Capítulo seis.

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Tom se estacionó frente al hotel justo en el momento que un Harry salió de él con una sonrisa en los labios. El menor subió al vehículo y, saludando al ojiazul con un beso, empezó a cantar una canción de la radio.

Se veía muy feliz y a Tom le encantaba eso. Le encantaba cuando ese pequeño decidía empezar a cantar por todos lados como un pequeño pájaro, lleno de libertad, color y cariño.

Claro, el mayor no tardó en unirse al canto mientras manejaba hacia un pequeño restaurante que le encantaba. El lugar era algo conocido, pero su amigo era el hijo de los dueños, así que solía ser un hogar para él.

Se estacionó afuera del local y sonrió cuando Harry salió casi saltando del auto. Entraron al restaurante saludando a los empleados y eligiendo una de las mesas al lado de la ventana.

El lugar estaba algo lleno, pero no lo suficiente para no dejarlos elegir el lugar, así que Tom simplemente eligió ése.

—Se me antojaron unos huevos con pan —susurró Harry después de unos momentos de estar mirando el menú—. Hace mucho que no como eso.

—¿Huevo con pan? —preguntó Tom sorprendido— Es lo más típico para un desayuno...

—Sí, bueno, no en algunos países y mucho menos en los restaurantes a los que estoy obligado a ir porque mi representante planeó un cita con alguien —declaró poniendo los ojos en blanco—. Hasta me hace despertarme a las 5am para poder hacer toda una rutina antes de salir a desayunar a las siete.

Tom miró el reloj y rió por lo bajo.

—Vaya que estás destruyendo tus vacaciones —comentó. Eran las diez con doce, tarde a comparación a lo que el joven le comentó.

—Ya sabes, hay que aprovechar el momento —un guiño después y Tom simplemente se levantó para ir a pedir el desayuno a la caja.

El restaurante tenía la estúpida dinámica de hacerte pedir en caja tu comida, darte una ficha para la mesa y luego llevártela, era molesto, sí, pero las miradas que Harry le daba por lo lejos le hacían pensar que estar parado de cuerpo completo para él era un privilegio.

Intercambió unas cuantas palabras con Albert, su amigo, y volvió a caminar hacia la mesa con su chico, sin querer pasar ni un momento lejos de él.

Se sentó con tranquilidad y empezando a jugar con las manos de Harry con ternura.

La comida no tardó en llegar y Harry comenzó con su normal parloteo. Tom no sabía cómo hacía para comer y hablar tanto sin dejar la educación a un lado.

Era asombroso.

Su niño sí que lo era.

Ya había pasado mucho tiempo desde que Harry había estado a su lado, más del que pensó que tendría, y cada día tenía más miedo de que el ojiverde dijera que...

—Ya casi me tendré que ir.

Esa frase hizo que el mundo de Tom se detuviera, porque, si Harry se va, su vida se iría con él.

—¿Qué día? —cuestionó sin saber qué más decir.

—Se suponía que me tendría que ir desde la semana pasada —susurró, acercándose más al mayor, buscando un consuelo del frío que sentiría al estar mejor de él—. Lo he pospuesto mucho.

—No quiero que tengas problemas con tu empleo, Harry...

—Y yo no quiero alejarme de ti —continuó—. Te pediría que vinieras conmigo, pero tienes tus estudios y no sería capaz de pedirte dejar todo sólo por un deseo irracional.

—¿Cuándo regresarías?

El silencio respondiendo esa simple pregunta con tristeza.

—Hace dos años que no venía aquí —comentó, su voz parecía demasiado fina, como si pudiera romperse con cualquier fragmento de polvo, la sonrisa que había llevado todo ese rato se había desvanecido después de eso—. Vine porque mi trabajo concordó en visitar este lugar...

Dos años.

El corazón de Tom se hundió en su pecho. No quería estar tan lejos de su chico, quería abrazarlo, besarlo y hacerle el amor cada vez que pudieran. Quería gritarle al mundo que Harry Evans era suyo y que él era de Harry.

Tragó saliva.

—Hay varias formas de mantenernos en contacto...

—Sabes que no es lo mismo.

—¿Estás diciendo que quieres terminar esto? —la pregunta salió antes de poder pensarla. Tom no sabía qué le pasaba, pero su cerebro no tenía el reinado cuando Harry estaba a su lado.

Los ojos verdes se enfocaron en él y Tom no pudo descifrar lo que éstos le expresaban, pero sólo podía aclarar algo: Harry no lo quería dejar.

—Daré lo mejor de mí para regresar pronto —prometió, para regresar a su comida y dar el último bocado—. Pero debo decirte algo. Necesito hacerlo.

—Sabes que puedes contar conmigo, cariño —susurró acariciando la mano contraria.

—Promete no alejarte de mí o pensar en algo que no hayas pensado antes de eso —dijo con un pequeño nudo en la garganta. Tom lo notó, era difícil no hacerlo—. Promete que nada cambiará.

El mayor asintió, sonriendo antes de darle un beso en la mano.

—Prometo no hacerlo —murmulló—, ¿quieres seguir esto con un postre? Puedo ir por él...

Harry asintió, mordiendo su labio y colocando su mirada hacia la ventana, tratando de distraerse.

No sabía qué le iba a decir, pero suponía que todas sus preguntas serían respondidas y no sabía cómo reaccionaría, pero sí sabía que no se alejaría de su chico.

Miró el televisor que estaba cerca de la caja para distraerse mientras que Albert colocaba algunas cosas en la computadora y ordenaba un poco las fichas.

En la sección de chismes —sonó con claridad. De hecho, el televisor se escuchaba en todo el local—: Harry Potter ha atrasado su llegada a Estados Unidos, donde daría el primer concierto de su gira. Su representante comentó que había tenido unos problemas personales que todavía no resolvía y por eso se quedarían unos días más en Inglaterra...

Robert le dio su respectiva ficha y se despidió de él. El ojiazul simplemente sonrió y miró hacia su novio, quién se encontraba mirando la televisión con ojos abiertos, asustado.

Frunció el ceño y miró hacia el aparato. Un fragmento del último concierto que el artista había tenido se estaba reproduciendo. Se le hacía conocida esa voz, pero las cámaras no estaban enfocando su rostro en ese momento.

Miró de regreso al ojiverde, quien ya se había levantado para ir con él, pero no le importó. Regresó su mirada al televisor.

Un Harry le estaba cantando a un gran auditorio con una sonrisa en los labios. El público enloqueció cuando decidió guiñarle un ojo a una fan de hasta delante.

No pudo separar los ojos de ahí después de eso. Su Harry estaba ahí, entregado a un escenario, bailando y cantando mientras daba un show parecido a los que había hecho en la estación del tren abandonada.

—Tom, te quería decir antes...

El susurro fue cortado por un grito emocionado. Una chica se levantó de su mesa y corrió hacia Harry, mostrando su celular y diciendo algo de una foto.

A Tom no le importó.

No podía escuchar más que al televisor y la hermosa voz de Harry cantando.

El restaurante no tardó en convertirse en un campo de batalla para ver quién se podía tomar más fotos con el cantante mientras éste hacía todo lo posible para acercarse a su novio.

Pero no se podía.

La gente empezó a empujar a Tom más lejos de Harry mientras que el menor no podía hacer más que sonreír de forma rápida y caminar con dificultad.

Negó con la cabeza y salió del restaurante apretando la ficha con fuerza.

Evans.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora