Capítulo 12: Tristeza

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José: Así que me estás poniendo el cuerno con ese ricachón, maldita perra.- Dijo agarrándole fuerte por el brazo.- ¿Te estás revolcando con otro?, ¡contéstame!.- Le gritó con la mirada llena de odio.

Lucía: Suéltame.- Decía mientras trataba de quitárselo de encima.

José: No, eres un zorra.- Dijo colocándole las manos en el cuello para tratar de ahorcarla.- No esperaste ni un solo segundo para estar de puta.- Gritaba con rabia viendo como la cara de Lucía cambiaba de color.- Si tú no eres mía no lo serás de nadie más.- Dijo apretando más su agarre. En ese momento sintió un golpe fuerte en sus costilla que lo obligó a soltarla. Lucía cayó al suelo tosiendo desesperada y tratando de buscar aire para sus pulmones.

Andrés: ¡Maldita rata!.- Dijo dándole una patada.- ¿Así que te crees lo suficientemente machito como para golpear a una mujer?.- Dijo antes de tomarlo de la camisa y empezar a golpearlo.-!Poco hombre!.- Dijo pegándole lleno de furia.- Es tú esposa.- Dijo dándole un golpe en el pómulo que lo hizo sangrar.

María: ¡Virgen Santa!.- Dijo al llegar junto con otras señoras más que vivían en el edificio. Habían escuchado los gritos e inmediatamente bajaron para saber qué pasaba.- ¡Lucía!.- Dijo al verla en el suelo tosiendo y tratando de respirar.Rápidamente se fue hacia ella para tratar de ayudarla.

José: ¡Ya...!.- Decía débilmente.- Ya no... me... pegues.- Dijo con la mirada llena de miedo y con la voz quebrada.

Andrés: Es que un cobarde como tú no merece clemencia.- Dijo molesto agarrándolo por la solapa de la camisa.- Escúchame bien, le vuelves a poner una mano encima a Lucía o a Mía y te juro que usaré todo el poder que tengo para hundirte en la cárcel y vamos a ver cómo te va cuando los presos se den cuenta de que fuiste cómplice del intento de violación a tu propia hija.- Dijo con rabia provocando que José abriera los ojos lleno de miedo.- Te juro que está no se quedará así, sea como sea vas a pagar todos estos años de violencia y maltrato.- Dijo soltándolo y sin esperárselo José le propinó una patada en medio de las piernas que lo hizo caer. Segundos después salió corriendo como el cobarde que era.

Lucía: An.... Andrés.- Dijo tratando de ir hacia él.

Andrés: Es... estoy bien.- Dijo haciendo muecas de dolor.- ¿Estás bien?.- Le preguntó tratando de incorporarse.

Lucía: Sí... gracias.- Dijo ayudándolo a levantarse y luego lo abrazó sin poder evitar que unas lágrimas salieran de sus ojos.

Andrés: Tranquila.- Dijo acariciándole el pelo mientras unos sollozos salían de su boca.- Todo pasó. Lo mejor es que vayamos a buscar sus cosas, no pueden quedarse un minuto más en este lugar.- Dijo y ella asintió bajo la atenta mirada de todos lo que estaban allí.

María: Te ayudo, manita.- Dijo y los tres subieron al departamento. Entraron en el y mientras Andrés se quedaba en la sala, María y Lucía empacaban la ropa.- Creo que es lo mejor, Lucía.- Dijo guardando las cosas en una maleta.- Aquí corren mucho peligro, si fue capaz de hacer esa monstruosidad con Mía, imagínate qué pasaría si se quedaran aquí a expensas de ese desgraciado.- Además.- Dijo con una sonrisa.- Ese hombre se ha preocupado mucho por ti, mira que ofrecerte su casa para que estén a salvo, eso es digno de admirar.- Dijo tomándole las manos.- Aprovecha, además está muy guapo, quien quita y si surja algo entre ustedes.

Lucía: ¡Ay María!. No estoy para esas cosas.- Dijo limpiándose las lágrimas.- No puedo creer que todo esto me esté pasando. Mi vida ha sido un infierno al lado de José y a eso súmale el remordimiento que llevo por lo que pasó hace años.

María: Lo sé, pero grábate que no fue tú culpa. Tú solo defendías a su hija como cualquier madre lo hubiera hecho.- Dijo limpiándole las lágrimas.- Así que, terminemos esto y vete con ese hombre que está allá afuera esperándote.- Dijo y ella asintió. Terminaron de empacar todo y después salieron de allí sin mirar atrás.

Me enamoré sin querer queriendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora