ℙ𝕒𝕣𝕥𝕖 𝟚𝟝

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¿Qué fue lo que hice mal? ¿Por qué ellos debían pagar mis pecados?, se preguntó Sasuke Uchiha a sí mismo cuando el humo se dispersó

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¿Qué fue lo que hice mal? ¿Por qué ellos debían pagar mis pecados?, se preguntó Sasuke Uchiha a sí mismo cuando el humo se dispersó.

Como si se trataran de fantasmas, las siluetas de personas que divisó con su rinnegan al llegar, habían desaparecido. Los buscó pero era en vano, no había rastros de ellos, se dio cuenta de los shinobis de Uzushio que se acercaban inspeccionando el lugar, solo en esa ocasión les cedería la investigación.

Sostuvo con su única mano la cabeza de su pequeña hija, viendo como por sus mejillas caía la sangre desde donde debían estar sus ojos.

— Me duele —susurro la pelinegra al sentir el tacto de su padre— ¿eres papá no es así?

— Soy yo, Sarada —afirmó el mayor tratando de contener la ganas de gritar— aguanta hija mía.

Estaba furioso, le habían arrebato los ojos a su hija, su única hija.

Movería cielo, mar y tierra para recuperar esos orbes negros, para volver a ver la dulce mirada que su pequeña le dedicaba cada vez que lo veía.

Pasó años lejos de su familia por un solo propósito, asegurar el futuro de sus hijos, asegurar el futuro de su familia y de su aldea, sacrificó tanto tiempo valioso con su familia para que en un descuido le quitaran la visión a la niña de su corazón.

Mató a tantos grupos que buscaban los sharingan de los últimos Uchiha para evitar eso.

Buscó con la mirada a su primogénito, él se acercaba a rastras hacia ellos, las lágrimas caían de sus ojos bien abiertos como la sangre caía de los párpados cerrados de su hermana.

Sin atreverse a hablar, Nao sacó las vendas que siempre traía en su bolso ninja, limpió con delicadeza el rastro de sangre del rostro de su melliza, colocó gasas sobre sus párpados y la vendo con cuidado.

— ¡Tú! —gritó el pequeño Uchiha con furia, tratando de levantarse con una de sus piernas rotas. Señalaba hacia el pelinegro a unos metros de ellos que se levantaba con dificultad de los escombros junto a su esposa.

Sasuke siguió con la mirada la mano de su hijo y lo vio, Kai Maki estaba frente a él.

— Imposible —susurró.

— Papá —llamó Sarada— ¿papá, qué está pasando?

No podía responder porque él no lo sabía, observó como su hijo se acercaba enojado hacia aquel hombre que creyó muerto por años, debía detenerlo antes que su pierna empeore pero algo lo detenía a él de actuar, el hecho que con la aparición de ese tipo hayan atacado la aldea de su mujer y le hayan arrebatado los ojos a su hija.

Si fuera por él, Nao tendría el permiso de asesinarlo antes que él mismo lo haga.

Con ambos sharingan de tres aspas activados y un chidori formándose en su mano izquierda, Nao fue detenido por su madre, tapó sus ojos con una mano y detuvo con la otra la muñeca del pequeño Uchiha. Nakumi conocía a su hijo a la perfección, si no lograba utilizar la técnica que le enseñó el Sexto, buscaría utilizar un genjutsu y no iba a permitirlo.

𝗢́𝗡𝗜𝗫 | 𝘌𝘴𝘤𝘢𝘳𝘭𝘢𝘵𝘢 #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora