ℙ𝕒𝕣𝕥𝕖 𝟚𝟠

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"— Solo los tomaré prestados, no te dolerá, nunca permitiré que tú sufras, volverán a ti con un pequeño regalo

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"— Solo los tomaré prestados, no te dolerá, nunca permitiré que tú sufras, volverán a ti con un pequeño regalo."

Las palabras del que parecía la voz de su hermano pero más ronca rondaban por la cabeza de Sarada mientras comía el ramen que su madre había comprado para ellos.

Recordaba que alguien le dijo eso pero no recordaba el rostro de la persona, solo que después de esas palabras, ella ya no tenía sus ojos.

— Mamá si yo le doy un ojo a Sarada —susurro Nao a su lado, él la estaba ayudando a comer— o ambos.

La culpa lo estaba carcomiendo por dentro.

— No seas idiota —dijo la pelinegra tratando de golpear a su hermano pensando que estaba a su izquierda.

— Frente a ti —habló su mellizo. Sarada dirigió su puño hacia al frente, no había nadie ahí, soltó un bufido— podría disfrutar esto.

Escucho la carcajada de su hermano y estampó su puño en su nariz, siempre estuvo a su derecha.

— Nao deja de molestar a tu hermana —Nakumi llamó la atención de ambos, se sentó al lado de su hija limpiando suavemente sus mejillas con una servilleta— ¿necesitas algo más, linda?

— Estoy bien, mamá, ya no me duele —respondió la Uchiha con una sonrisa— me siento bien sabiendo que estas con nosotros.

Mamá Uchiha sonrió, besó la mejilla de su pequeña y luego su frente.

— Te prometo que esto terminará pronto —susurro para Sarada.

— Quiero ir a casa —gruño Nao.

Después de estar en el gimnasio para que vean las heridas de los mellizos, Nakumi con ayuda de Ozuru pudo llevar a sus hijos a un posada donde puedan descansar mejor, su sobrino prometió que le daría el recado a Sasuke mientras otros shinobis de Uzushio los cuidaban.

Compro comida y algunas cosas que sus hijos pudieran necesitar, se sentía exhausta por su falta de inactividad durante los últimos cuatro meses pero no podía darse el lujo de descansar, sus hijos estaban heridos y mientras su padre se encargaba de algunos asuntos, ella debía cuidarlos.

— Volveremos pronto, cariño —tomó las manos de Sarada y la guió hacia la cama para que pudiera recostarse, Nao venía saltando en su pierna sana detrás de ellas.

Después de tanto tiempo, volvía a ser ella con sus pequeños.

— Mami te extrañamos —susurro el pelinegro abrazando a su progenitora.

Nakumi sonrió, no recordaba la última vez que Nao la llamó de esa forma.

— Ahora cuénteme —empezó a hablar— ¿qué sucedió mientras yo estaba fuera?

Los mellizos suspiraron, no sabían por donde empezar.

La Oz del Gunbai tocó el suelo de la cabaña y el Nao de diecinueve años desapareció de la vista de su progenitor. El poder de la tortuga que le permitía viajar en el tiempo, lo fusionó con el arma legendaria del Clan Uchiha.

𝗢́𝗡𝗜𝗫 | 𝘌𝘴𝘤𝘢𝘳𝘭𝘢𝘵𝘢 #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora