Capítulo 5

50 5 0
                                        

- Lo mataste - repitió por quinta vez.

- Joder. Sus pulmones dejaron de recibir oxígeno, su corazón no bombea más sangre, su cerebro dejó de funcionar. Como quieras llamarlo ¿Sabes lo que significa? No creo, llevas diez minutos repitiendo las mismas dos palabras. - le dije con fastidio a mi compañero de prisión.

El sótano se dividía en dos celdas, una a cada lado opuesto del lugar, estaban separadas por un pasillo que permitía el paso de cualquiera que fuera a "visitarnos." Supuestamente este lugar lo habían hecho para "clientes especiales."

No sabía que había hecho el chico, ni que relación tenía con ellos. Sólo sabía que lo habian traído una semana antes y que lo tiraron como basura a su celda. Los dos primeros días había intentado hablar conmigo, me dijo su nombre y su edad pero no me interesé en si quiera intentar recordarlo. Después se rindió y dejó de intentar hablarme, pero escuchó lo pasó ya que Carl mientras que me encerraba aquí otra vez me regañó por haberlo hecho y desde ese entonces no había parado de mirarme sorprendido, como si fuera una diosa o algo así.

-Es que... no lo entiendo. Si eres tan buena que hasta puedes matar a alguien aún estando esposada, ¿cómo es que no has escapado?

-¿Acaso eres tan idiota que piensas que no lo he intentado? - le gruñí - hay cámaras por todas partes y muchísimo antes de que llegaras, habían guardias por todas partes.

- Y ahora que hay menos... ¿Porque no lo has vuelto a intentar? - preguntó totalmente interesado y sorprendido de que le haya dirigido la palabra.

- No te importa - Un suspiro fue lo que recibí como respuesta.

- Oh vamos, es la conversación más larga que hemos tenido. No. Es la primera conversación que hemos tenido. - Se quejó - Es muy aburrido no hablar con nadie.

Me reí con burla.

- Yo llevo tres años así, ¿y me escuchas quejándome?

- ¡¿Tres años?! - gritó sentándose de golpe en el piso de la otra celda.

Rodé los ojos.

- Ajá. ¿Acaso eres sordo?

- Es que... es mucho tiempo. - murmuró incómodo.

- ¡Wow! ¡Gracias, Einstein, por la valiosa información! Sigue así y vas a descubrir el origen del universo. - dije fingiendo estar orgullosa.

- No eres muy agradable... – hizo una mueca.

- ¡Y el genio lo hizo otra vez!

- Está bien, ya entendí. Mejor cierro la boca. - Levantó sus manos en modo de rendición.

- Es lo más inteligente que has dicho hasta ahora - decidí que lo mejor era dormir un poco. Así que me acosté mirando al techo, me puse las manos en mi nuca y cerré los ojos.

Mi mente volaba, estaba en ese punto en donde no sentía ni escuchaba nada, sólo tranquilidad. Mi respiración lenta y mi cuerpo descansado era todo lo que me importaba en ese momento.

Pero por supuesto, mi momento tenía que ser arruinado.

- Oye...

- ¿Ahora qué quieres? - le gruñí.

- Es que antes de que llegaras te habían traído un paquete.

- ¿Ah, sí? - dije sin interés.

- Sí... está en la esquina enfrente a ti.

Abrí un ojo y, efectivamente, había un paquete.

- Oh, que... interesante - volví a cerrar mi ojo sin intenciones de ver lo que había allí.

The Hunter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora