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—yo quiero jugar final fantasy.
fruncí el ceño, no me gustaba mucho ese videojuego, prefería mil veces jugar call of duty, o alguna otra cosa que implicara el aire libre, aunque sabía que eso nunca se iba a poder hacer, porque siempre que vengo a casa de raúl, es para encerrarnos en su pieza.
—eso es aburrido.
frunció el ceño y se hizo el indignado.
—ya no somos amigos.
me aguanté una risa, intentado hacerle una broma.
—¿y lo éramos? —abrió la boca mientras seguía con las cejas arrugadas, yo me acerqué a él para revolver sus cabellos. —era broma, gruñón.
—eres tonto.
miró a la ventana, ya se estaba haciendo de noche, pero yo pensaba en quedarme a dormir en casa del pelinegro, así que no había problema alguno con que se apagara el cielo tan pronto.
podríamos hasta ver las estrellas.
—tengo que cambiarme la ropa, que es del colegio.
se levantó de la cama soltando un suspiro, yo lo seguí con la mirada mientras tenía el mando en mis manos para poder elegir un juego decente, pero mis sentidos se atontaron y mi corazón se quiso escapar al momento de verlo desabotonándose la blusa.
willy cálmate.
vi su delicado torso desnudo, pálido, delgado, tan hermoso como poder acariciar las nubes, tan intocable como el paraíso, quería acercarme a él para poder profanar aquel hermoso ángel que tenía a mis ojos, y perderme en esas encantadoras galaxias que creaban sus lunares.
los quejidos mientras se ponía su ropa con dificultad, pues le quedaba un poco pequeña, les hizo a los hormonas revolotear, por lo que, con la cara roja, salí corriendo del lugar.
—¡v- vuelto en dos segundos!
le di un golpe fuerte a la puerta cuando la cerré, y repose mi espalda baja en esta una vez salí de la habitación.
raúl me está haciendo cosas raras en mi interior.
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