I. A few lilies blow

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Silencio, eso era lo que predominaba en el salón de descanso de Gon, afamado por la crítica y envidiado por su competencia, el joven de tan solo dieciocho años se disponía a hacer su actividad favorita, descansar.

Los chicos de su edad harían todo lo contrario, pasarían de un lado a otro, idearían tretas absurdas para conquistar a alguna jovencita, ejercerían un hobby, intentarían hacer más amigos, pero no, él estaba ahí, recostado cómodamente en su sillón preferido en medio de esa opaca y desalentadora habitación.

Quizás la presión le impedía querer divertirse, su vago padre tan solo esperaba el momento oportuno para dejar sobre sus hombros la tutela de la Fundación Freecss, lo cual le gustaba y odiaba a la vez, por un lado, quería ser alguien igual de reconocido que su abuelo, Don, y por otro lado, anhelaba quedarse dormido hasta las cinco de la tarde y desvelarse leyendo literatura renacentista, pero no tenía el valor de echarse para atrás en estos momentos.

Cientos de pensamientos recorrían su cabeza, sus cansados ojos caían con pesadez por encima de unas pequeñas ojeras.

En verdad, él quería tomarse un tiempo de todo esto.

-- Gon, necesito que leas estos papeles --, solicitaba Mito, su tía y asesora, ella contaba con un buen historial en la fundación, así que terminó siendo una excelente guía para el azabache.

-- ¿Es algo tan urgente como para que ni siquieras te hayas dignado a tocar la puerta? --. Sin embargo, Gon de en vez en cuando ignoraba los estatus y se comportaba de forma arrogante con quien se le cruce, aún si se trata de su familia.

-- Tan urgente como necesario. Tú inmaduro padre conoció a una clase de anfitrión de circo, un tipejo a decir verdad, y le ofreció este contrato para utilizar nuestras instalaciones como sede para su presentaciones. Léelo y análizalo, ¿de acuerdo?

-- Ya que --, bufando con molestia, Gon empezó la lectura de tales papeles, leyendo con total concentración, al pasar del tiempo desarrolló una excelente capacidad lectora, su padre, aunque no lo pareciera, lo obligó a leer un libro cien veces hasta que le explicara la trama de forma perfecta, no debía de decir todo tal cual, sino parafrasear, todo ello a los siete, desde ahí, se quedó con la manía de leer algo hasta entender todo por completo.

Un semblante curioso se formó al toparse con el nombre de cada uno de los integrantes del show, lo que más captó su atención fue el apellido "Zoldyck", había escuchado rumores sobre esa familia, eran un as del entretenimiento, así que, las probabilidades de que fuese una estafa hecha por un circo corriente eran muy bajas.

-- No creo que jueguen con su reputación al tratar de engañar a una fundación de reconocimiento mundial --. Utilizando por completo su lógica, el muchacho se levantó y se dispuso a dirigirse al despacho de su padre.

Avanzar por esos infinitos pasillos le causaba sueño, el ruido nulo del ambiente provocaba que hasta su respiración se volviese un martirio, sin embargo, ya estaba acostumbrado, desde pequeño siempre ha estado acompañado del silencio.

Uno, dos, tres golpeteos en sólo una de las dos puertas de roble que adornaban la habitación prohibida, no hubo respuesta inmediata, enseguida, una vez más resonaron otros tres golpeteos.

-- Pasa --, ordenó una voz masculina.

-- Con su permiso --. Obedeciendo, Gon giró de la perilla y entró--. Buenas tardes, padre, terminé de examinar el contrato que me encomendó Mito.

-- ¿Alguna novedad? --, interrogó con flojera Ging, firmando varios papeles a una velocidad impresionante.

-- Los Zoldyck forman parte de esto, así que la fiabilidad del contrato es alta, no hay trampas ni condiciones a nuestra contra --, especificaba Gon--. ¿Necesitas otra cosa?

-- De hecho sí, ve a las instalaciones que alquilaremos para asegurarte que todo esté en orden, no queremos enfrentar cargos legales por un mal mantenimiento y posibles accidentes.

-- ¿Cómo dices? ¿Acaso no puede ir algún sirviente? Tenemos muchos empleados para eso --, renegó de mala gana el muchacho.

-- En teoría, tú eres mi empleado --, reiteraba burlesco Ging--. Anda, de paso sirve que entregues la copia del contrato a esos cirqueros.

-- Como sea --. Frotando su sien con molestia, Gon abandonó aquel horrible despacho. El olor que desprendían esas cuatro paredes eran hediondos, no es que estuviera sucio o su padre no se duchara, más bien era la vibra que transmitía Ging, ese padre ansioso por heredar sus responsabilidades a su joven hijo.

Enalteciendo su voz autoritaria, el moreno mandaba a sus sirvientes que le prepararán el baño, el coche para marcharse y un guardia por si acaso, uno nunca sabe cuándo de verdad se está en peligro.

Después de desvestirse, se dedicó a tomar una relajante ducha en su bañera, hundirse entre el agua enjabonada le sentaba bien. Se sentía en el cielo, tanto que por un instante hasta le agrado la idea de conocer al anfitrión del circo, puede que hasta se las arreglaba para asistir a una de sus presentaciones.

Nunca tuvo la suerte de visitar un circo, su padre desechó todo rastro de diversión en su infancia, y, ahora a sus dieciocho años de vida, tan sólo tiene ideas de cómo es un acto de entretenimiento.

Al salir de la tina, se secó con una franela el cuerpo y el cabello, cada gota que descendía por sus muslos le causaba una sensación incómoda, por lo que se apresuraba en quitar todo rastro de humedad en él.

Antes de llamar a su nana, Gon, por preferencia suya, vestía por su solo su union suits, en otras palabras, su ropa interior, que consistía en pantalones de lino y camisa unidos para formar una sola pieza. Eran todo un martirio cada que quería ir al baño a hacer sus necesidades, ni modo, así era el siglo XIX.

Mientras se colocaba su camisa, llamó con voz sencilla a su nana, que en realidad era su abuela, Abe. Ella, junto a Mito, se encargaron de la instrucción y crecimiento del muchacho orgulloso que ahora veían sus ojos.

Pronunciando un suave "con su permiso", la pequeña anciana de adentró a la habitación del joven amo, preparando al instante el vestuario del mismo.

Debido al grado de su salida, eligió una vestimenta formal, pantalones largos , chaleco de botunadura sencilla, un frock coat -chaqueta larga con apariencia de abrigo- de color negro, zapatos oscuros, bien lustrados, y guantes blancos.

Por supuesto, no olvidaba su pañuelo, tan pronto como acababa de ayudar a Gon con cada prenda, colocaba esa larga tira de seda por debajo de su elegante cuello al estilo Boylston.

-- Luce muy elegante, como siempre --. Aun si no lo fuera, Abe llenaría de elogios a su adorado nieto.

-- Gracias --. Mirando su reflejo en el gran espejo que tenía al frente, Gon peinó su puntiagudo cabello hacia los lados, con el fin de que no le molestaran al cubrirse la cabeza con el sombrero de fieltro que tanto odiaba.

Abe solo le sonrió con ligereza, expresando amabilidad en su regordete rostro, sabía a la perfección que el joven herededo tenía dudas sobre su futuro, y que, a pesar de que le aconsejara mil veces, él haría lo que quisiera.

-- El coche lo está esperando --, informó Abe, desde el lumbral de la ventana.

-- Volveré en unas horas.

Una vez más, el sonido de los pequeños tacones de los zapatos de Gon era lo único que lo acompañaban en el pasillo. Luego de ir con su padre a recoger la copia del contrato -que guardó en un bolsillo interno de su abrigo-, salió de su lujoso hogar hacia ese transporte impulsado por caballos.

El cochero no tardó en abrirle una de las dos portezuela para que su amo abordará, cerrandola con delicadeza antes de sentarse en su puesto, emprendiendo camino al mandar con las riendas a los caballos.

Según indicaciones de su padre, Gon se encontraría con Silva Zoldyck en Piccadilly, una calle pupilar repleta de posadas y bares, el lugar perfecto para entregar un contrato, como no.

El de orbes dorados, con la vista perdida en la ventanilla, no pudo hacer otra cosa además de esperar, su ansiedad le impedía pensar con claridad su futuro o sus anhelos por la vida, con tal formación casi militar, su cerebro le mandaba a obedecer todo tal cual criado. Una bajeza y humillación a cambio de fortuna y una excelente clase social.

Frustrante y tediosa. Eso definía su próxima responsabilidad.

The Other Side [~KilluGonKillu~] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora