Cap.3

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—Hola, Gert.
—¡Nico Minoru! -exclamó abrazándola —Te he echado de menos.
—¿Quieres ir a tener nuestra largaaa charla a otra parte?
—Elige sitio.

Nico formuló un par de palabras y toda la habitación de G empezó a moverse y cambiar.

—¿Qué estás haciendo?
—Espera...

Cuando todo quedó en calma ya no estaban en la habitación. Aparecieron en medio de una playa de arena blanca, aguas cristalinas y un pasaje tropical a sus espaldas.

—¿Dónde estamos?
—Quiero hablar tranquila. No te preocupes, tú habitación está en orden y si alguien entra no nos encontrará ni nos escuchará, seguimos ahí, pero no nos pueden molestar.
—Esto es impresionante —dijo observando todo el lugar.
—Es uno de mis sitios especiales.
—Increíble.
—¿Nos sentamos?

Gert aún seguía impresionada y sólo se limitó a sentarse sobre la arena. Sin pronunciar palabra, disfrutando de ese momento. Desde que llegó a L.A. se había sentido en muchas ocasiones ahogada y ahora sólo notaba aire fresco sobre su rostro.

—¿De qué querías hablar?

Nico interrumpió sus pensamientos haciendo que volviera a la realidad. Pese a que una playa paradisiaca no era su realidad.

—Quiero que me cuentes muchas cosas… ¿Por qué lo hiciste?
—Directa al grano.
—Me conoces.
—Creo que no hay una sola explicación. Después de ese día tuve un remolino de sentimientos y emociones dentro. La oscuridad, contra la que luchaba, afloraba en mi ser. Como comprenderás no podía, ni quería, dejar que me ganara. Karolina había estado muy rara conmigo, o eso notaba yo. Ese día me dijo que confiaba en mí, que me quería. No la creí.

Hizo una pausa para coger aire mientras G la miraba expectante.

—Hablé con mi madre, su ayuda fue un gran acercamiento en nuestra relación. Ella comprendía mi desasosiego, me recomendó tomarme un tiempo. Me despedí de vosotros, ni siquiera os disteis cuenta. De Karolina me despedí en privado, ella no entendía la situación. Sigue creyendo que el amor todo lo puede, pero ahora comprende que cada uno tiene sus ritmos. Le prometí que volvería.
—Estuvo mal…
—Lo sé, pero —No te estoy recriminando nada, sólo es un apunte.
—Disculpa si estoy un poco a la defensiva. Desde que llegamos percibí que todos se sentían abandonados por mí. Tenía que seguir mi camino.
—No creo que seas egoísta por ello — se adelantó a decir G.

Ya que, aunque no fuese la misma situación, la entendía completamente.

—Gracias. ¿Prosigo?

Bastó un leve gesto con la cabeza para entenderlo como afirmativo.

—Estuve una semana vagando de un lado a otro. Mi madre me recomendó a mi maestro y emprendí mi verdadero viaje.

Llevaban un buen rato hablando. Gert preguntaba todo lo posible, siempre dejando que su amiga se explicara y extendiese.

—¿Cuándo buscaste a Karolina? ¿Cuál fue su reacción?
—Estuve tentada a volver, plantarme delante de ella y simplemente besarla. Me asustaba demasiado la idea, fue descartada al instante. A través de sus sueños hice el primer contacto, la respuesta fue muy positiva. Sigo sorprendida por ello.
—¿Cómo lo hiciste? Claro que, ya no me sorprende, tus dotes de bruja han aumentado un mil por cien.
—Me introducía tres o cuatro veces por semana. Siempre que me veía lloraba, no sé hasta qué punto sabía que era yo. Hablábamos largo y tendido, controlaba sus fantasías.
—¡Serás pervertida!

N dejó de hablar al instante, y al ver la expresión divertida de su amiga comenzó a reír. Se sentía bien poder hablar tan abiertamente con alguien.                                                                                     Cuando cesaron las risas de ambas G le volvió a dar paso con un gesto de sus manos en forma de reverencia apresurada.

—Como te iba diciendo…, creo que se dio cuenta de que era yo realmente. Siempre me decía “estas distinta a las demás noches, eres tú”. No sé si ella misma se entendía, cuando hablábamos me decía que me amaba, me imploraba que volviera.
—Siempre ha estado loquita por ti. ¿Qué pasó para que ella desapareciera también? ¿Y por qué de la nada?
—Siempre terminaba llorando y yo…, no aguantaba más. Después de todo mi crecimiento personal estaba preparada.
—Voy a empezar a llorar, sigue.
—Le mandé un billete de avión, sin dar explicaciones. No quería condicionar su decisión, sé que ella sabía que era mío. Voló y cuando se abrieron las puertas del aeropuerto estaba yo. Nos quedamos inmóviles unos segundos, hasta que corrió hacia mí. Seguidamente sentí su mano abierta en mi mejilla y un abrazo que no me dejaba respirar. Creo recordar que ni siquiera sentí dolor porque me abrumo con todo el amor que desprendía hacia mí. Era mi hogar, sus brazos lo son. No recuerdo bien si pasó una semana o dos…, sin hablarme. Pero me abrazaba, me besaba, me observaba con tanta delicadeza.

Gert estaba con la cabeza apoyada en el hombro de su amiga, no pudo evitar llorar con esas últimas palabras. Nico le acariciaba la cabeza con la mano del brazo que la rodeaba, mientras le daba unas pautas para que los sollozos no fueran a más.

—¿Podemos quedarnos aquí para siempre?
—No creo que eso sea lo que quieres.

Cuando ya estuvo un poco más recompuesta pudo comenzar a hablar. Nico esperaba paciente para escuchar a su amiga. Era su turno.

—Te voy a hacer un resumen desde que te fuiste hasta que yo decidí irme.

N respetaba los tiempos de su amiga. Ahora incluso podía ver como dentro de su cabeza se ordenaban las palabras correctas para empezar a hablar.

—Todos nos quedamos devastados con tu marcha y con el impacto de ver a Chase muerto entre mis brazos.

¡Vaya gancho le había lanzado! Sabía que su amiga no le echaba nada en cara, pero…

—Hice más amistad con Max y él tenía ese proyecto. Ir por fundaciones alrededor del mundo. Entendía tus motivos para marcharte, entendía tus necesidades…, ahora las entiendo mucho mejor. Decidí hacerlo, todo me agobiaba y una oportunidad así sólo se presenta una vez.
—Puedes parar a respirar.
—Disculpa. Había estado buscando las mejores palabras para que me puedas entender lo mejor posible y acabo hablando muy rápido.
—Te estoy entendiendo, no te preocupes. ¿Qué pasó entre Chase y tú?
—Se puso insoportable, no aceptaba mi marcha. Me insinuaba cosas de Max, nada de eso me gustaba. Sé que cada uno lleva su propio proceso, pero su actitud dejaba mucho que desear. Un día, por video llamada casi no me dejaba hablar y no me importó. Cuando le quería contar algo de ese día o de esa semana, aunque no fuese personal, me cortaba. Yo lo escuchaba con atención, pero no entendía nada, estaba haciendo planos para su laboratorio. Me llamó Max, para saber si me faltaba mucho en la llamada y Chase comenzó a gritar. ¡NI UN SOLO MINUTO NOS DEJA! ¡ES UN IDIOTA! ¡DEBERIAS VOLVER! Y esas cosas eran las de menor importancia. Hablé con él, dejando claro que no podíamos continuar así. Le puse fin a nuestra rara relación y me colgó.
—No me imagino la escena. Lo siento, Gert.
—Agua pasada.
—Y ahora ¿qué sientes?, ¿qué planeas?
—Volver a verle y ver lo calmado que está… No lo sé. Creo que tiene un plan fijado de reconquista y eso no me pone las cosas fáciles. Le quiero, pero no lo es todo. Ahora Max está en la India dirigiendo un proyecto y eso me da tiempo para pensar. No quiero arrastrarlo a otros países ahora mismo. En lo que ha durado mi viaje me han ofrecido dirigir voluntariados o trabajar a fondo en las fundaciones. Me planteo varios destinos, todas las personas que he conocido por el camino son puro amor y quiero devolver un poco de lo recibido. El que más me motiva ahora mismo es en Tinduf, en campos de refugiados saharauis.
—Me encantaría ver el proyecto más a fondo. Suena muy interesante. ¿Le dirás a Chase que te acompañe?
—Él es muy de ciudad…, de laboratorio. En el momento oportuno me iré sin más.
—¿Pero tú quieres que te acompañe? Como todos, ha llevado su proceso y sus tiempos.
—Me encantaría, ya te digo que volverlo a ver remueve todo dentro de mí. No le quiero dar a decidir, ni quiero que deje su vida aquí.
—Pero no puedes decidir por él.
—Tú lo hiciste por Karolina, dejándola aquí.

Al instante se arrepintió de sus palabras, ni por asomo era la misma situación.

—Perdón, Nico. Ha estado fuera de lugar. Sólo es que aún no sé qué quiero.
—No hay nada que perdonar, comprendo los motivos que te hacen reaccionar así. Estoy bien con eso, estoy bien conmigo.
—Me das envidia. Has evolucionado tanto como ser humano, es inspirador.

Anduvieron por la arena un buen rato, charlando de cosas más informales. Acabando de ponerse al día y riendo. Abrazándose a cada rato y, sin saber cuánto tiempo se habían ausentado de la realidad, disfrutando del ocaso.

—¿Volvemos?
—¿Es necesario?
—Sí, Gert. Además, no hemos comido nada en todo el día y vamos a salir a cenar con Karolina y Molly.

Antes de que G pudiera rechistar, ya estaba N devolviéndolas a la habitación de la que no habían salido.

—Dime, por favor, que haremos esto más a menudo. ¡Qué libertad!

Gert se alistó bastante rápido, era una cena informal. Molly apenas tuvo que esperarlas. Cuando las hermanas estaban listas partieron a casa de Nico y Karolina, para que la primera se arreglara un poco. K las esperaba ya preparada. Salieron las cuatro a la hora prevista, hambrientas. Llegaron al Din Tai Fung, un restaurante taiwanés, dónde tenían mesa reservada.


—¡Amigo! Traigo unas cuantas cervezas y algo de comida basura. Ya que las chicas tienen hoy su cena he pensado que nos vendría bien pasar un rato juntos.
—Todo un detalle, Wilder. Pero…, ¿por qué nos excluyen? En pleno siglo veintiuno no deberían de haber noches de chicas, ni noches de chicos.
—Conociéndolas bien, no creo que la idea fuera “excluirnos”. Es más, creo que amoldas el discurso de tu amada a tus convicciones.
—Puede ser
—¿Trabajamos un rato?

Le interrumpió antes de acabar la frase. Esa noche no quería lamentos, estaban todos en la misma cuidad y era grato volver a relacionarse. Puede que el plan se plantease demasiado diferente al de ellas, pero Chase aceptó con mucho agrado los aperitivos y cervezas con los que su amigo le había obsequiado en la que parecía se iba a convertir en una velada decadente.

—¿Necesitas que descifre algo más del compendio?
—Creo que ya hemos trabajado mucho por hoy. He avanzado a pasos de gigante. Con mi plan de reconquista casi no he tenido tiempo de dedicarme a esto.
—¿Qué tal vas con eso?
—Bueno…, ya sabes como es. ¿Y tú con…?
—Nada serio, ninguno de los dos buscamos nada serio. Divertirnos, salir con otra gente y compartir momentos.
—En otros tiempos diría que Alex Wilder se está enamorando, pero ahora, con ese rollo chill, te creo cuando dices que sólo os divertís.
—No he tenido “suerte” en el amor. Adoro el amor y compartirlo con otra gente es lo mío. ¿Si tengo tanto amor para dar, por qué enfocarlo sólo a una persona?
—Creo que tú también utilizas el discurso de alguien en tus convicciones.
—Me has pillado. Por ahora soy feliz así. Estoy conociendo a mucha gente, a muchas chicas…
—¡Quita esa cara de pícaro! Me alegra verte tan bien. ¿Quieres ver el documental del que te hablaba antes?








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Siento la tardanza 🙃
Gracias por vuestras estrellas

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