—¡Aachís!
Levanté la mirada de mi libro al escuchar por décima vez en esa mañana los estornudos de Zoey.
No dejaba de resultarme irónico que ella estuviera en ese estado, considerando que era yo la que regresó mojada de pies a cabeza y se duchó de inmediato anoche. Aunque, según me había contado, lo suyo era más una pequeña alergia y ya había tomado su pastilla.
Al pasar otra página, la vi inclinarse de su posición para coger un pañuelo y, después de desecharlo en el pequeño tacho de basura con la cabeza de un cerdito rosa que estaba en el piso y que el señor Wright había comprado en una tienda japonesa, volvió a acurrucarse con su manta en el sillón más grande.
En el centro de la pantalla de la tv, la imagen se había paralizado y el porcentaje de carga avanzaba con lentitud. La velocidad del internet de hoy no era la ideal para mirar Netflix.
Zoey se talló, cansada, los ojos y dejó reposar su brazo derecho encima de su frente, suspirando exageradamente. Los mechones cortos y rizados de su cabello castaño con brillos dorados escaparon de su moño en cuanto volvió a mirarme.
—Ay, Kassie —se quejó una vez más—. Me siento mal... Acompáñame y mira una película conmigo.
—Estoy a cincuenta páginas de terminarlo —murmuré, leyendo de nuevo el párrafo de la anterior página, había perdido el hilo.
Se encogió en el sillón e insistió, esta vez apagando y encendiendo la tv con el control repetidas veces para ver si la señal regresaba.
No añadí más, enfrascada en mi lectura. Su insistencia no podría conmigo hoy. Ni siquiera ayer con la pizza logró persuadirme para tener nuestra maratón de películas. Lo que me llevó a recordar cuando se le cayó la rebanada de pizza de la impresión al verme llegar. El olor a cerveza no pasó desapercibido a sus fosas nasales e incluso Jordan, con las llaves de su auto en mano, me pidió que le dijera el nombre y apellido de la persona. Eso me hizo sonreír y, sin decir nada, me encerré en mi habitación.
Los tres libros lograron salvarse, por supuesto, sino yo misma habría regresado con el auto de Jordan y mi permiso de conducir en mano.
Y ahora, con un pequeño ardor en mis ojos por esforzarlos media madrugada, estaba empeñada en terminar este libro cuanto antes.
—¿Seguirás sin decirme qué ha pasado?
Volteé la página, concentrada.
—Ya pasó.
—Bueno, papá tendrá que insistir entonces. —Se puso de pie como si nada y fue a servirse un vaso de agua.
Si Zoey quería que le prestara atención, lo había conseguido.
Aún con la vista sobre el libro, no pude enfocarme y menos ignorar lo que dijo. Las líneas y párrafos se comenzaron a difuminar en las páginas y mis planes a medio trazo hicieron su aparición.
No solo evitaba meterme en problemas porque me resultara tedioso tener que hablar de ellos después, sino que también me aterraba la idea de que los Wright pudieran darse cuenta de la terrible decisión que tomaron antes de que yo tuviera todo listo.
Aunque lo de ayer era algo sin demasiada importancia, además del hecho de que no era culpa mía, sabía que esas situaciones "sin importancia" podrían comenzar a llegar una tras otra y convertirse en una totalmente irreversible.
«¿Qué tan cerca me encontraba de que eso sucediera?»
—¿Kassie?
Zoey me miró, con preocupación, de pie en el otro extremo de la sala, con su vaso a medio tomar en mano.
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Una historia de amor bajo la lluvia
Teen FictionAcostumbrada a esperar lo peor de las intenciones de las personas a su alrededor, Kassie Wright se preparaba para otro año igual al anterior, donde hará lo posible para no traer ningún problema a los Wright y se esforzará en obtener calificaciones a...