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los niños jugaban, revoltosos, yo suspiré, me hubiese gustado que mi niñez fuese así, pero poco a poco sentía que me estaba volviendo muy maduro para la edad que tenía, ¿quién a los quince años se pone a hacer las tareas en recreos?, todo porque mis padres me crearon correcto.
me gustaría profanarme un poco, pero me era imposible.
un balón llegó a mis pies, era de fútbol, me acordé cuando le alcancé el balón a raúl, en ese entonces era chiquito.
ahora, también.
—e- eh —giré mi rostro hacia el origen de la voz, un niño aún más pequeño que auron, me estaba hablando. —guillermo.
era de tez pálida, textura delgada, y barbilla definida, podría asegurar de que tenía a lo menos trece años, por lo que se me hizo tierno que se comportara de una manera tan tímida.
—dime.
hablé con naturalidad, no quería que se pensase que era intimidante, incluso, estaría bien tener un amigo.
—la pelot-
lo que iba a nombrar el chico de mejillas sonrosadas, fue pateado por el pelinegro en cuanto llegó a donde nosotros, lo hizo con tanta fuerza que cayó al otro lado de la cancha. el chico se fue con el ceño fruncido, corriendo hacia allá para que no se le volviese a perder.
—no seas celoso.
dije mientras resolvía la suma de fracciones, hasta el día de hoy se me hacía difícil el mínimo común múltiplo.
—no lo soy, coño, sólo quería silencio.
esbocé una sonrisa en cuando lo vi nervioso, lo sabía porque comenzó a jugar con sus pies en la tierra, creando dibujos que no podía ver debido al ángulo de mi vista.
