None So Blind (Juliantina)

Capítulo 21

1999

Valentina terminó de poner las maletas en el Explorer mientras las tres mujeres se preparaban para su viaje. Lucía Carvajal estuvo encantada cuando Valentina la llamó para contarle que irían a visitarla. Y como era de esperarse, Lucía se había negado a aceptar que sus dos hijas y nieta se quedaran en un hotel y la artista le dijo un silencioso "gracias".

Valentina disfrutaba estando en la casa en la que había crecido y estaba ansiosa de que Jess la viera. Además quería algún rato libre con Juliana y de esa forma no se sentiría tan culpable si dejaba a Jess con Lucía aunque sólo fuera por una noche.

Juliana salió por la puerta de la entrada con una chaqueta en la mano. El día se pondría más caluroso algo más tarde, pero en esos momentos el clima estaba fresco y el famoso sol del sur de California estaba escondido detrás de nubes de lluvia. La pelinegra se estiró y bostezó, haciendo casi un sonido de un gemido para los buenos oídos de Valentina. El sonido viajó directamente a la entrepierna de la artista y tuvo que arrastrar sus ojos lejos de esa imagen o haría algo que la avergonzaría.

Point Loma era una pequeña y bonita ciudad de la costa de San Diego. La artista nació y creció fuerte y sana en el vecindario que daba al Océano Pacífico. Era la hija de un militar, pero su madre insistió en que necesitaban una casa cerca pero fuera de la base. Así que un año después de que Valentina naciera, sus padres construyeron una casa con esos mismos requisitos.

"Está todo tan precioso como siempre, Stretch". Dijo Juliana mientras iban por la carretera.

Lucía Carvajal estaba esperándolas y no se decepcionó ante la visión de las tres mujeres saliendo del vehículo. Su hija la había visitado en Navidad, pero ver a Juliana y a su hija más grande era un tónico para el alma de la mujer. Había visto pasar catorce años y ni Juliana ni su hija habían expresado su pasión la una por la otra. Con cada año que pasaba, se había forzado a no entrometerse. Ella también creía, como lo hacía Juliana, que todo sucedía por una razón y en su momento. Tenía una extraña sensación, sin embargo, de que si las dos no hablaban de los pensamientos y emociones que sentían la una por la otra en ese momento, nunca existirá una nueva oportunidad.

Lucía estuvo fuera de la casa tan rápido como sus piernas de sesenta y cinco años le dejaron. Abrazó primero a Valentina, teniendo la alta mujer que inclinarse para darle un beso en la mejilla. Juliana y ella tenían lágrimas en sus ojos en el momento en el que el abrazo estuvo completo.

"Completamente preciosa". Dijo Lucía mientras miraba de arriba a abajo a la mujer que tenía frente a ella.

Juliana le había mandado fotos según pasaban los años, pero no era lo mismo. Siempre supo que esa chica crecería hasta convertirse en una preciosa mujer, y por la adoración que todavía brillaba en los ojos de su hija parecía que la artista aún se sentía de la misma forma.

"Mamá, esta es tu nieta, Jessica". Habló Valentina desde detrás de la joven, apoyando sus manos en los hombros de JV.

Juliana sonrió mientras la joven tímidamente estrechaba a la mujer mayor, pero dos minutos más tarde Lucía ya hacía reír y sonreír a Jessica. La escritora había disfrutado especialmente la manera en que Valentina había presentado a JV y el orgullo en la voz de la artista. Era un momento que Juliana había esperado durante mucho tiempo. Era lo más cercano a un momento familiar, el único que habían tenido en quince años, y sintió su corazón queriendo salírsele del pecho. No podría olvidar ese sentimiento de felicidad tan grande durante un largo tiempo.

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"Bien hecho, abuela... ¡Sabía que lo conseguirías!". La voz de Jessica se podía escuchar desde el estudio escaleras arriba.