MI ALTEZA II: Mi Unico Rey ~KOOKMIN~

Capitulo 23

*Si hay algún error porfavor avisarme*

Por la mañana, no me siento mejor. He dormido como un tronco, pero me he despertado con un dolor de cabeza terrible. Tenía  una sensación muy desagradable en el vientre, que no se iba, una especie de presentimiento  que no podía quitarme de encima. Pude huir de él durante un rato, cuando Jungkook me bajó la ropa interior, me colocó de lado y me rodeó con su cuerpo. De un empujón de caderas, entró en mí y sus lentas y continuas embestidas me transportaron a un mundo para el que desearía tener billete sólo de ida. Pero, por desgracia, siempre debo regresar de mi refugio de paz y lidiar con este asqueroso mundo en el que vivo, manteniendo una fachada impecable. Me reprendí al darme cuenta de que estaba permitiendo que las preocupaciones me arruinaran el único momento de felicidad que iba a tener ese día; eché un brazo hacia atrás para agarrarlo por el pelo y me arqueé, respondiendo a cada una de sus embestidas.

Nos corrimos juntos. En silencio.

Tranquilos.

Él susurró que me quería y yo respondí dándole un beso profundo.
Permanecimos abrazados y creo que Jungkook también notó que algo no iba bien, aunque no dijo nada y yo tampoco lo hice.

Ahora, vestido con unos vaqueros y un jersey de punto grande, me  pongo los zapatos mientras Jungkook me espera junto a la puerta, sonriendo.

—Así vestido me recuerdas a la noche en que te escapaste y te plantaste en mi hotel.

Le devuelvo la sonrisa mientras me acerco a él.

—Me he escapado demasiadas veces desde que te conozco. —Le enderezo la gorra, simplemente por tocarlo, pues ya estaba recta. Doy un paso atrás y le pregunto—: ¿Listo?

—Sí.

Me mira como si quisiera preguntarme algo, pero no lo hace.

Abro la puerta y salgo sin comprobar si hay muros en la costa. Llegamos al pasadizo y voy abriendo camino. Con cada paso que doy hacia la puerta que liberará a Jungkook, siento que camino hacia mi perdición. Él avanza en silencio, igual que yo, y la tensión va en aumento. Cuando llegamos al final del camino, me vuelvo hacia él y le dedico un amago de sonrisa. Intento que parezca sincera, pero sé que no lo consigo.

—Me lo he pasado muy bien —es todo lo que se me ocurre.

Y el caso es que, dejando de lado la cena con mi diabólica familia, el resto ha sido muy agradable. Incluso cuando estuve perdido en mis pensamientos tormentosos al volver del comedor, la tormenta fue mucho más llevadera porque Jungkook no dejó de abrazarme en ningún momento.

Jungkook se acerca a mí con la preocupación grabada en el rostro. Odio ser la causa de su inquietud, pero no puedo evitarlo.

—Has salido de tus estancias como si nada.

—¿Cómo dices?

Señala con el pulgar hacia atrás.

—No has mirado si el pasillo estaba despejado antes de salir de tus habitaciones. ¿Por qué?

«Porque me da igual todo», pero no se lo digo. Y no es lo único que no le he contado. Y no debo hacerlo, porque si Jungkook se entera, se volverá loco de celos. Estoy en un estado emocional muy peligroso.

—Estoy cansado.

Es cierto. Lo estoy. Cansado de todo.

—Jimin, me estás asustando.

Normal, me estoy asustando a mí también. Jungkook me acaricia la mejilla con el pulgar.

—Cuéntamelo —me pide.