Recuerdos

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Un año después de derrotar a Morgan...

Karolina y Chase

La echo de menos
—Lo sé, pero ya ha pasado un año y no sabes nada de ella.
—Pero...
—Duele.
—Chase, se fue hace un mes y medio.
—Y ya no somos nada.
—¿No crees que es mejor así?
—Pero...
—La amas, sí.

No sabían cuál de los dos estaba más triste en ese momento. Se quedaron en silencio por un buen rato, no eran necesarias las palabras en su abrazo.

—Un mes y medio, y... mírame.
—¿Qué?
—Un año entero, y... mírate.
—Sigo sin entender a dónde quieres llegar.
—Pareces más entera que yo. No sé cómo lo haces.
—Me dijo que volvería a por mí cuando estuviera lista.
—¿Y tú confías?
—Claro que sí, nuestro amor es inmenso y siempre estaremos conectadas.
—Gert no me ha dicho que volvería.
—Sabes que lo hará y de nuevo seréis mi pareja favorita.
—Gracias por los ánimos.
—No es nada — dijo con aires de suficiencia.

Un año sin Nico era demasiado para K, pero sabía que tenía que aguantar por mucho que la extrañara... Lo que más le molestaba era no tener noticias suyas. Por las noches tenía pesadillas soñando que no estaba viva, y ese desconcierto es lo que le hacía estar peor. Había empezado en la escuela de adultos para sacarse algunos cursos para mantener la cabeza ocupada.

Chase también echaba de menos a N, pero más a G; lo estaba pasando realmente mal. Ahora entendía a su amiga. Empezaba a dedicarle todo su tiempo al laboratorio, y hacía planos como loco; quería ser inventor como sus padres.

Gert

—Me alegra que te hayas echado novia, Max.
—Después de tus múltiples negativas... Aún no sé cómo te has resistido a una belleza como la mía.
—Imbécil.
—Vamos Gert, sabes que me amas.
—Porque sé que estás de broma, sino, sentirías mi mano abierta en tu mejilla— dijo con fingida indignación—Y me largaría de aquí.
—Mira, la reina del drama.

No podían parar de reír. A Gert le encantaba la compañía del chico, y cómo le hacía sentir. No se arrepentía en absoluto de haberse hecho su amiga, ni de hacer el viaje. Un viaje por los cinco continentes, eligiendo dos países de cada uno. Empezaron por dos semanas en Perú y otras dos en Brasil. Ahora estaban en la India y allí habían conocido a Kinari (que aún no era novia de Max, aunque a Gert le gustaba hacerle de rabiar con su enamoramiento a primera vista).

—¿Cómo llevas este tiempo que estamos lejos?
—Podría estar mejor.
—Lo intuyo, yo también echo de menos.
—Al menos has conocido a alguien— dijo encongiéndose de hombros.
—Nos queda mucho viaje, ¿qué es lo siguiente?
—Deja que lo mire.

Después de rebuscar en su mochila, y hablar de lo hambrientos que estaban, sacó un pequeño cuaderno.

—Aquí está.
—¿Y bien? ¿Dónde iremos a comer?
—Te hablaba de esto  —dijo agitándolo en la mano—, pero creo que tienes la cabeza en el estómago. Por algo en algunas culturas lo llaman el segundo cerebro...

Sentados en una terraza para comer ojearon las páginas en las que habían planificado su viaje.

—Ya hemos hecho los dos países de América, estamos en el primero de Asia. Aún tenemos en duda el siguiente.
—¿Tailandia, China, Camboya, Japón o  Vietnam?
—Podemos ir a todos.
—Lo ves muy fácil. ¿Le pedirás a Kinari que nos acompañe?

Acabaron su comida mirando y discutiendo la lista que previamente habían hecho. Empezó siendo un sueño, y allí estaban.

—Es el plan y puede variar, ¿estamos bien con eso?
—Sí Gert, estamos bien con eso. Somos conscientes de que puede variar e incluso puede que nosotros lo variemos.
—Exacto, y mínimo tenemos un año para ir a todos esos países, y repetir.
—Esa es la actitud, además te encanta la idea de estar con este pibón por el mundo.
—Eres genial, imbécil. Gracias por hacerme reír.
—Vivo de ello— dijo sacándole la lengua haciéndola reír nuevamente.

Nico

—Esfuérzate más Nico, tienes que ser fuerte si no quieres que ganen tus demonios.
—Pero maestro, estoy agotada.
—No hay excusa. Levántate y vuelve a practicar, además, luego tienes entrenamiento físico.
—¿Me vas a dejar descansar algún día?
—Levanta Minoru.
—Métete en mi cabeza otra vez.
—¿Preparada?
—Quiero dejar de sufrir.

Y así lo hizo el gran maestro...
Nico llevaba casi un año fuera y había avanzado, pero su entrenamiento era duro, y aún no conseguía evitar que él se metiera en su cabeza. El entrenamiento físico sí le iba bien, aunque era agotador. Su cuerpo se estaba poniendo fuerte y cada vez se sentía más ágil y flexible. Al final del día se arrastraba dolorida hasta su habitación. En su interior había vacío y llanto. También trabajaban la meditación y la paz interior para calmar su tantiem y tener el equilibrio necesario.

Siempre había sentido la oscuridad de su interior interponiéndose en su camino hacia la luz.
El propósito de llegar a desarrollar y controlar una magia ilimitada requería primero de un aprendizaje interno. Un trabajo de evolución, tanto físico, mental como espiritual, a niveles desconocidos por ella.
Un camino en el que se frustraba con el lento resultado obtenido a pesar del esfuerzo realizado; no parecía ser nunca suficiente.
Su maestro le machacaba para que cada pequeño paso le acercara un poco más a la sabiduría y la paz, pero ella no lo veía de la misma manera. Entender la importancia del autocontrol era fácil, lo difícil era serenarse y aceptar el proceso.
Sus enseñanzas eran vitales. Llegar a un estado de meditación y consciencia superior le ayudaría a mejorar sus habilidades en la magia y, de este modo, sentirse capaz de crear una versión mejorada de sí misma.

Alex

—¡Papá!
—¿Qué pasa hijo?
—He estado investigando y tengo la clave para levantar Industrias Wilder.
—Eres un genio.

Su vida también había cambiado. Con la muerte de su madre y la visita de los chicos del futuro, Alex tuvo que hacer un gran trabajo emocional. No comprendía el porqué el Wilder del futuro le dejó una nota diciendo que matara a Nico, claramente eso no iba a pasar.

Ahora vivía con su padre en la casa familiar y buscaban una buena forma de resurgir la empresa. Después de los escándalos y asuntos policiales, les quedaba mucho para limpiar la mala imagen que se había creado Geoffrey.

Tras la marcha de Nico, dejó de reunirse tan a menudo con el grupo. Sintió una gran perdida, aunque ya no era tan cercanos como antes. No se podía comparar al fallecimiento de Amy, pero estar sin las dos hermanas Minoru le pesaba.

Trabajaba diariamente para ser mejor.

Molly

Echaba de menos a Nico y a su hermana. Aún se estaba acostumbrando a su falta, pero eso no le impedía seguir con su vida. Su hermana volvería tarde o temprano y, por varías conversaciones con ella, sabía que necesitaba hacer esta aventura.

Ella por su parte había empezado el instituto y le iba genial. Conoció gente nueva y se sentía "normal", aunque de vez en cuando utilizaba su fuerza. Siempre para hacer el bien, defender a algún nerd o impresionar a alguien.
También iba, con sus nuevos amigos, algunos sábados a los refugios para cuidar a los animales y pasear a los perros. Salían a comer y luego hacían actividades "comunes".

Aunque su presente, y futuro más cercano, se basaba en estudiar, no se resistía a imaginar su cara en la prensa llamándole: La nueva Hulka. Tenía claro que más adelante le gustaría ser una súper heroína, y ya estaba pensando en unir conocimiento y fuerza para ser la mejor.
En todo el año, no habían aparecido villanos a los que enfrentarse. Nada más que un par de malos individuos haciendo de las suyas; allí aparecía ella para pararles los pies. Echando de menos las peleas, había encontrado cerca de la mansión una cueva que, desde hacía unos cinco meses, era su espacio de entrenamiento.

En casa, cuidaba de Compasión y de Chase, todo sea dicho de paso.
Al igual que sus compañeros, había mejorado la relación con sus padres adoptivos y salía mucho con ellos. Definitivamente, todo estaba bien con  ella y sentía tranquilidad (quitando el agobio de los trabajos, deberes y exámenes).

Los chicos y sus padres ya le preguntaban por novios o novias pero, de momento, quería vivir su adolescencia tranquila.






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