𝗢́𝗡𝗜𝗫 | 𝘌𝘴𝘤𝘢𝘳𝘭𝘢𝘵𝘢 #2

ℙ𝕒𝕣𝕥𝕖 𝟟

Sasuke

— Bienvenidos, primos míos —hablo el pelirrojo frente a nosotros.

Nakumi fue hacia él y le dio un pequeño abrazo, Taro luego de eso se dirigió a mi con los brazos abiertos.

No, no pensaba hacerlo.

— Vamos, Sasuke, somos primos —sonrió, bufé— yo se que quieres, no te hagas.

Mis ojos se dirigieron a Naku, ¿qué le veía de gracioso a esto?

Sin esperarlo sentí los brazos de Taro a mi alrededor, puaj, seguía recordarlo el día que durmió con Naruto semidesnudo y babeando.

Después de obligarlo a soltarme, Naku y yo entramos hacia el comedor mientras esperábamos la hora de la reunión.

— Creo que es la primera vez que hemos venido todos juntos —dijo ella.

Lucía feliz y así me gustaba verla.

— Note a Sarada algo incomoda con Ozuru —hable cuando nos sentamos— ¿pasó algo, amor?

Ella se sonrojó un poco por el apodo, no entendía porque si siempre le he dicho cosas así pero no podía negar que me gustaba verla como un tomate.

— Sarada no se siente cómoda aquí —respondió cabizbaja— desde que Nao mostró el Kekkei Genkai, me dijo que no quería volver a menos que sea contigo así que dejamos de venir.

Mire el reloj en la pared, aún quedaba media hora.

— Hablaré con ella.

Naku alzó la mirada sorprendida, bese su labios fugazmente y fui en busca de Sarada, después de hablar con ella, volví a tiempo para la asamblea.

Camine junto a mi esposa hacia la biblioteca de la mansión, una gran mesa circular estaba ahí junto a los líderes de los demás clanes.

— Bienvenidos Nakumi-chan, señor Sasuke —hablo uno de ellos, exactamente Zoka Maki, era el hermano menor de Kai, no tenía más de veinticinco años.

— Cuanto tiempo Naku-chan  —ese fue el inútil, Daiki Akiyama— y tú, Uchiha.

Mi esposa respondió por ambos y tomamos asiento en nuestros lugares correspondientes.

— Princesa Nakumi, hace mucho que no la veíamos por aquí, se le extraña —habló un miembro de la familia Hiromasa, podía notar el sarcasmo en su voz. El hombre era el mayor de todos los presentes, su cabello castaño y ojos amarillos eran característicos de su clan.

— Gracias Luzo-san —respondió Naku sonriendo— me alegra estar aquí, ¿usted pidió la asamblea, no es así?

El hombre se puso de pie.

— Así es —respondió— pero si más no lo recuerdo aquí debería estar el Hokage, el tercer líder y la princesa Hanae, más no usted, ya que renunció a su derecho y encima cambió de apellido, deshonrando a su familia.