Prólogo

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WEREWOLF IN LOVE WITH THE MOON

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En Beacon Hills nunca nada era normal, no para la peculiar curiosidad de Stiles Stilinski, chico hiperactivo mejor conocido como hijo del Sheriff Stilinski, con un gusto casi patológico por el crimen. Casi, porque está segurísimo de que jamás terminaría involucrado en uno, no en la parte culpable, puede que como ciudadano curioso y tal vez, solo tal vez, como víctima o daño colateral.

Beacon Hills le mostró a los 16 que el mundo era más amplio, y que su trastorno no incluía alucinaciones. Porque comprobó a través de su mejor amigo Scott McCall, que los hombres lobo existen. Ellos, y otras criaturas sobrenaturales que le dieron más dolores de cabeza y afinó su habilidad para mentir durante dos años. Hasta que decidió seguir su vida, dejar la seguridad de la ciudad en manos de su manada y perseguir su sueño.

Eso, y que realmente pensaba que como agente federal podría llegar a hacer más que como un simple muchacho inquieto e impulsivo que se metía en problemas cada dos por tres.

A sus 18 años se mudó a Virginia, donde estudió una carrera en biotecnología, simultánea con administración financiera, aprovechando al máximo su intelecto (que estaba por encima de la media, casi llegando a genio) y a su mismísima condición conductual que le obligaba a tomar medicamentos y mantenerse ocupado, esa era su mejor terapia después de haber pasado una infancia más bien problemática e incomprendida, y una adolescencia más bien marcada por cierto acoso escolar que nunca pasó a mayores por ser el hijo del Sheriff.

A los 22 hizo su examen de admisión y el entrenamiento riguroso para ingresar en la academia del FBI, y tras exitosos resultados obtuvo lo que tanto había deseado. Una placa. A los 24 fue asignado a una oficina estatal en Nueva York, así que tuvo que mudarse, otra vez. Lo que no le molestaba particularmente, aunque estaba seguro de que la asignación había sido más como un castigo por su insistencia en tomar algunos casos de homicidios extraños que se han estado presentando a lo largo y ancho del país, concentrándose en Washington, Virginia y Nueva York, a donde finalmente es enviado para demostrar sus sospechas.

El caso no era sólido, por supuesto, hacía falta reunir pruebas y evidencias directas de las escenas criminales, pero la agencia no le ha proveído de apoyo alguno, y en la oficina de Nueva York ya le consideraban el agente loco con complejo de Fox Mulder.

― Fox Mulder estaba obsesionado con los alienígenas y ovnis, no hay mucha lógica en que me comparen con él, papá.

Stiles, siempre puedes volver a Beacon Hills y lo sabes.

― ¿Porque se burlan de mí? Claro que no, papá, les voy a demostrar que hay hombres lobos y otras criaturas sobrenaturales que no son tan amables y protectoras como nuestra manada.

¿Estás consciente de que, si llegas a desvelar esos casos, expondrás a todos los hombres lobo del país? Tal vez del mundo entero.

― Papá, estas personas merecen que se les haga justicia. No que sus casos terminen en cajas que el FBI y otros departamentos policiales dejan abandonadas en sus bodegas para acumular polvo.

Solo digo, ten mucho cuidado Stiles. Allá estás solo.

― Lo sé, papá. No te preocupes, voy a calcular cada paso que dé.

Mantente en contacto, ¿bien? No me hagas viajar hasta allá si no te comunicas regularmente.

― Sí, papá. Sigue cuidando tu salud, no comas demasiadas grasas ahora que Scott se ha casado y seguro ya no te echa ojo a diario.

Por desgracia para mí, Scott no ha faltado a su palabra. Básicamente lo he adoptado ya como hijo en tu ausencia. He tenido que recordarle que Melissa es su madre y es a quien tiene que cuidar más que a mí.

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