•Chapter 2• La gota de alcohol en la herida

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Luego de estar en casa de Rouge tuve que volver de mala gana a la casa de mi prometido. Apenas son las 8 pm y aún no ha vuelto a la casa, seguramente está con la chica revolcándose en los muebles de aquel club, o incluso, con las demás que yo sola averigüe y que dolorosamente tuve que aceptarlo.

Con tan solo llegar al hogar no hice más que sentarme en la mesa y solo restregar mi cabello de la ira e impotencia que se apoderaba de mi entre la oscuridad y la leve luz de la luna. Estaba sumergida en tanta tristeza que yo misma me seguía lastimando. No paraba de golpear mi cabeza y esparcir mis lagrimas en todo mi rostro con brusquedad al sentirme tan insuficiente y mediocre, no me sentía mujer, me sentía como una fruta podrida apunto de ser lanzada al contenedor de basura.

No... me... sentía... viva.

Miles de recuerdos navegaban sin parar en mi cabeza, cada vil y malvado acto que hacía contra mi chocaban en mi; tan solo siendo una chica de mente inocente y de sentimientos puros. Yo era esa rosa que por capricho fue arrancada con todo y raíz a manos de un verdadero demonio.

Ese demonio que sin usar algún instrumento me despedazó el alma en miles de trozos, hasta convertirlos en la misma ceniza. De lo que fue una mujer inocente. Aquel demonio que con sus manos sucias y pecaminosas viajaron en todas partes de mi cuerpo hasta dejar la marca del mismo inframundo. Esa marca que jamás me podré retirar, una marca que ha quedado petrificado dentro de mi como un mismo tatuaje.

Ese vil demonio disfrazado de oveja blanca que blasfemó contra mi, el que no paraba de ofenderme ya sea por mi figura, por mis pensamientos, por mis sollozos en medio de la noche, o por simplemente darle mi amor incondicional.

-"¿Acaso te consideras una "Mujer"? Solo mírate, me das tanta lástima, ya veo el por qué no llenas a ningún hombre, por que conmigo... no me satisfaces"

Esa maldita voz no para de retumbar como trueno en mi cabeza, solo quiero que pare ya de torturarme, solo para.

-¿A ti que te importa con quien ando hablando? ¿Quieres que te mate la curiosidad? Pues con mucho placer te lo diré muñeca, ando hablando con muchas mujeres y créeme que son mil veces mejor que tú, no sabes cuanto disfruto haciéndolo.

Solo sal de mi cabeza te lo ruego. No estoy bien.

-Mira muy bien maldita, si tú tuvieras un hijo mío, créeme que le daré lo mismo que te di a ti, desprecio y asco. Si a mi no me importa tu vida, créeme que el de un renacuajo menos me importaría hahaha.

¡Cállate ya!

Llegué a mi límite, no hice más que levantarme de la silla y empecé a tirar todo lo que estaba a mi alrededor, tire todo lo que estaba en la mesa hasta escucharse romperse bruscamente los platos y jarron del suelo. Tiré plato tras plato y copa tras copa y su famosa botella de whiskey sin piedad alguna y derramarse en mis tacones, hasta arrancar la cortina y llenar de luz de la luna el lugar.

Mire a mi alrededor y solo sonreí, carcajeé en medio de esa sonrisa y sollocé frustrada estrujando mi cabello y estas adherirse en mi rostro con mis lágrimas. Este ambiente y el desastre era yo. El desastre que ocasione soy yo. Había convertido en un arte representando en su máxima expresión.

-Me he convertido en Picasso, esto debe estar en un museo, ¿no crees Rose?.- no paraba de sollozar y reírme en medio del dolor, ver como yo misma estaba convirtiéndome en un ser oscuro lleno de ira e impotencia.- No, no no no, no puedo dejarme dominar por él, no no. ¿Por que a mi? Primero mi pasado y ahora esto. ¿Que más te puede esperar pequeña niña? Solo estás viva para sufrir, no para sobrevivir.

Te has vuelto en la gota de Alcohol en mis heridas más profundas que solo tú me ocasionaste.

•Shadamy• El Chico de al Lado©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora