WEREWOLF IN LOVE WITH THE MOON

Epílogo

¡Disfruten!

Epílogo

~*~

La misma noche que lograron desterrar todo indicio de los experimentos de los científicos locos, la hazaña encabezada por la manada Hale y el heraldo Stilinski se dio a conocer por todo el mundo con la facilidad con que se envían mensajes en la red. Todavía estaban cremando cuerpos cuando otras manadas ya estaban enviando sus banderas blancas a los Hale, asegurando mantenerse en sus respectivos territorios y evitar futuras batallas.

De momento, no había más que respeto; sin embargo, Kenneth sabía que aquella tranquilidad probablemente no sería para siempre, por lo que instó al castaño a conocer su poder, leer el libro era prioridad, lo había sido desde que lo puso en sus manos, pero no era sino hasta que el vínculo con Derek se afianzó que Stiles fue auténticamente capaz de leerlo, sin importar la hora del día.

― Derek.

― Qué.

― Tengamos sexo.

El lobo elevó una ceja, no es que le avergüence escuchar a su novio pedirle expresamente hacerlo, es solo que desde hace una semana que empezó a leer el libro, cada que lo cerraba de golpe, él de inmediato se lo pedía.

― Bien, dímelo.

― Ya lo hice, tengamos sexo.

― No eso, Stiles. Por qué quieres tener sexo justo ahora. ¿Hay algo en ese libro que despierta tu libido?

― No. ― Dijo, pero había un brillo en los ojos marrones que provocaron un tenue gruñido en el lobo, que él entendió que no estaba creyéndole. Del todo, al menos.

― Stiles. ― Siseó con tono de advertencia.

― ¡Bien! ¡Es tu culpa!

― Mía. ― El moreno se señaló a sí mismo, con una cara de absoluta interrogación que le daba un aire sexy y adorable.

― ¡Sí! He estado aprendiendo mucho en este libro, sabes. Incluso cómo los hombres lobo alfa entran en celo y cómo el heraldo debería asegurarse de que la hembra alfa elegida por el lobo alfa a quien sirve sea adecuada para él. ¡Porque cuando el celo aparece es tiempo de reproducción y preservar el linaje!

― Stiles, no estoy en celo.

― Sí lo estás.

― Creo que sabría si lo estuviera.

― Obviamente no lo estás notando, Derek.

― Y según tú, qué te hace saber que lo estoy.

― Que yo quiero tener sexo contigo. ― Obvió.

Lo que en realidad no era tan obvio ni explicaba nada para el lobo. El castaño suspiró.

― Bien, te lo pondré en palabras más simples. Emites este olor, que como heraldo puedo captar con la misma facilidad que si fuera hombre lobo. Además, no me has dejado salir del departamento desde hace una semana. Literalmente, Derek, no me dejas salir, y no sales tampoco. Acercaste víveres y todo lo necesario para aislarnos durante un par de semanas. Y todo el tiempo estás erecto. ¿Necesito seguir?

― No es el macho alfa el que entra en celo. ― Discutió.

Y, para información general, ellos ya estaban desnudándose, Hale tomando sitio en el sofá mientras Stilinski se acomodaba en su regazo.

― ¿Estás insinuando que soy yo quien está en celo?

Stilinski preguntó, sonriendo con un toque de burla. Su cabello castaño, algo más largo por la fecha, junto a una apenas visible barba, le daban ese aire algo más varonil que, la verdad, Hale encontraba sumamente atractivo. Aunque todavía terminarían en la ducha, rasuradora en mano porque ¡maldita sea, no puede admirar a su antojo sus encantadores lunares!