Wabi sabi: Encontrar belleza en las imperfecciones.
*
—Pensé que te gustaba... - susurre temblando del llanto, moqueando con los ojos hinchados.
—¿Crees que dejaría todo lo que ella me da por ti? Fuiste algo pasajero Ingrid.
—Entonces las palabras, las cosas que me decías al oído no eran verdad.. fui solo tu juego, siempre ha sido ella, ¿verdad?
—Si, ella es hermosa, tiene unos ojos hipnotizantes, un cuerpo de ensueño, ¿de verdad crees que eres competencia para alguien como ella?
Comentó con una sonrisa de suficiencia.
Reí con pocas ganas y arme el poco valor que me quedaba para decirle mi verdad.—Entonces si ella es perfecta, porque vienes aquí, haces que te haga las cosas que ella puede hacerte, ¿Porqué vienes a buscar conmigo algo que tu novia te puede complacer? ¿Porque buscar afuera lo que ella te puede dar?
¿Que acaso ella no es suficiente para ti?El frunció las cejas, negó, se veía confundido ante mi declaración, como si no diera por hecho que yo tuviera razón, porque vamos, ¡claro que la tenía!
Me insinuaba y restregaba en la cara lo magnífica que es su novia, tanto en personalidad como en la cama.
¿Entonces porque venía a mi?Reconozco que yo no era hermosa, tenía un cuerpo común, aún sufría por el odioso acné, y no tenía una nariz de la cual me sintiera orgullosa.
¿Entonces que veía él en mi?
Porque en realidad estaba media oxidada en el aspecto del sexo.Mi único encanto era mi forma de ser, estaba segura que yo conquistaba más por mi personalidad que por mi apariencia, pero a chicos como él le impresionaba más una chica despampanante.
Entonces las preguntas volvían a mi..
¿Estaba encaprichado conmigo?
¿Era un pasatiempo?
¿Que carajo pasa por su cabeza?No me contestó nada cuando le dije eso, simplemente dio la vuelta y se fue.
Me dejó sola y pensando miles de cosas en mi mente. Era horripilante el deseo que tenía por el, me consumía a menudo, era mi kriptonita.
Yo estaba consciente de la existencia de su novia, y aún así me deje envolver con él, caí en su juego de placer y me llevo al lado oscuro.Tres días pasaron y el se apareció delante de mi, confieso que tenerlo cerca me hacía temblar, al verlo deseaba tenerlo siempre conmigo, aunque él no me perteneciera.
¿Acaso estaba mal de la cabeza?
¿Desear a un chico ajeno?
Aunque él no ayudaba mucho si seguía apareciéndose así en mi vida.Se acercó lo suficiente para rozar nuestras narices, con una mano acarició me mejilla y con la otra tomó mi cintura, me empujó sutilmente a la pared y yo suspiré con los ojos entrecerrados.
Me tenía mal, muy mal, su roce prendía en mí hasta la más mínima célula, mis poros se erizaron al tal punto de besarlo, empujándolo a la cama, no me podía controlar lo deseaba tanto que me dolía, me dolía el alma.Lo bese apasionadamente, mordiéndole sus deliciosos labios, el en cambio acariciaba mi espalda, subía y bajaba sus manos, me tocaba como si fuera una obra de arte, delicadamente. Pero yo no quería ternura, yo lo quería a él en modo acción, lo quería arañándome, mordiéndome, saboreando mi piel desnuda.
Me separe unos segundos y lo mire, él estaba agitado, jadeando como cual persona en el desierto, y tuve los ovarios para preguntarle varias cosas.
— ¿Sigues con ella?
El asintió.
—¿Alguna vez la vas a dejar?
El dudo, pero asintió.
— ¿Piensas en mi cuando estás con ella?
El asintió.
—¿La amas?
Él tardó, pero sorprendentemente negó con la cabeza.
—Tenía que alejarte de mi, eso incluía decirte todas esas cosas, lo intento Ingrid de verdad intento amarla, pero me es imposible, tú estás en mi cabeza todo el tiempo.
>>Y se que no te merezco y no esta bien lo que estamos haciendo, somos incompatibles y eso está mal.
Me desconcertó su declaración. En cambio él exhalo como si decirlo le costará un maratón, cerré los ojos, la llama que había encendido en mí se apagó.
Estaba claro que él no la iba a dejar, también era claro que lo nuestro es sumamente incorrecto.
No teníamos elección ni salida.No podíamos ser él y yo contra el mundo, porque este mundo nos iba a juzgar.
Eramos vecinos, casi hermanos según nuestras madres, pero caímos en un bucle, el vernos desde pequeños, convivir, experimentar, las hormonas hacían de las suyas, y nosotros sucumbimos esa pasión.
Que nos hayan catalogado de hermanos postizos no era del todo bueno, crecí con esa idea, pero a los 17 años mis ideas hacia él cambiaron, el me cambió.
El jugar y dormir en la misma habitación cobro factura, las tantas pijamadas que teníamos fue la excusa perfecta para estar acostados uno a lado del otro, bajo la luz tenue de la ventana, nos miramos a los ojos, y así un torpe beso llevo a lo que tenemos ahora.
¿Podremos salir de esta? ¿Seguiremos pecando los dos en la oscuridad y a escondidas de la familia?
Espéralo en el próximo capítulo.
Bye.
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Ramé.
RandomEsto es algo que es caótico y hermoso al mismo tiempo. Son varias historias, en fin, un mierdero.