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mi cuerpo por poco y se quebraba en cuanto vi en una esquina del pasillo a un raúl envuelto en lágrimas, los sollozos no los escuchaba porque los ahogaba en su garganta, pero sus ojos llorosos me hicieron correr hacia donde se encontraba.
acaricié sus mejillas, las limpié de cualquier lágrima que alguna vez se paseó por ellas, besé su frente, intentado calmar los pensamientos que le atormentaban, y por último, lo envolví en un cálido abrazo, para que el frío no enfriara su actitud.
—¿qué ocurre?
me separé de él luego de unos segundos, sus labios igual de quebrados que sus ojos, temblaban como si fueran gelatina, estaban rojos como cerezas maduras, lo que me daba más pena, se los estuvo mordiendo un buen rato para callar sus llantos.
—m-me gusta alguien, pero no me corresponde.
tragué saliva.
tensé mi mandíbula para que mi sonrisa no se torciera y se hiciese una amarga mueca.
cerré mis ojos para que no se diese cuenta del ardor que me estaba provocando.
—no seas llorón, raúl.
me levanté junto con él, pero no dejé que en ningún momento pudiese verme de cerca el rostro.
mis facciones de hombre destrozado eran notorias.
—el amor es así, tarde o temprano te dejará a gustar —giré mi vista en dirección a la sala. —o te corresponderá.
caminó en silencio hacia el aula que nos tocaba, no me esperó, caminó con la cabeza en bajo mientras yo empuñaba mis manos, intentando no golpear un casillero.
no podía, yo no era así, debía respirar hondo, pero dolía, ardía saber que raúl no me quería.
pero era tan obvio, sólo que yo nunca lo quise ver.
mi amor por raúl nunca fue ni será correspondido.
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