Prólogo

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Salí del cementerio con tristeza. Mi padre no era el mejor del mundo, pero seguía siendo mi padre.

Miré mi al rededor, las personas que asistieron a el funeral subieron a sus carros y se fueron, como si nunca hubiera pasado. Esos eran los accionistas de mi padre, sus supuestos "mejores amigos". Típico, a ellos no les afectaaba en nada. Pronto los herederos tomarían el puesto y todos felices.

Algo me llamó la atención, unos sollozos. Habían personas que sí sentían tristeza por la pérdida, las vi en el funeral. Eran unas 10, yo sabía quiénes eran, pero ellos no me prestaron la mínima atención. Para ellos yo sólo era la hija de alguien que trabajaba para su padre. Era la única forma en que pude ir al funeral, ya que nadie sabía que yo era la menor de todos sus hijos, no sabían porque una niña de 14 años estaba en el funeral de su padre, nuestro padre. Los únicos que sí me reconocieron me dedicaron una mirada de odio. Los gemelos mayores.

Nuestra madre me dio a luz cuando tenía 50, no estaba en condiciones para hacerlo, así que tan pronto salí de su cuerpo, ella murió.

Los gemelos me odiaban por esa razón, decían que por mi culpa mamá murió y gracias a la mala reacción de ellos, ninguno de mis otros hermanos sabían de mí. Además de que también ellos se encargaron de intentar dañar la imagen de mi padre empresarialmente esparciendo rumores y mentiras. Mi padre tenía miedo que sus otros hijos pensaran lo mismo, no queria dividir a la familia, y tampoco quería formar un escándalo que le costara la empresa que con mucho esfuerzo y tiempo logró  construir, al igual que el éxito que tenía. Por lo que me escondió de todo y todos.

Se mudó de casa secretamente conmigo un mes después de que mama murió, nadie aparte de nosotros y los trabajadores sabía quien era yo.

Yo era un simple fantasma.

No tenia a nadie. Podía ir a nuestra enorme casa, vivir con los trabajadores, vivir con el dinero que mi padre me dejó, que, apesar que iba a ser dividido entre todos sus hijos, iba a ser mucho, mi padre era millonario. Tal vez podría cambiarme nombre cuando sea mayor de edad y fingir que estos 14 años de mi vida nunca pasaron...

No. Eso no es lo que quiero.

Empecé a respirar agitadamente.

Yo no era nadie.

La única persona a la que le importaba murió, ya no está conmigo.

Todo me daba vueltas, no podía respirar, el aire no llegaba a mis pulmones.

Si yo desaparecía a nadie le iba a importar, y si por algún milagro del cielo a alguien sí, no podría hacer nada porque se supone que yo no existo.

Corrí lo mas que pude. No sabía donde y no me importaba, sólo quería salir de ahí. Mi cabello corto y pelirrojo ondeaba gracias a las viento que chocaba contra mi cara y se llevaba consigo mis lagrimas.

Cuando estaba por llegar a la esquina, pasé junto a el grupo de personas y escuché que un hombre decía "Espero que no vuelva."

Sólo quería ser alguien en la vida.

Luego de una hora por fin me detuve. las lagrimas salian de mis ojos descontroladamente y me sentía ahogada, atrapada. Estaba oscuro, el sol se había ocultado hace media hora, hacia frio, las calles eran totalmente desconocidas para mi. Bueno, cualquier calle era desconocida para mi. Mi padre me prohibió salir de nuestro terreno, ir más allá de los jardines significaba dos semanas de castigo encerrada en mi cuarto.

Intenté buscar a alguna persona que me pudiera ayudar, cualquier persona. Pero no había nadie, estaba desolado.

Decidí, por mi propia seguridad, que debía encontrar un lugar escondido, para que nadie me pudiera hacer daño, y lo encontré. Un callejón no muy profundo, pero con la suficiente basura para yo poder esconderme en ella durante la noche. No era lo mejor, pero era lo único que tenia.

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