¿Como?

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- Ok, este es el plan, yo les lanzo un racimo de bananas recias y tú los atacas por la espalda, así con todos, no queremos que nos atrapen ¿Bien?- Explicó la albina.

Ya habían encontrado la guarida del Clan Yiga, solo les faltaba infiltrarse con la suficiente cautela para que nadie los descubriera.

Llevaron a cabo su plan con cada uno de los guardias del clan que se interponían en su camino, lo lograron aunque con el último guardia hubieron algunos problemas, los vió y llamó a un par de miembros del clan, pero pudieron con ellos.

Llegaron a una habitación pequeña y aparentemente sin salida.

- Ok, tú eres quién conoce cada rincón de Hyrule ¿Ahora qué?- Preguntó el rubio.

- Debe haber alguna clase de pasadizo...- La albina le arrebató la tableta sheikah al rubio y activó la runa de magnesis, una pequeña escotilla metálica se encontraba en la pared, la abrieron y salieron.  

Había un gran patio con un gigantesco agujero en el medio. Observaban, pero fueron interrumpidos por una voz reclamándoles.

- ¿Quién osa interrumpir mi sueño?- Preguntó irritado.

Miró de pies a cabeza al rubio y a la albina.

- ¿Acaso tú eres... A quien llevo buscando tanto tiempo? ¡Y justo apareces en frente de mis narices! Y con una amiga...- Dijo maliciosamente el tipo.

- ¿Quién demonios es usted?- Preguntó la albina mientras ponía una mano en el mango de su espada.

- Yo soy el maestro Kogg, lider del clan Yiga.- La albina soltó una risa.- ¿¡Qué es tan gracioso, niña!?

- Nada, solo que usted es muy... Gordo para ser el líder de este puñado de mercenarios.- Dijo la albina burlandose.- Ya se porqué mi padre rechazó entrar a este clan hace tantos años, no es convincente.

- ¿Tu padre? oh, tú eres la pequeña _____, parece como si hubiera sido ayer cuando te vi como una bebé.- Dijo el maestro Kogg con un tono de ternura y burla.

- Ya basta de charla, vinimos a pelear.- Dijo la albina mientras se ponía en guardia con escudo y espada.

- Yo los eliminaré.- Se burló el maestro.

Empezó la pelea, Link usaba de vez en cuando las runas de la tableta sheikah para devolverle ataques al maestro Kogg, la albina atacaba a sangre fría, hasta que el maestro se hartó.

- Ya me tienen harto, usaré con ustedes una técnica que solo los maestros del clan pueden usar.- Invocó una gigantesca pelota de metal con pinchos.- Oh, ya no los veo ¡Pero los destruiré con esto!

La albina miró al rubio y le giñó el ojo, seguidamente empujó la gran bola de metal con un dedo, esta empezó a rodar hacia el maestro y lo hizo caer al gran agujero.

- ¡Esto no se acaba así! ¡Mis aprendices los destruirán, se los juro!- Gritó mientras caía.

- ¿Aprendices?- Se preguntó el rubio con confusión mientras la albina tomaba el casco del trueno.

- Si, aprendices, pequeño rubio.- Anunció una voz desconocida.

Dos miembros del clan aparecieron frente a ambos viajeros, se quitaron las máscaras, dejando ver sus cabellos albinos y sus rostros.

- ¿Ethan? ¿Evan?- Preguntó atónita la albina.

- Hola querida hermanita.- Habló el mayor de los gemelos.

- P-pero, ustedes me abandonaron ¿Como pueden estar aquí y... Ser los aprendices de el maestro de un clan como este?- Preguntó la albina entre lágrimas.

- Te abandonamos pero ahora estamos aquí.- Habló el menor de los gemelos y la abrazaron.

La albina lloraba, pero apartó a sus hermanos bruscamente.

- No... ¡Ustedes son mejores que esto!- Gritó la albina.

- Claramente, pero, si quieres unírtenos, aún estás a tiempo, pequeña Margarita.- Le dijo cariñosamente Ethan, el mayor de los gemelos mientras le tendía una máscara del clan.

Pero ella la apartó de un golpe.

- ¡No me les voy a unir! ¡Papá estaba en contra de esto y ustedes lo sabían!- Gritó la albina entre lágrimas.

- ¡Papá está muerto, _____!- Gritó Evan mientras empujaba a su hermana al suelo.

Ella los miró con la cara llena de lágrimas y dolor, el rubio la ayudó a levantarse.

- ¡Si no estás con nosotros, estás en nuestra contra, maldita!- Le gritó el menor de los gemelos.

- Tranquilo, Evan, seguro que podemos llegar a un acuerdo con nuestra pequeña Margarita.- Dijo el mayor mientras empuñaba una espada demoníaca del clan.

- Solo papá me llamaba Margarita, no lo hagan ustedes, no son más mis hermanos.- Les rechazó la albina.

- ¿Sabes por qué te llamaba así? Por tu cabello blanco.- Le dijo dulcemente el mayor.- Que puede tornarse rojo si no llegamos a un acuerdo.

- ¿Me amenazas con matarme?- Preguntó la albina mientras lloraba.

- A ti o a tu amigo, tú eliges.- Dijo sadicamente el mayor.

- Link, tenemos que irnos, teletransportanos a cualquier santuario pero sacanos de aquí ya.- Le rogó en susurros la albina.

- ¿¡Que tanto están cuchicheando!?- Gritó el menor mientras les lanzaba una lanza, que falló el tiro.

El rubio apresuradamente marcó en la tableta sheikah un santuario y pulsó la opción de teletransporte, de inmediato empezaron a desmaterializarse en partículas azules, la albina miró a sus hermanos una última vez mientras lloraba en el pecho del rubio, y se fueron hasta el santuario de la Ciudadela Gerudo.
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In a rainy night (Link x Lectora) BotWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora