Efímero。

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Efímero: Aquello que dura por un período muy corto de tiempo.


Era una noche estrellada.
La fogata crujía sus maderas, crecía y bajaba la llama, pero lo único que no bajaba eran las ganas de acercarme a él.

Le llamamos, ¿Amor a primera vista? O, ¿Calentura instantánea?

Éramos un grupo de 5 personas, yo era la única mujer, y por suerte tenía una tienda de acampar solo para mí.

Tres días eran de esa excursión, mi padre me obligó a ir, según para que saliera de mi encierro, pero es que yo no me aburría de eso, tenía Internet, aire acondicionado, películas, libros, comida, ¿porque querría ir a que me comieran viva los mosquitos? que me pique algún bicho raro o peor aún ¿perderme?
No, no, ese no era mi plan, pero bueno, aún tengo 17 y mi papá manda.

Bueno ya divague mucho, el caso es que era mi instructor, un tipo de unos 25 años. Lo deseaba tanto desde que lo vi, eran tan varonil, tenía barba de candado, cuerpo trabajado y una sonrisa genuina que fue lo que más me gustó.
Por primera vez me encantó la decisión de mi papá. Estaba eternamente agradecida.

Era la primera noche, platicábamos historias de terror, la mayor parte del tiempo me la pasaba observándolo y apartando la miraba cuando él volteaba. Me sentía nerviosa, ansiosa, quería hablarle pero, tenía pena mucha en realidad.

La hora de dormir llegó, eran como la 1 de la mañana y me moría de sueño, fui la última en entrar a mi tienda, él también, la verdad no quería irme, su sola presencia me llenaba de algo, no se que era.

Zara, ¿tienes un momento?

Me quedé helada, a un paso de meterme a mi tienda, voltee despacio y lo mire.

Si, dime.

Susurre tímidamente.

Pero ven, acércate...

Susurro también el, y sentí que nos envolvió un aura extraña, llena de tensión.

Di cuatro pasos y me quedé como media metro de sana distancia.
Ja.
Alert Covid19.

He notado, como me miras, como te sonrojas cuando te hablo o peor aún cuando me acerco te siento temblar.
¿Que tienes que decir en tu defensa?

¿Qué podía decir? ¿Que me atraía como cual Imán?
Tuve una pizca de valor y decidí enfrentarlo.
Total, ¿Que podía perder?

Tu virginidad, pendeja. Me dijo mi subconsciente.
Seee y así fue.

Lo enfrente, le gustó mi valor y me cogió, no lo mal entiendas, me cogió de la mano y me llevo cerca de un árbol.

Mientras los demás dormían él y yo divagamos en las estrellas y me hizo verlas, sucumbimos el deseo carnal, me hizo sentir una llama más fuerte que el de la fogata, respiramos el olor a hierba húmeda, y la tensión se disipó.

Los dos días seguidos fue lo mismo.
Ir a esa excursión fue de las mejores cosas que me pudieron haber obligado.

Ramé. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora