Capitulo 1

6.5K 431 63
                                    


El ambiente es escalofriante. El mar de gente se extiende hasta donde alcanza la vista. Aunque están todos en silencio, los oigo respirar. Puedo oír hasta el batir de las alas de los pájaros sobre nuestras cabezas. En mi nebulosa de dolor, dirijo la mirada al cielo. Hay un ave dando vueltas, el espectador con mejores vistas. Una urraca. Una única urraca.

Como dice la canción de cuna, una sola urraca anuncia dolor. Sé que es absurdo, porque yo nunca he creído en supersticiones, pero busco otra ya que la canción sigue diciendo que dos urracas anuncian felicidad.

No la encuentro.

No habrá felicidad.

Vuelvo a bajar la mirada al suelo y me centro en el sonido de mis pasos sobre el hormigón. Tengo la sensación de que retumban ruidosamente por las calles de la ciudad. El mundo nos contempla. Hay ojos mirándonos desde todos los rincones del planeta. El cuerpo del rey de Inglaterra se desplaza en una carroza fúnebre real, tirada por dos sementales ricamente engalanados. Mi familia y yo lo seguimos a pie. En silencio, muy serios, para que todo el mundo pueda ser testigo de nuestro dolor.

Han pasado nueve días, pero sigo sintiéndome entumecido, como si estuviera viviendo en una pesadilla que nunca acaba. Sé que estoy despierto porque no dejan de recordarme que esto es real. Todos me lo recuerdan: la multitud silenciosa, los constantes reportajes en la prensa y la televisión. El palacio de Claringdon repleto de autoridades, enviados especiales de medios de comunicación de todo el mundo, venidos para empaparse de nuestro dolor y transmitir desde Londres las últimas novedades sobre la muerte del rey y de su heredero natural. Y sobre una esposa y madre destrozada. Y un hijo y hermano resentido. Sobre un país en duelo.

Miro a mi izquierda y me encuentro a Tae con la vista fija en el recargado ataúd de nuestro padre y el rostro inexpresivo, aunque se le marca alguna arruga de resentimiento. Hasta aquí me llega el olor a alcohol que lo envuelve. El enfado le adorna el pecho como un escudo de armas. Lleva el traje arrugado, el pelo revuelto, tiene la cara cetrina.

Es el príncipe caído.

El hombre que nunca será rey.

Las lágrimas vuelven a asomarse en mis ojos y rápidamente clavo la vista en el suelo, obligándome a no derramar ninguna. No sé por qué estoy llorando. ¿Por lo que esta pérdida le supone a la familia? ¿Por lo que le supone al mundo? ¿Por lo que me supone a mí?
Una imagen de Jungkook me cruza la mente y se instala allí, nublándome aún más la visión. Una lágrima solitaria se me escapa y se desliza por mi mejilla y cae al suelo.

Me seco la cara bruscamente para impedir que otras sigan su ejemplo. Mi obligación es permanecer sereno mientras el mundo nos esta contemplando; no demostrar ninguna emoción, mantener la compostura.

Ya falta menos de un kilómetro. Pronto estaremos a salvo entre los muros de la catedral de St. Paul. ¿A salvo? No, en ninguna parte estaré a salvo. No hay ningún sitio donde pueda estar solo, en la intimidad. Toda la vida me he sentido agobiado, pero ese agobio resulta insignificante comparado con el de los últimos días. No puedo respirar y, por si eso fuera poco, la única persona que lograba que mi vida fuera tolerable se ha ido.
Si ya tenía las piernas pesadas, de pronto se vuelven como de plomo. Poner un pie delante del otro se convierte en un gran esfuerzo. Nunca había sentido una necesidad tan grande de que me consolaran y me dijeran que todo va a salir bien. Nunca había deseado tanto que un hombre me acogiera entre sus brazos y me protegiera de la crueldad de este mundo. Pero sólo me sirven los brazos de un hombre en concreto.

Y no puedo tenerlos.

Levanto la cabeza, como si pudiera encontrarlo entre la densa multitud. Evidentemente no lo veo, y el corazón me duele un poco más. La procesión se detiene y se oyen disparos. Me sobresalto y busco a Damon con la mirada. Está tranquilo. Señala hacia las puertas de St. Paul, donde veo dos hileras de soldados, con los cañones de las armas apuntando al cielo. Me calmo y espero a que mi madre se ponga en marcha para seguirla, al lado de Tae.

MI ALTEZA II: Mi Unico Rey ~KOOKMIN~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora