184 días antes.

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Hoy es uno de esos días en los que no sabes como te sientes, si triste, enojada, feliz, o con hambre. Lo único que quiero es estar acostada en mi cama, mientras miro el viento correr por la ventana y escuchar musica. Me paro frente a ella y visualizo a Finn caminando por la calle. Tiene puesta su chaqueta de jean, una remera blanca que lo ajusta a la perfeccion, un pantalon negro, y botas. ¡Que sexy! Él no se percata que lo estoy mirando y es mejor así, porque seria una pena que me mire en este horrible estado de sabado por la mañana.

Cletus entra por sorpresa a mi habitación y se avienta a mi cama.

-Perro pulgoso. -le digo y él me mira con esos ojos saltones. Gira un poco la cabeza para la derecha y saca la lengua.- Eres lindo Cletus, pero no te quiero.

Acaricio su cabeza.

-Ojalá pudieras entender todo lo que te digo. -suspiro y me siento al costado de Cletus.

***

-¡MAMÁ VOY A DISCULPARME CON MAGGIE, YA VENGO! -grito mientras salgo de la casa.

Camino dos cuadras a la casa de Maggie pensando en las palabras correctas que le diré. Toco la puerta. Me abre la señora Harrison, mamá de Maggie. Ella siempre esta con una sonrisa en el rostro y de muy buen humor, lo que me parece totalmente falso porque, seamos sinceros, ¿Quien podría estar siempre feliz? Al menos que su marido le de siempre sexo, pero seria mentira porque tiene como unos cincuenta años, y su amiguín no debe funcionar correctamente.

-¡Kelsey, que sorpresa! -me abraza- Estas tan grande... Y cambiada.

-Lo se, ¿Está Maggie? -pregunto y me asomo un poco- Necesito hablar con ella.

-Claro, pasa, pasa.

Entro a la casa y subo las escaleras hasta la habitación de ella. Toco dos veces y escucho un "pase". Ingreso y la encuentro acostada en su cama leyendo un libro, Romeo y Julieta para ser exacto. Me observa pero vuelve la vista a su lectura. Cierro detras mio la puerta.

-Oye, -digo y me siento al costado de su cama- Necesitamos hablar.

-No quiero. -pronuncia enojada.

-Vamos, no seas orgullosa que ese papel lo ocupo yo. -se le escapa una pequeña sonrisa pero la borra.- Ya enserio, no quiero estar así contigo y quiero pedirte disculpas por mi desagradable actitud.

-Kelsey Ryder me esta pidiendo disculpas, graben este momento por favor. -bromea- Debes sentirte muy mal, creo, por lo que hiciste.

-Sí, un poco.

-Acepto tus disculpas.

La abrazo.

-Gracias Maggie, eres la mejor.

Nos pasamos la tarde hablando, pero no le conté lo sucedido con el profesor Whitman, de hecho, ella no lo sabe porque creeria que soy una puta, y eso no es cierto. No lo soy.

Volví a mi casa alrededor de las seis de la tarde, tomé un baño de agua caliente para aliviar la ansiedad, y me acuesto en mi cama con el objetivo de conseguir sueño, aunque eso no sucederá porque son las seis y media de la tarde. Demonios. Deseo que sean las diez de la noche y dormir.

Mi madre entra a mi habitación y se sienta en la silla del escritorio.

-Kels -la miro- Habia olvidado por completo que el doctor nazi, como lo llamas tu, me ha recomendado que cuando estés aqui, vayas a un psicologo para contarle lo que tu quieras. -revoleo los ojos- Ya he llamado al consejero y el lunes, despues de clases, tienes que ir.

-¿Lo has llamado sin siquiera avisarme?

-Yo sabía que ibas a negarte.

Bufo.

-Okay, después de clases iré. -sonríe y se retira.

Lo único que espero, es que ese psicologo no sea igual que el que tuve en el centro medico. Me trataba como una niña de cinco años, incluso me obligó a hacer dibujos, representando a mi familia. Los hice, y cuando ya habia terminado dijo que mi calidad de dibujante es excelente, por lo tanto, queria que lo dibuje. No acepte y me retiré de la sala en la que estábamos. Quizá el estaba más loco que todos los que estaban allí.

Amor en tiempos de OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora