Capítulo III

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Luego de haber dejado atrás la habitación de los diamantes y cualquier otra cosa que pudiera estresarme o hacerme pensar de más, me encontraba caminando por las calles de Yokohama en dirección a la casa de Dazai.

Mirando las casas grandes y distintas construcciones me di cuenta que hace tiempo que no paseaba por aquí, pues es uno de los lugares más adinerados de la ciudad y yo vivía al otro lado, además ya no había ninguna razón para volver aquí. Eso sí la idea de aprovechar mi gran puesto de trabajo para esforzarme y poder llegar a comprar una casa en este sitio surco mi mente.

Luego de unos minutos más caminando llegué a la casa de Dazai, esta bastante grande era grande, lo suficiente para considerarse una mansión pequeña, pero el espacio no sobraba, justa para que los miembros de la familia tengan su espacio, tenía un gran jardín con unos columpios donde él y yo jugábamos de niños, pero supongo que la casa ha de haber cambiado.

Estaba parado al frente de la gran puerta, pensativo y nostálgico, se bien que solo tenía que mover la mano para alcanzar el timbre y poder entrar, pero un aire mucho más nostálgico me envolvió. ¿Hace cuántos años no veía a Dazai? Ni yo llevaba la cuenta, siempre que sabía de él era por los articulos de su padre en el periódico, lo malo era que no eran muy buenas las noticias, espero que el Dazai de ahora siga siendo el Dazai que conozco.

Luego de mucho pensar en el pasado toqué el timbre con cautela, como si estuviera haciendo algo prohibido, sabía que anímese no era el caso, sonó un ritmo melódico y luego se escucharon los apresurados pasos de alguien que venía a abrir la puerta.

-¿Quién es?- preguntó una voz femenina y chillona al otro lado de la puerta.

-Chuuya Nakahara- dije mi nombre y la puerta se abrió demasiado rápido, logrando que mi cerebro se diera cuenta de quien la había abierto, Elise.

Elise se veía igual, es una joven pequeña, de piel pálida y ojos azules brillantes, con pelo largo, rubio y lleno de gruesos rizos que se enroscan en la cintura, también con un flequillo lacio y contundente en la frente, junto con un gran lazo rojo en el lado derecho de su cabeza. Llevaba puesto un vestido rojo con mangas cortas e hinchadas y un dobladillo blanco con volantes en la parte inferior; alrededor de su cintura hay una delgada banda blanca, mientras el cuello del vestido es blanco y abotonado, sujeto por una cinta rosa en su parte inferior porta medias negras y grises con rojo Mary Janes, Sinceramente desde la última vez que la vi no ha cambiado nada, simplemente la estatura, puede que ella haya crecido un poco.

Apenas al verla los recuerdos nuevamente se apresuraron a llegar a mi mente, Elise es poco más que una niña malcriada. Se apresura a atacar cuando no se sale con la suya y no tiene respeto por la autoridad, y mucho menos a sus mayores.

- Ah... Chuuya- dijo para luego mirarme de arriba a abajo, seguramente inspeccionandome con la mirada- ya llegaste- dijo con un tono de indiferencia propio de ella, para luego dejar la puerta abierta y darse la vuelta alejándose lentamente hacia el interior - tranquilo, puedes pasar- dijo soltando una risa sarcástica, dando vuelta solo su cabeza para mirarme a los ojos con esa cara de felicidad falsa e inocente que todo demonio tiene.

-Gracias, Elise- dije intentando ser educado- has crecido- observé bien ahora- aunque tu carácter sigue igual de como recuerdo- o sea, la misma mierda de siempre, preferí no soltar lo último, para evitar discusiones.

Finalmente Elise se fue de mi vista y me adentré a la casa cerrando la puerta detrás de mi, me percaté que fue Elise la que me abrió la puerta y no había clientela ni mayordomos, que por lo menos de lo que recuerdo, siempre estaban para recibir a las visitas o asistian a la familia en todo momento, caminé por el gran pasillo de entrada hasta llegar a la habitación principal o la sala de estar, todas las habitaciones eran muy espaciosas.

❝ 𝘛𝘩𝘪𝘦𝘧'𝘴 𝘯𝘰𝘵𝘦𝘴 ❞ - 『 𝚂𝚘𝚞𝚔𝚞𝚔𝚘 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora