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NARRADO Madison De Paul

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NARRADO
Madison De Paul.

22 de agosto.

Me senté cansada en la mesa que nos había designado Lautaro, porque además de fiesta, había comprado un catering para todas las personas que habían asistido, y como en un cumpleaños de xv, los organizó por mesas.
No voy a mentir, pero tenia esa leve esperanza de que me había puesto en una mesa diferente a la de Paulo, pero al ver mi nombre con el número 7 al lado y como él se dirigía al mismo lugar, quise escapar. Pero se lo habia prometido a mi hermano, y lo iba a hacer por el, creo.

Rodrigo se había sentado a mi lado, y en el otro Leo le había ganado a Paulo, este último suspiró y sacó su traje de la silla de Paredes, para dejarla en la que se encontraba justo al frente mío. Obviamente Leo no se había dado cuenta ya que estaba muy en pedo, así que no se lo había hecho apropósito.

Cuando trajeron la comida, solo agarré algunas papas, y por algunas, digo dos o tres, ya que el vodka que me había ofrecido Camila me estaba haciendo efecto más rápido de lo que esperaba.

— ¡Comé que en casa no hay nada!—mi hermano gritó llamando la atención de todas las personas que se encontraban en la mesa.

Suspiré al sentir la mirada de Paulo en mi, había estado toda la noche así, y ahora que estábamos a pocos metros me incomodaba aún más.

— De after vamos a algún lugar a comer porfa —le susurré en el oído. El elevó los hombros y siguió tomando un poco de champagne.

No saqué mi mirada de él porque si lo hacía, me iba a encontrar con la del jugador de la juventus, y no quería. Mi hermano frunció el ceño y miró a la copa confundido. La agitó levemente y después bufó al darse cuenta que no tenia más.

De reojo, pude ver como Paulo se levantaba de su silla, y en unos minutos volvió con una botella de champagne en la mano. No se sentó y optó por quedarse parado para comenzar a servir en la copa de cada uno. Cuando llegó a mí, se posicionó entre el espacio que quedaba entre Leo y yo. Dejé mi mirada en mi copa, y suspiré al sentir su perfume. Se había puesto el que me gustaba, y eso él lo sabía.

— Ah bueno tenes una pinta de mozo —exclamó mi hermano cuando llegó a su lado. Paulo rió, y al terminar de servir, se sentó en su silla.

Casi como si estuvieran coordinados, todos agarraron su copa y empezaron a tomar, menos yo, al sentir que la música había comenzado nuevamente. Rodrigo sacó a bailar a mi cuñada, provocando risas de todos al ver como ella lo intentaba seguir, Leo lo imitó y se paró con su novia. Negué divertida y apoyé mi espalda contra la silla para poder chusmear un poco instagram ya que me había cansado por culpa de los tacos. Y como si fuera apropósito, nuevamente sentí la mirada de Paulo en mi, elevé las cejas sin despegar mi vista de mi celular, y de reojo vi como llevó la suya hacia mi copa y luego a mi cara nuevamente, para después suspirar al ver que no había tomado el champagne. Se levantó de la silla con su copa en la mano y desapareció de mi vista.

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