Papeles y lazos

44 2 0
                                    

En la mañana salieron rumbo a la mansión su día juntos había terminado.

Cuando llegaron a las caballerizas a dejar a un animado Caesar por haber pasado la noche al aire libre caminaron juntos tomados de las manos, la abrazó por la cintura en medio del jardín de la entrada y ella lo rodeó por el cuello con una sonrisa

- Nos hubiésemos quedado en la cabaña mínimo una semana entera

- ¿Y moriríamos de hambre?

- Podía pescar y cocinaríamos en una fogata o en la chimenea

- Su risita fue de diversión – me encantaría

Al girarse Madame Esther erguida y con disgusto acompañada por su doncella se dirigió a su sobrino

- Has perdido hasta el pudor y el decoro Bruno. Llegaste según tengo entendido hace dos noches y no te veo hasta ahora

- Lo siento mucho tía - beso su mano – he pasado el día fuera con mi esposa

- Alzó las cejas, pero no la miró – no estaré para el almuerzo, esta noche debemos hablar con urgencia voy de salida enviaré a alguien a avisarte cuando regrese – sin más les pasó por un lado y siguió su camino hasta abordar el carruaje

- Madame Esther está furiosa por el almuerzo aquel, desde ese día no se sienta en la mesa conmigo

- Frunció el ceño - esa actitud tiene que cambiar, te debe respeto

- Será mejor que dejes que con el tiempo quizá cambie su actitud, no me gustaría que discutieran por mí

- No se trata de eso Angy tienen que respetarte como mi esposa y a quien no le parezca será mejor que busque otro lugar para vivir. No permitiré que pases por soberbias ridículas como las de ese té y no creas que no me di cuenta que prefiere ignorarte

- Ya lo sé, pero ellos son tu familia no sabes cuánto daría por tener a mi familia otra vez o estar cerca de los Dustin... sólo está molesta Bruno, aprenderemos a llevarnos bien de ninguna manera quiero ser la causa de discusiones – iba a replicarle con alguna cosa, pero ella lo interrumpió – por favor, no arruinemos esto. Hazlo por mí – asintió acariciando su mejilla

Estaba sentado a mediatarde en su escritorio y frente a él había un cofre de madera pequeño. Suspiróy restregó su rostro con sus manos, a pesar de su entrenamiento militar darnoticias que afectaran los sentimientos de las personas no era su fuerte, laspalabras no lo eran. La puerta del despacho sonó y al dar el paso observó a ladoncella de su tía que entró para entregarle el recado. Estaba seguro de lo queella le diría la conocía muy bien y por su actitud de la mañana no le quedóduda tendría una discusión con ella. Después de dos toques entró a suhabitación y la encontró sentada en su sillón favorito muy seria

- Tía no sé qué....

- Bruno seré breve y directa. Quiero que mañana mismo saques a esa mujer de esta casa

- Frunció el ceño - espero que no se refiera a mi esposa

- Tu concubina querrás decir – se levantó con un papel en la mano y se acercó a él – desde el día después que se apareció contrate a un investigador para saber primeramente de adonde había salido y me encontré con que ni apellido tiene. Hace años cuando la vi descalza con aquellos harapos supe que lo que quería era enredarte. Hoy me llego el informe completo, estuvo de interna en el ala psiquiátrica de una base militar. No dice las razones, pero no me da buena espina. Trabajó de sirvienta en la casa de unos señores y en los libros de matrimonios celebrados ese año en que aseguras haberte casado no aparece, ni en París, ni en Bélgica el matrimonio entre ustedes. Tú no estás casado con ninguna mujer

Destinos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora