VII. To a skylark

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— ¿Dónde puedo conseguir flores?

— ¿Flores?

Killua se quedó pasmado ante tal consulta, su cara lo delataba, y era entendible, los cambios de humor del ajeno en sí eran extraños, es decir, pasaba de tratarle mal a... ¿preguntar eso de forma tan repentina? Parecía que era una treta o una broma, pero la expresión serena de Gon destruía por completo esa opción.

¿Qué diablos pasaba con el burgués?

— Sí, eso fue lo dije, ¿sabes o no? —, cuestionó con fastidio.

— ¿Qué tipo de flores? —, preguntó de vuelta.

— Ah... —. Bueno, en su defensa, Gon no conocía mucho sobre botánica, solo recordaba uno que otro tipo de flor y que se maneja cierto lenguaje con ella, no profundizó más porque no era algo que le llamase la atención—. No sé qué tipo de flores sirven para una disculpa.

— ¿Acaso las flores son para mi?

Killua se sorprendió un poco al escuchar una tenue risa provenir de los labios de Gon, seguido de un resoplo sarcástico y una mirada exhausta. Si fuera otro escenario, quizá ya habría recibido una paliza física o verbal, sin embargo, no fue así.

El albino confirmó sus sospechas, el chico frente a él tuvo una disputa con una mujer, una que estima lo suficiente como para entablar una conversación que no implique humillaciones a su persona.

— Sigue soñando, fenómeno de circo —. O tal vez no—. Solo indícame dónde está la florería más cercana.

— No conozco a la perfección la ciudad y mucho menos los nombres de las avenidas, pero de camino acá si ví varias florerías, puedo guiarlo o indicarle a su chófer hacia donde debe de ir —, propuso con seguridad Killua, observando con detenimiento a un Gon pensativo, otra vez.

El ojimiel se detuvo a analizar las dos opciones que tenía a la mano, por un lado, sería más rápido ir en coche, por el otro, sería más preciso ir con la guía de Killua.

— ¿Por qué lo estoy considerando siquiera? Jamás saldrá con usted en la calle, los rumores son rápidos y...

— Espere, lamento interrumpirlo pero, ¿me acaba de llamar por usted?

— ¿Qué?

Ver la expresión infantil en el rostro de Killua forjó una sensación rara en Gon, es decir, se enojó al instante consigo mismo por ese error, no obstante, la vergüenza de haberle llamado con respeto invadió sus mejillas con un tenue sonrojo.

— Primero faltas de ortografía en mis contratos, ahora tratar como igual a la servidumbre. Dios, ¿estoy pagando algún castigo? —, pensó con agobio.

Mientras tanto, Killua esbozaba una enorme sonrisa juguetona, o sea, reconocía el hecho de que Gon estaba pasando por un momento amargo y que eso le impedía formular con claridad sus palabras, pero le sentaba de maravilla sentirse valorado por un burgués, aunque sea de esta forma.

— No se preocupe, joven Gon, no le diré a nadie que me acaba de llamar de "usted" —, prometió Killua con deleite, procuraría no arruinar su poco progreso con él.

— Estás colmando mi paciencia, rata de circo.

— Oh, una disculpa, joven Gon.

Sin embargo, el poco avance que había logrado el albino se enfumó en un santiamén.

Sin previo aviso Gon sujetó con fuerza las solapas del traje de Killua, levantándolo y arrinconando al albino contra la pared. Durante el acto, por el empuje del azabache, una mesita de centro se tambaleó lo suficiente como para provocar la caída de un jarrón extravagante que le adornaba encima.

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⏰ Última actualización: Mar 05 ⏰

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