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Había vuelto al lugar en donde había despertado por segunda vez, aquella pequeña choza con un par de habitaciones y camillas, un par de sillas. Estaba sentada al lado de la ventana, en una incómoda silla hecha a mano. Newt le había recomendado que volviera allí, así descansaba un poco y también evitaba lo curioso que solían ser algunos habitantes del área. 

La chica aún no procesaba muy bien las cosas, sentada ahí mirando por la ventana cruzada de brazos, viendo como el cielo comenzaba a oscurecer y todos se amontonaban en las entradas al laberinto. Sentía unas ganas enormes de correr hacia allá y ver que estaba pasando, pero lamentablemente se tenía que conformar con mirar desde la lejanía.

Cerró sus ojos, su cabello se movía con el ritmo del viento. Aún tenía la esperanza de que todo no fuera más que un simple sueño y que el día de mañana despertará, todo volvería ser normal y tendría sus recuerdos de vuelta, luego se reiría junto a sus amigos, si es que tenía, sobre lo tonto que fue y cuanto se asustó con ese sueño.


Debería tener unos seis o siete años, era una casa de ladrillos, las paredes estaban pintadas de un color verde claro y decoradas con un bellos cuadros. Estaba sentada en el sofá de la sala de estar, sus pies con suerte tocaban en suelo, de fondo se escuchaba una agradable voz cantando algo que no lograba entender junto al melodioso ruido de un piano tocándose. El sentimiento de alegría y tranquilidad la había invadido por completo, miró a su lado encontrándose con una ventana abierta de par en par, la cortina se movía de vez en cuando con ayuda del viento y dejaba ver unos grandes árboles, de repente por una puerta apareció un chico, parecía ser uno par de años mayor que ella; su cabello era castaño oscuro, con el rostro con lunares y una horrible expresión de desesperación dibujada en ella. Caminó hacia ella deteniéndose delante y agarrando sus rostro con ambas manos comenzó a gritar, pero ella no lo escuchaba, y toda aquella calma y tranquilidad se había ido, la desesperación había vuelto a apoderarse de ella, pero a pesar de que el niño delante de ella gritaba, ella solamente oía la canción junto al piano.
Junto a un fuerte estruendo, colocó una de sus manos sobre la mejilla del chico delante de ella, fue ahí cuando sus palabras se hicieron claras, y logró escuchar los gritos.
—¡Clarissa, corre!


Abrió sus ojos con la respiración acelerada, el cielo ya estaba completamente oscuro, había sudor frío en todo su cuerpo. No se había dado cuenta el momento en que se había quedado dormida. Asustada miró por la ventana, viendo el claro y luego miró en dirección hacia las grandes puertas, las cuales ya se encontraban cerradas, intentó calmarse; apoyó su espalda en el respaldo de la silla soltando un grande suspiro.

—No había sido un sueño —susurró para si misma mientras pasaba una de sus manos por su rostro. El tono de decepción y miedo en sus palabras, de verdad no quería estar ahí, además que había sido eso que había soñado. Aún con la respiración acelerada un montón de cosas comenzaron a pasar por su cabeza.

La puerta se abrió de golpe dejando ver aquel familiar rostro junto a dos cabezas curiosas a su espalda, entró cruzado de brazos. La chica no parecía haberse dado cuenta de su presencia, seguía ahí, con las manos en la cabeza, la vista perdida y montón de pensamientos tomando control sobre ella. Newt se asustó al verla en ese estado, más que nada porqué él había estado así hace unos años atrás.

Caminando a pasos lentos se acercó, colocando una de sus manos sobre el hombro de la chica y acariciándolo con cuidado, ella se volteó: tenía sus ojos llorosos, su labio inferior temblaba tan solo del miedo, respirando fuerte, lo miró y en ese instante parecía haber vuelto a poner los pies en la tierra, su respiración se calmó en ese instante, y aquel sentimiento, ese sentimiento de alegría y tranquilidad que había sentido en su sueño parecía haber vuelto.

Newt no soltó ninguna palabra respecto a eso, no hacía falta, no iba a preguntar si se encontraba bien porque era muy obvio que no lo estaba, quizá hablaría con ella luego, porque sintió una fuerte necesidad de saber que había pasado para que ella llegara a ese estado. 

Cuando pudo ver la tranquilidad reflejada en sus ojos y aquello lo hizo sonreír un poco. Le dio un pequeño apretón en su hombro y con eso junto a su mano libre señaló la puerta, ella lo siguió con la mirada y pudo ver dos caras pocos familiares quienes la miraban atentamente.


—Ellos son Thomas y Minho, querían conocerte  —el chico de rasgos asiáticos sonrió dejando ver sus amarillentos dientes mientras que levantaba su mano en signo de saludo. A su lado, Thomas, quién a primera vista le parecía ser un rostro cualquiera, uno completamente desconocido, pero para cuando lo miró con más atención; no podía evitar a que él se le hiciera familiar, los lunares junto al cabello castaño. 

—Un gusto —dijo Thomas, ella simplemente asintió un par de veces para luego escuchar risas provenientes desde la lejanía. Miró confundida a los tres chicos delante de ella para comprobar que no eran ellos los que se reían, luego miró por la ventana, viendo pequeñas figuras humanas haciendo lo que parecía ser un baile, riéndose, y haciendo una que otra cosa. 

—Newt nos dijo que no podías ir —miro al asiático, quien había vuelto a cruzarse de brazos—, que tu pierna no estaba bien y blah, blah, blah —ella se quedó quieta, y miró por la ventana mientras acariciaba con cuidado su pierna por encima de las vendas ensangrentadas—. Como sea, ¿Quieres ir?

La mirada de Newt parecía atónita, y Thomas soltó una risa mientras se tapaba la boca con ambas manos.

Sin despegar la vista de la ventana e ignorando las risas y susurros por parte de los demás en aquella habitación, colocó una de sus manos sobre su estómago ya que el repentino sentimiento de hambruna le dejó un vacío en su estómago, haciéndole recordar que era un humano y que no había comido nada desde que había llegado. 

Su estómago no se quedó callado respecto a eso y rugió, haciendo que los tres idiotas que se encontraban entre riendo y dándose golpes en los hombros se quedaran completo silencio y fijaran sus curiosos ojos sobre ella.

—También hay comida —dijo Thomas sonriéndole levemente.

Ella guardó silenció por un par de segundo mientras miraba a la ventana, luego a Thomas, a Minho, a Newt y finalmente su estómago. Volvió a mirar a Newt.


—Iré —le respondió a Minho quien soltó una pequeña risa de victoria mientras camina en dirección a ella para poder ayudar a ponerse de pie.  

 



la novata » newt » the maze runnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora