190 días antes

28 0 0
                                    

-¡Kelsey, maldita zorra, ven a mover tu precioso culo aquí! -Maggie, mi queridisima amiga grita desde la otra punta de la casa de los Jones. El tipo más adinerado, puso su casa para la ultima gran fiesta de fin de verano. Tengo que admitir que mi nivel de alcohol aún no sobrepaso los límites, pero el de mi amiga sí, y eso va a ser un problema cuando la tenga que llevar a su casa. Recuerdo exactamente sus palabras: "Kelsey, entre las dos, tu eres la mas responsable. Si me ocurre algo, tu tienes la culpa de todo" Y son tan ciertas.

Somos amigas desde los diez años, siempre fuimos muy diferentes, ya sea física como mentalmente. Ella es una rubia despampanante, y yo soy morena. Ella tiene unos senos gigantes, y yo unos pequeños. Ella tiene grandes caderas, y yo soy estrecha. Ella mide un metro setenta y dos, y yo uno sesenta. Ella no estuvo internada en un psiquiátrico dos años, y yo sí. Ahí esta la diferencia.

Me río y voy a la cocina a buscar algo de beber. Sorprendentemente, se han terminado todo, y solo encuentro latas de cerveza vacía.

-¿Buscas algo de beber? -me pregunta una voz masculina. Doy la media vuelta y encuentro a un muchacho, bastante atractivo. Nunca lo he visto, pero teniendo en cuenta que estuve ausente durante dos años, hasta hace tres dias, es entendible. En su mano derecha tiene una lata de cerveza cerrada, y en la izquierda un cigarro. Me ofrece la cerveza y la cojo con total confianza. Abro y la bebo.

-Gracias. -apunto.

-¿Cuando te mudaste? Nunca te he visto por aquí -le da una calada a su cigarro y suelta el humo a un costado.

-He estado de viaje dos años, y vine hace tres dias.

-Oh, que bien. ¿A dónde has ido?

-Francia.

-Lindo país, eh. -bebo, y me limpio los labios con mi mano. Él se acomoda la chaqueta azul de jean.- Yo hace un año he venido aquí. Mi tio es dueño de la estación de servicio, es hermano de mi padre.

-La conozco. -digo.- ¿Tu de donde vienes?

-De Seattle, es un lugar bastante movido a comparación de aquí.

-Sí, es bastante tranquilo y aburrido, pero con el tiempo te acostumbrarás. -agacho la mirada.

-¿Cuál es tu nombre? -pregunta.

-Kelsey.-deja descansar el cigarro en su boca, y me tiende la mano derecha.

-Un gusto Kelsey, yo soy Finn -le correspondo el saludo y sonrío. Él hace lo mismo. Demonios, este chico me encanta. Me encanta la forma en que acaricia su cabello, o cuando se relame los malditamente sexys labios.- ¿Vamos a bailar?

-Si, claro.

Me coje de la mano, y me lleva al salón en donde todos estan bailando descontroladamente. Empezamos a movernos.

Recuerdo la frase filosófica de mi amiga: "Más te vale ligarte a alguien esta noche, recuerda que aparte de que sea la fiesta de fin de verano, entre las dos, es tu fiesta de bienvenida a este asqueroso pueblo." Y decido hacerle caso. Voy a ligarme a Finn, cueste lo que cueste. Aparte digamos, que no creo volver a verlo jamás, aunque como dice el dicho "Pueblo chico, infierno grande" Bah, que se pudran todos en el infierno. Ya fue suficiente la presión que ejerció este pueblo sobre mi y mi madre. No estoy para sobrellevarlo más. Haré lo que se me plazca.

Me acerco a Finn y le rozo mi trasero en su entrepierna, él hace lo mismo. Nos reímos.

-Oye Finn -grito en su oído, debido al fuerte sonido de la música- ¿Vamos arriba?

-¿Para que? -pregunta y arruga su entrecejo, se le ve tan tierno. Sonrío y creo que él capta la indirecta, porque me sonríe sin mostrar sus dientes, lo cual ha hecho eso toda la noche.- Oh, ya entiendo.

Lo cojo de la mano y subimos las escaleras. Abrí una habitación pero me encontré una escena un poco incómoda. Dos hombres y una mujer rubia, totalmente desconocidos, estaban manteniendo relaciones sexuales. Repugnante, sobre todo por la mujer. Cierro rápidamente y rompo en carcajadas, al igual que Finn. De un momento a otro el me coje por la cintura, plantandome un beso en mis labios. Lo agarro por el cuello, atrayendolo más a mi. Acaricio su suave cabellera, y él hace lo mismo, pero con mi cintura. Me encanta que me toquen la cintura, diablos.

No se como, pero ingresamos al diminuto baño y empezó a acariciarme los senos. Se deshizo de mi remera, luego de mi jean. Yo hice lo mismo, pero dejé su boxer puesto. En ningún momento dejamos de besarnos. Él desabrocha mi brasier y toma uno de mis senos, acerca su boca y los empieza a lamer. Gimo. Acerco mi mano a su entrepierna y lo empiezo a acariciar. Vale aclarar que ya no soy virgen, lo perdí cuando mi mente se perdió sola.

Volviendo a la acción, Finn se quitó los boxers rojos y con su mano izquierda metio su dedo en mi. Que bien se siente, mierda. Necesitaba esto. En el momento culminante, que estuve esperando durante dos años, abre la maldita puerta un chico negro, con anteojos y pelo afro. ¡Maldito negro!

-Uh, disculpen hermanos. -cierra, pero ya ha acabado con toda la emoción. Me bajo del lavamanos, Finn me alcanza mi ropa y empiezo a cambiarme. Decepcionada por este momento.

No dijimos nada, solamente salimos por la puerta, y nos perdimos entre toda la gente. No lo volví a ver, y él tampoco a mi.

Amor en tiempos de OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora