CAPITULO XXXV: "LECCIÓN 3: REDENCIÓN"

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¿Estas segura que era Delicioso? -Dijo mi tan querida amiga.

-Estoy segura -Le di un bocado a mi sándwich -Estaba oscuro, pero estoy segura de que era él -Observe la entrada de la cafetería, ya que el movimiento de aquel cuerpo varonil llamo mi atención.

-OK, Ana... Por tu rostro, he de entender que tienes una idea –

-Tan obvia soy -Dije sin despegar mis ojos de él -He de admitir que Delicioso es guapo, sabes si a tenido novias... -Observo a mi amiga que me observa de una manera muy extraña -Solo para saber, no te hagas ideas equivocadas, no quiero ex o admiradoras queriendo aniquilarme –

-Si, como tu digas. -Me observa con una amplia sonrisa -Tenia una, Amanda Perinton. Pero terminaron hace mas de un año, después de descubrir que se acostaba con uno de sus compañeros del equipo -Escupí mi jugo al escuchar aquello.

-¿Qué? Disculpa amiga, creo que te escuche mal. Creí escuchar que lo engaño con otro del equipo en el que estaba él -Ella asiente, ya que le dio un bocado a su almuerzo -Eso es repúgnate –

-Mira quien lo dice, la que trabaja en un... -La fulmino con la mirada y ella se detiene -Disculpa, no puedo evitar hacer mis comentarios sobre ese lugar, Ana –

-Como sea. No es como si estuviera, por gusto ahí -Recojo mis cosas.

-Ana, no te enojes, solo se me salió – me alejo antes de que le diga algo hiriente.

-Me voy a casa, estoy muy cansada -Salgo de lugar, no me importa que solo sea medio día y las clases no han terminado.

Después del largo trayecto en autobús de regreso a casa, no dejo de darle vueltas al mal comentario de Gisela, pero no debería de ofenderme, no debería afectarme... pero lo hace. El que tu mejor amiga te considera de esa manera es lo peor, pero no lo entiende.

"Dile la verdad" sacudo aquella idea de mi mente y continuo con mi camino.

Frente a mi esta aquella casa de tejas desgastadas y pintura desteñida, el patio es un asco con las plantas secas y el pasto levemente crecido. Entro sin más y el hedor a humedad me golpea en el rostro, pero también percibo aquel aroma que ya debería ser más que normal en mi mugrienta vida.

-No sé cómo las encontró... carajo -Tomo las botellas de alcohol y las llevo al contenedor de basura, reviso las alacenas y están vacías -Maldita sea -Reviso el refrigerador y está repleto, pero solo de cerveza y botellas de wiski -Esto es una mierda -Comienzo a sacar las botellas y a vaciar todo en el lavabo. -Le doy dinero, la confianza de que surtirá y hace la primera estupidez... -

-¿Ana? ¿Eres tú? -Lo escucho entrar a la cocina -¿Qué demonios haces con mis bebidas? –

-No es obvio. Tirarlo a la basura –

-¡NO!... No lo hagas -Comienza a empujarme, tratando de evitar que lo haga -Ana, hazle caso a tu padre y obedece –

-Vete a la mierda. Te doy dinero para que compres víveres, me pediste confiar en ti, que te diera la oportunidad y esto es lo que obtengo. Vete al carajo ebrio de mierda -Estoy eufórica, la ira recorre mi cuerpo y la sangre bombea a una velocidad. Pero el ardor en mi mejilla y el frio piso me devuelven a la realidad del momento. Toco mi mejilla; duele y arde de igual manera. Lo miro horrorizada, molesta y decepcionada ante el acto que acaba de cometer.

-Ana. Hija. ¡Dios míos! Lo siendo, no fue mi intención. Cariño. Perdóname -extiende su mano para intentar ayudarme a levantar, pero la alejo de un manotazo. Me levanto del suelo como si tuviera un resorte pegado en el trasero y subo las escaleras a gran velocidad -Ana -escucho que grita, pero no le daré la satisfacción, a nadie le daré la satisfacción, no me verán llorar de nuevo.

Entro a mi habitación y como puedo la aseguro por dentro. Al instante escucho el incesante golpeteo del otro lado. Trato de ignorarlo. Trato de aparentar que no esta ahí. Tomo mis audífonos y coloco la música todo volumen. No quiero escucharlo. Siempre las mismas palabras. Las estúpidas disculpas sin sentido.

** ** ** **

-Eso se ve mal -Dice el medico de mi madre entrando a la habitación -No quieres que lo revise -Niego y tomo la mano de mi madre -Ana, tu madre esta igual. Mejor. A mi parecer, pero tu no te... -Levanto la mirada y noto como se paraliza. Carraspea levemente y desvía la mirada algo incómodo.

Me levando de la silla y le doy un dulce beso en la cien. Tomo mi mochila y me encamino hasta la puerta. Pero su mano me impide el avance.

-Le sugiero Doctor... que no se meta en mis asuntos -Digo, mi voz suena tan fría.

-Ana, si necesitas hablar, alguien que te escuche y si puedo ser de ayuda... Puedes contar conmigo. No me veas únicamente como el medico de tu madre –

-No se preocupe, no lo veo ni como eso -Me suelto de su agarre -Con permiso -Salgo de la habitación a grandes zancadas, apresurando mi paso lo mas posible hasta llegar a la planta baja y poder salir de ahí.

Estaba agotada no había podido descansar toda la noche, después de que papá me golpeare de aquella manera. Apenas había cerrado los ojos y noté los primeros indicios de la mañana, salí de la casa sin contratiempos, seguramente había caído ebrio en algún ligar de la casa, lamentándose por lo ocurrido. No verifique mi teoría, solo quería Sali, traía la misma ropa de ayer y sin pensarlo mucho había caminado hasta la clínica privada donde tenia a mi madre. Al estar en su habitación tomándole la mano, me sentí mas tranquila y me quede dormida, hasta que escuche la voz del Doctor, ese hombre se cree la gran cosa, pero no me interesa en lo más mínimo, a pesar de sus vagos intentos de conquistarme. La verdad que aborrezco su actitud y más... como me mira.

Llegue a la universidad y mi tío me intercepto, lo había estado evadiendo por semanas con éxito, pero me tomo totalmente desprevenida.

-¿Qué te paso? -Pregunto con un leve tono de angustia y preocupación al ver la marca en mi pómulo.

-El ebrio de tu hermano me golpeo –

-Ana... deja esa casa. Tu tía y yo estaremos muy felices de tenerte con nosotros, lo sabes ¿no? –

-No quiero su compasión ni mucho menos su lastima -Trate de alejarme.

-Ana te equivocas, eres nuestra sobrina. Te amamos –

-No por que no hayan podido tener hijos deben de apropiarse de los de los demás -Dije y en un breve instante me arrepentí ante mis palabras, no era su culpa, no debería desquitarme con él. No de esa manera tan baja y ruin. La expresión en su rosto, la turbación de su mirada. Me hizo dar media vuelta y alejarme.

"Muy típico de ti Ana, primero tu hermano y ahora tu tío. ¿A quién más necesitas lastimar para estar satisfecha?" me recrimine una y otra vez.

TRAS LA MASCARA. (2° DE SAGA ATRACCIONES PELIGROSAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora