Capitulo 45: Antes y Después

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Recuerdo el día en que mi madre murió, vagamente claro además de que no había muerto. Todos buscaban a la pequeña niña rubia que lloraba para abrazarla y decirle que todo estaba bien, que todo dolería menos, un día iba a sanar pero nadie se quedo para comprobarlo. Nada estuvo bien y siguió doliendo hasta saber la verdad.

Era un vacio en el estomago cada vez que recordaba a su madre.

El corazón de los amigos de la familia se rompía cuando me veían en mi pequeño vestidito negro y cabello revuelto. Ellos no sentían lo que la niña sentía, no sabían.

‘’La oruga creyó que su vida había terminado, hasta que se hizo mariposa’’ algunos libros viejos de su madre decían eso.

-Fue una gran persona, siempre llevada por los caminos del señor. Dios bendiga su alma- no hay muerto malo –y lo tenga donde merezca- se los dije, todos son buenos.

Cuando bajaron el ataúd de Amelia al hoyo por medio de cuerdas, la niña rubia se tiro al césped con su mano extendida en busca de la caja. Su cabello quedo en su cara y su vestidito con lodo.

Todos corearon un ‘’aw’’ triste y melancólico.

Yo me ahogue en lágrimas, la había perdido.

-Antonio, gran hijo de Dios. Por favor señor, perdona sus pecados, abre las puertas del cielo y enséñale tu gracia- citaba un padre en el centro de un círculo de gente con ropa negra. El cementerio era el mismo donde estaba su madre enterrada. El clima era frio pero sin lluvia, esta vez no llevaba un vestido si no que lucía unos pantalones negros con una blusa negra.

El deseo final de Antonio fue enterrarlo junto a Amelia, me pregunto quién estará ahí enterrado o si será solo piedras. ¿En verdad se amaron? ¿Mamá nunca amo a John o a Antonio?

El sacerdote se aclaro la garganta llamando la atención de los perezosos en las últimas sillas. Las flores estaban regadas por todos lados como regalo y un circulo se sillas coronaba el ataúd de mi padre.

-Invitamos a su hija Violet a decir unas palabras- la rubia se puso de pie junto al sacerdote en señal de tomar la palabra a la par del ataúd de madera oscura.

-Mi padre… fue un desastre de padre- Eso podría decir pero no lo hizo, a ellos de todos modos no les importaría así que dejaría la imagen limpia.

-Mi padre cometió muchos errores como todo ser humano pero intento enmendarlos. Eso me dio mucha paz, donde sea que este espero que me vea y que me escuche. Sepa que lo perdono por todo y espero que me perdone a mí. Fue valioso el tiempo que pasamos juntos y jamás lo olvidare porque tienen más valor estos últimos días que toda mi vida junto a él-

Suspiro después de terminar y busco su silla, hacer lo correcto fue una buena idea.

Derek tomo su mano apenas se sentó y le dio un apretón.

-¿Todo bien?- le pregunto, ella solo asintió. Brown se inclino y le dio un beso en la frente –Si deja de estar bien me avisas ¿de acuerdo?- era raro, rarísimo tener a Derek de este modo. Tomándola de la mano, sonriéndole, besándola… era extraño, se había acostumbrado a sus constantes peleas (que todavía seguían) pero siempre había un momento que la buscaba para pedir perdón. Desde que murió su padre fue un gran apoyo y le acompañaba todo el día para no estar sola.

 Kiara y Logan estaban tras ella junto a Jeremy, Marie, Louis y Kleiton. Sus compañeros de clase estaban esparcidos alrededor y familia estaba frente a ella.

Marie, Louis y Kleiton eran parte de la arena donde peleaba Derek y personas que se hicieron constantes en su vida desde que estuvo con los Brown. Que estuvieran aquí significaba mucho.

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