tampoco se los diría, sentía que sus miradas se le era familiar, pero no encontraba en sus recursos alguna evidencia de ello.

En cambio Gabriel estaba feliz, había encontrado a su hermana mucho antes de lo pensado, pero lo que lo ponía triste era que ella no lo recordaba, en cierta manera le dolía mucho saber que no recordaba esos momentos juntos, pero no podía dejarse vencer, sólo tenía que hacerle recordar quien era y quien fue.

-No te preocupes, yo fui, él que no se dijo, lo lamento mucho pequeña.- y ahí fue cuando algo en aquella chica se encendió, como si un fuego apagado, ahora estuviera encendido, sin darse cuenta, abrazaba aquel chico que con gusto correspondía aquel abrazo, se alejó sonrojada y nerviosa, no estaba acostumbrada a ser cariñosa con extraños, pero la verdad era que no sentía que eran extraños, sino que ya los conocía, pero la pregunta era: ¿De donde? ¿Porque ella era así con ellos?¿Que fueron de ella, que ahora no recuerda?.

Un chico venia cruzando la calle con tranquilidad, miro aquella chica y sonrió como gato de Alicia y fue hasta donde ella y la miro coqueto, pero miro mal a los hermanos quienes estaban serios y cruzados de brazos, aquel chico, agarro a Débora quien se dejó llevar y juntos partieron, no sin antes quitarle la mochila a Miguel, quien estaba con la boca abierta y serio, ahora también tenían que lidiar con un hombre lobo quien llevaba a Débora Sonriendo y hablándole mientras la chica, lo escuchaba y disimuladamente se fijaba en aquellos chicos, hasta que los perdió de vista.






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