Pensamientos contradictorios perturban mi mente, amenazantes como daga de doble filo, que apuntaba firme en dirección a lo desconocido, anunciando que se avecinaba lo inevitable y sin querer escapar de ellos yo me sumergia aún más profundo en las incesantes ganas de correr, correr más allá de lo que mis ojos conocían, más allá del pasto verde de los campos, mucho más allá de los páramos escarbados y poco conocidos a los que me adentraba en mis tardes de ocio. Más lejano que las rigurosas fronteras de aceptación de mi ignorante madre.
Tenía todo lo que necesitaba para partir: disposición y unas ganas incontenibles de ir a través d lo inexplorado que me tentaba como uno de los peores pecados, y eso era, un gran pecado o como lo llamaría mi querida madre: una equivocación y tachado como todos lo habían acordado sentados en la mesa del comedor: una falta de fe y una enorme deshonra para mi familia católica, cosa q yo no tomaba en cuenta, lógicamente, porque a pesar de hacer sido la muchacha sumisa y obediente desde mi nacimiento, en mi interior habitaba esa fiera que deseaba pisar terreno nuevo, que deseaba ir a conquistar horizontes que estaban más allá de los ideales educacionales y culturales por los cuales me había regido durante mi corta vida; doctrinas que ya no lograban sostener mis ansias de libertad. La adolescencia como decía mi madre había calado en mi de forma muy profunda e incontrolable, provocando que unas irrefrenables ganas de descubrir lo que había más allá de mi rutina ocuparan mi cerebro en el día a día.
No lejos mis progenitores de estar equivocados, era una hija ingrata y desagradecida que habiendo vivido felizmente debajo de la protección de su techo, ahora alzaba las alas a un vuelo del que no había retorno y aunque lo hubiese considerado como opción, luego de mi inadvertida fuga, mi orgullo jamás caería ante semejante incomprensión. Analizando, lo justo sería su consentimiento, pero cansada de persuadirles para su aprobación y siendo ésta negada tantas veces y de forma tan rotunda e inexorable me vi obligada a ceder ante mis impulsos de volar como la pequeña avecilla silvestre que era y sin estar a la espera de despedida partí como la desconsiderada primogénita de los Lewis que era. Sin decir adiós, ni dar pista de mi falta de presencia hui de todo aquello que me ataba a lo estable, no me pregunten como, sólo lo hice. Con sólo una mochila, ni siquiera tenía una maleta, mi madre jamás lo concidero necesario y dado el hecho de que nunca salíamos de nuestra casa tampoco lo vi razonable gasta éste momento. Pero la simplicidad de mis posesiones ahora me parecía oportuna y más lógica, ya que lejana a contar con abundantes accesorios y ropa, todo lo que tenia ocupaba el perfecto espacio de la estrecha mochila que conformaba mi equipaje. Sin nada más que la pequeña mochila que cargaba en mis hombros, los gastados zapatos que calzaban mis pies juveniles y mis bolsillos vacíos a falta de presupuesto me encamine a mi poco sensata idea de un nuevo comienzo en otro lugar lejos de la feliz existencia que me sostenía en el campo. Luego de tomar el único autobús que pasaba por la vía que atravesaba el lugar donde vivía, en la madrugada y sin saber donde sería mi parada me senté con calma en uno de los asientos observando con detenimiento a todos los pasajeros he imaginando lo que ocultaban tras sus posturas indescifrables, que vida les aguardaba y que los oprimia. Había un señor viejo recostado en una de las ventanillas a tres asientos delante de mi, sus harapos estaban sucios y rasgados, imagine que era un mendigo, tenía el cabello canoso qur le llegaba en rolos hasta la nunca, parecía dormido, en calma, me transmitió una sensación de calma inexplicable, de seguro cualquiera que lo observara sentiría lástima, pero yo sentí calma porque a pesar de no tener futuro aparente el descansaba en total quietud, a la espera de algo que solo el sabía y pensé que de eso se trata la vida, d lanzarte al vacio y dormir con que la certeza de que hoy estas en tu propio camino t abrace, sin importar cuanto dinero llevas en tu cartera o si la ropa que vistes es la mejor (No hay vestiduras que oculten el alma). A el parecía no preocuparle nada y eso fue lo que sentí al verlo, no me sentí preocupada y mucho menos arrepentida toda de mi decisión. Es cierto que lo tenía todo y no debía ser egoísta deseando algo más, y no lo hago, porque yo no voy en busca de dinero; voy en busca de cambio y oportunidad de tener mis propios días, de ser dueña absoluta de mis acciones y de tener el derecho de cargar con mis errores por graves a sean, de eso se trata, no de lo que haga y la forma en que lo haga, sino de como me sienta con cada decisión que mi alocado proceso de crecimiento me proporcionaba. Estaba en mi leyenda y a pesar de que solo la incertidumbre era mi certeza no podía dejar de pensar qur no tenía nada que temer, más, tenía todo un mundo nuevo que crear, donde mis sueños tenían oportunidad de cumplirse y un sentimiento apacible me abrazó como nunca antes lo había hecho.
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Notas
SpiritualQuizás encontrarás en mis palabras, una compañía para tus pensamientos; todos estamos solos, pero es de nuestra elección hacer disfrute de nuestra soledad o condenarnos en ella. Estas son reflexiones que he escrito fruto de mis pensamientos y sentim...