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15 de octubre,2020

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15 de octubre,2020

NARRADO
Madison De Paul

Me acomodé mejor en el asiento del auto y suspiré. Era la primera vez que viajaba a Turín después de.... tanto tiempo , y aunque las probabilidades de que me encuentre a Paulo eran muy pocas, tenía un poco de esperanza. Queria ver si era posta o solo fue una calentura de miami.
Además de que no hablamos desde el otro día, él no me habló y yo tampoco. Que se yo. Me pegaría por ser tan estupida a veces.

Pero dicen que lo último qué hay que perder es la esperanza.

?creo.

Aproveché que Natasha tenía que viajar a Turín por una sesión de fotos y la acompañé. Ella se iba a quedar cinco días, ya que el último tenía que desfilar. Y bueno, además que me vino perfecto como excusa a Rodrigo, quien me estuvo rompiendo las pelotas para que me quede con él antes de que vuelva a buenos aires. Ah si, había rendido mal el último examen, así que tenía que volver antes de lo pensado.

— QUE NERVIOS — chilló la rubia a mi lado, al ver el salón donde le iban a hacer las fotos. Reí y me pegué en la ventana para tratar de ver más de cerca lo que era.

Dios, ojalá Buenos Aires tendría todo esto.

— Mirá eso — señalé la entrada del lugar. Natasha se pegó a mi espalda y abrió la boca sorprendida como yo.

Éramos dos nenas.

— Te juro amiga que cuando cague plata voy a comprar una casa así para nosotras dos — murmuró todavía observando lo que le había señalado. Asentí media tonta, sin despegar mi vista de eso.

— Y en la sala principal va eso — señalé una especie de.... ¿planta? en realidad ni siquiera sabía lo que era, pero tenía luces blancas alrededor y otras de color violeta; mi color favorito. La rubia me palmeó muchas veces el hombro y la miré confundida, ella agarró mi brazo e hizo que me pegue a su lado de la ventana, mientras señalaba a su derecha.

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