II. The hunter home from the hill

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Al cabo de una media hora, el coche se detuvo en una esquina de Piccadilly, al ser una zona dedicada al turismo o caminatas, no había mucho acceso a los carruajes, tendría que ir a pie a su destino.

Con respecto al guardia que solicitó con antelación, lo canceló al final, se consideraba lo suficientemente grande como para necesitar ayuda de ese tipo, así pues, reiterando al cochero que lo esperara, Gon se encaminó a una de las Posadas más conocidas de la calle, Old White Horse Cellar, sitio donde se hospedaban los Zoldyck, sus nuevos "clientes" o "socios" temporales.

Tan pronto puso pie dentro de la famosa posada, recibió atención inmediata por parte de los dueños, muy molestos a su parecer, pero no podía darles malos tratos; con cortesía, solicitó ver a Silva Zoldyck, apresurados, la recepcionista mandó a una bucama a traerlo, dejando esperando al joven Freecss en la sala de estar del edificio.

Transcurrieron alrededor de tres minutos, Gon empezaba a impacientarse, revisaba su reloj con cada segundo que pasaba, y nada, ninguna señal de ese anfitrión de cuarta.

-- Un minuto más, y me largo --, amenazó en su mente Gon, con el entrecejo marcado.

¡Sorpresa! Un segundo antes de cumplirse el minuto, un muchacho albino vestido al mero estilo Brummel hizo una curiosa aparición.

Ese jovenzuelo de no más de veinte años era sumamente extraño, rostro fino, piel pálida, un canoso cabello rizado, ojos redondos turquesas... Una clase de belleza digna para ser expuesta en un Freak Show. Gon no se podía sentir más desdichado al tener que convivir con un fenómeno de circo. Tendría tragarse el orgullo y entablar conversación con él.

-- Suplico su perdón, señor Freecss, mi padre no se encuentra y tuve que vestirme para recibirlo como se debe --, explicó acelerado el muchacho, recuperando el aliento y extendiendo su mano en modo de saludo--. Soy Killua Zoldyck, hijo tercero de Silva, a sus órdenes.

-- Gon Freecss, vengo en representación de mi padre --, respondió de mala gana el pelinegro, ignorando la mano ajena--. Pasaré por alto sus malos modales, no puedo esperar mucho de unos payasos.

-- Actores, somos actores --, interrumpió Killua, tratando de no fruncir el ceño.

-- Lo que sean --, replicó Gon, rodando los ojos--. Ging firmó el contrato, son libres de usar nuestras instalaciones.

El enojo que iba predominando en Killua se opacó al instante con esa noticia, ¡toda su familia y amigos tendría la dicha de presentarse en Londres! ¡Y en uno de sitios más importantes del país!

-- ¡Muchas gracias por su amabilidad! --, exclamó casi chillando de alegría el albino, desconcertando al "caballero". ¿En serio se ponía así por una cosa tan insignificante?

Poniendo los ojos en blanco, Gon esculcó en su abrigo y entregó la copia del convenio; Killua con el alma a mil casi abrazaba los papeles, sino fuera por vergüenza, ya lo haría una vez llegara a su habitación.

-- Tendrán que notificarnos el itinerario de sus funciones y demás asuntos que ya deben de saber --, prosiguió--. Iré a verificar que el teatro no tenga desperfectos, con permiso.

-- Disculpe --. Lo detuvo Killua--. ¿Puedo ir con usted? Mi padre también me encomendó visitar el lugar una vez tuviéramos el contrato en nuestras manos.

-- ¿Usted? ¿Conmigo? ¿En mi carruaje? --. Arrogante, Gon no pudo evitar resoplar en son de burla--. Definitivamente no, pero puede alcanzarme en West End. Sirve que tendré un testigo que confirme que mi familia entregó correctamente las instalaciones.

Lo malo de la gente adinerada es su actitud mediocre, Killua por obvios motivos se ofendió, y hasta quiso reconsiderar su propuesta, no obstante, dejar de lado la petición de su "amado" padre le aterraba; soportando las ganas de mandar por un tubo al noble, el albino asintió bruscamente con la cabeza, ganando unos ojos de asco por parte de Gon.

-- Estúpido niño de papá --, pensó con enojo Killua--. Muy bien, entonces lo veré en West End, señor Freecss.

-- Si bien le va --, comentó irónico, dándose la vuelta pero viendo por el rabillo del ojo al actor de circo--. Si yo fuera usted, me cubriría la cabeza al salir, para evitar vergüenzas --. Sonriendo con superioridad, Gon salió de la posada, dejando a un Killua hecho furia.

-- Asqueroso burgués --, escupió entre dientes, arrugado la copia del contrato. Ahora mismo vivía entre dos mares de emociones.

Por un lado, la felicidad llenaba su alma, las presentaciones en West End de por sí eran un sueño hecho realidad, hacer su acto junto a sus compañeros le venían muy bien, ¡quería darles la noticia pero a la de ya! Y por la otra parte, su mente irritada deseaba golpear a ese chico, Gon o como se llame, o sea, sí es parte del circo, ¡pero no era motivo para humillaciones!

Malhumorado, regresó a su habitación, pidiéndole a Illumi que cuidara del convenio para luego irse, no pudo apreciar bien como su rostro se deformaba a uno de radiante alegría, ¡ya se imaginaba cómo se pondría el resto! Tan pronto terminara su inspección rápida iría con todos a celebrar.

Salió con prisas de la posada, por supuesto, el coche de Gon ya no se encontraba en Piccadilly. Ni modo, Killua no se quedaría como un imbécil a esperar, no dudó ni un segundo emprender una carrera hacia West End.

Moviéndose con total facilidad y armonía, el albino esquivaba a los trausentes que se le atravesaban, pasando de largo los murmullos en contra de su apariencia poco común. Hubo un tiempo donde odiaba a más no poder su cabellos, trató de teñirlo incluso, aunque, gracias a los que consejos de su padre y amigos, se aceptó a sí mismo y ahora esos rizos de nieve son su aspecto favorito de él.

-- Con permiso, mademoiselle --. Aun teniendo diecisiete años, Killua no olvidaba divertirse y coquetear con algunas damiselas que se le cruzarán en la vida, buscaba excusas para hablar con ellas incluso si estaba en medio de un maratón, lástima que la mayoría de veces lo tachaban de loco.
-- Así es la vida --. Igual, no es como si les diera mucha prioridad.

Se detuvo en seco al visualizar el carruaje del joven Freecss, mentalizandose para no cometer alguna tontería. Arruinar todo en este punto significaría su muerte simbólica y literal.

Simultáneamente, sus ojos apreciaron West End, un teatro inmenso y pintoresco, con una arquitectura sublime y perfecta para el entretenimiento; su corazón palpitaba como si un frenesí atacara su interior, la emoción invadía su ser. Valía la pena soportar el trato de ese arrogante muchacho si este era el resultado de su esfuerzo.

-- Llegas dos minutos tarde --, especificó Gon, desde el umbral de una de las dos puertas gigantes del edificio.

-- No impuso una hora exacta que bien recuerde --, defendió Killua, cruzándose de brazos.

-- Claro que lo hice, payaso mentiroso.

-- Típico de los de tu clase --. Restándole importancia al asunto, continuó--. ¿Puedo entrar?

-- Me encantaría negar tu petición, pero sería humillarte demasiado --, dijo Gon con una voz para nada agradable.

Un joven burgués y un actor de circo.

Pésima combinación momentánea.

The Other Side [~KilluGonKillu~] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora