X. Buenas noches.

2.8K 215 43
                                    

Estoy segurísima de que si alguien nos pillara en estos momentos todo se iría a la mierda. Es algo que sé con certeza, y creo que Denver también.

Ambos estamos al tanto de la locura que hemos llevado desde nuestras cabezas a la realidad. Ustedes mismos pueden alcanzar a dimensionar lo absurdo que resulta todo. ¿Lo más loco? Que no nos importa, y asumo que a ustedes tampoco.

No me importa en lo absoluto que alguien nos vea, que nos descubra. Con tal de ser capaz de disfrutar de unos pocos minutos a su lado, con tal de tenerle cerca, besarle e, incluso, simplemente conversar y reír por un momento; no me importa arriesgarlo todo.

— ¿Qué tanto piensas, eh? — Me pregunta Denver besando mi cabeza. Estamos, literalmente, echados en el suelo. Hemos corrido el sofá hacia adelante para ubicarnos entre él y la ventana que da hacia el exterior, quedando fuera de vista de quien sea que pueda asomarse por la puerta. Y así estamos; acostados en nuestra cama improvisada en pleno piso, estoy de espaldas a Denver, mientras me abraza y me cubre con su cuerpo.

— Nada importante, sólo tonterías. — No estoy dispuesta a romper la ilusión que nosotros mismos hemos creado. Conversar del tema sólo nos ahogaría en preocupaciones que no van al caso, la única manera de no hacer de esto un problema es terminarlo. No lo veo como opción.

— No pareces ser de las que calla para pensar en tonterías. — Responde risueño para comenzar a besar mi cuello. Siento un cosquilleo por todo el cuerpo. — Sobre todo si pensamos en que nunca te callas. — Continúa besándome, cada vez con más intensidad. Sé que se está comenzando a emocionar. Es maravilloso, y por lo mismo lo detengo. Por mucho que me duela hacerlo, me aparto de sus brazos y me volteo para quedar frente a él. A pesar de nuestro intento de escondite, estamos lo suficientemente expuestos como para ser descubiertos apenas perdamos la concentración, y, créanme, Denver pasando su lengua por mi piel y enterrándola en mi boca de manera intermitente no es la mejor manera de mantenerme concentrada. Dios, al parecer me ha tocado ser la responsable aquí.

— Como ya has notado lo mucho que me agrada hablar, ¿por qué no conversamos un poco? — Noto su rostro de absoluta confusión, es completamente adorable. Estiro mi mano para acariciar su mejilla, no puedo evitarlo. A pesar de que le he cortado el rollo y evidentemente no comprende por qué prefiero conversar en vez de comerle la boca, toma mi mano con una de las suyas y la acerca a sus labios para dejar un suave beso. La escasa luz que se filtra por la ventana se refleja en él, ayuda a resaltar sus ojos y los hace ver hermosos. Él lo es.

— Está bien... ¿De qué quieres conversar? — Suspira aún sin comprender, pero continúa dejando pequeños besos en el dorso de mi mano.

— Conozcámonos mejor. — Sugiero.

— Pues te digo que tengo una manera perfecta pa' conocernos mejor. — Se me abalanza encima y lleva sus labios hasta los míos. No puedo evitar responderle el beso entre risas. Él también ríe. Ambos lo hacemos con sinceridad y verdadera felicidad. Comienza a dejar besos por todo mi rostro, unos más babosos que otro. Y me quejo como si fuese una niña pequeña. El momento es perfecto.

— Vamos a hablar, Denver, por Dios. Contrólate un momento. — Empujo con suavidad su pecho lejos de mí, y aunque se resiste un par de segundos, acaba por ceder. Las risas se han convertido en sonrisas imborrables, y no sé si puedo recordar la última vez que me sentí tan feliz.

— Vale, vale. Vamos a conversar. — Se da unos golpecitos en el rostro para despabilarse y centra toda su atención en mí. — Pregúntame lo que quieras.

Y así es como, entre leves caricias, besos y risas, conversamos durante horas. Hablamos de nuestra infancia, de nuestras familias, de nuestros amigos, de nuestros sueños. Contamos anécdotas, nos reímos hasta el cansancio, hasta que no pudimos respirar con normalidad, hasta que fue imposible mirarnos porque el mero atisbo de sonrisa en el otro nos hacía retorcer y llorar de la risa.

— ¿Me estás diciendo que tú, toda pija así como te ves, fuiste echada de una discoteca por agarrarte a puñetazos con tres chicas más? — Me observa incrédulo. Al parecer me veía como una verdadera princesita.

— Te lo juro. Fue totalmente justificado, ellas me arrojaron sus vasos de vodka encima pensando en que le estaba coqueteando a sus novios. Algo que no tiene sentido, porque los nenes se veían incluso más imbéciles que Pablo. — Denver lanza una de sus peculiares risas y lleva su mano hasta mi cuello para comenzar a dibujar círculos con el pulgar.

— ¿Tan mal te cae Pablito?

— Es un idiota. — Respondo somnolienta.

Los primeros rayos de sol comienzan a filtrarse dentro de la habitación. Nos pasamos toda la noche conversando, no dormimos absolutamente nada. Bueno, es verdad que dormí durante la tarde de ayer, pero, ¿qué le puedo hacer, chicos? Soy un tronco.

Siento a Denver moverse a mi lado, pero ni siquiera soy capaz de fijar mi mirada en él. Mis ojos se cierran solos y y comienzo a dormirme poco a poco. Lo último que alcanzo a sentir son sus labios sobre mi frente.

— Descansa, cariño. — Creo que es eso lo que ha dicho. Intento responderle, pero ya estoy acabada. Qué cansancio. Buenas noches.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 14, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Bella Mia. | DENVER |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora