⟮ 8.⟯

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Pareja :  Kimizuki x Yoichi .
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N/A :  Sé que la 1 a.m no es la mejor hora para publicar algo,
      ﹋﹋     pero terminé esto y quería subirlo cuanto antes;;

La sorpresa fue grata al observar a través del ventanal diminutos copos de nieve cayendo uno por uno del cielo, cubriendo toda la superficie de aquel suave material blanquecino

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La sorpresa fue grata al observar a través del ventanal diminutos copos de nieve cayendo uno por uno del cielo, cubriendo toda la superficie de aquel suave material blanquecino. Era extraño que sucediera aquello siendo apenas los primeros días de invierno. Le había hechado un vistazo al pronóstico la noche anterior, no anunciaron nada de nieve.

Luego de unos minutos de contemplar eso, quiso dar media vuelta con el objetivo de ir a buscar a Kimizuki para anunciarle la noticia. Pero sus planes se vieron interrumpidos al sentir una gélida mano entrometiéndose dentro de la camisa de su pijama. Un escalofrío le recorrió toda la espina dorsal, por un momento le pareció que hacía más frío adentro de la casa que fuera.

—Kimizuki-kun —suspiró cuando los dedos contrarios acariciaron su estómago—, ¿sucedió algo?

—No estabas cuando desperté, vine a buscarte —respondió somnoliento girando el cuerpo ajeno, dándole un casto beso—. Buenos días.

Aunque sus amigos les llamaban cursis por hacer tal “ridiculez”, ambos, con el tiempo, tomaron la costumbre de besarse cada vez que despertaban.

—Buenos días —agregó el castaño con una sonrisa cuando sus labios se separaron haciendo un sonido de succión—. ¿Ya viste?

Yoichi señaló emocionado la ventana que estaba enfrente. El más alto se acercó curioso, levantando las cejas al observar el paisaje nevado.

—Podríamos ir afuera, ¿quieres? —mencionó el de orbes oliva.

—Podríamos —divagó—, pero no. La última vez que lo hicimos cogiste un resfriado, no quiero que pase de nuevo. Eres muy vulnerable al frío.

El más bajo juntó sus labios formando una mueca de descontento. A pesar de que Kimizuki estaba en lo correcto con respecto al pequeño resfriado, pensó que podría fácilmente evitar enfermarse si se colocaba unos cuantos abrigos. No sería malo, ¿o sí?

—Sólo será un momento —dijo Yoichi, tirando de la manga del más alto cuando este se dio la vuelta—. Además me abrigaré bien, no te preocupes.

El de cabello rosáceo suspiró con pesadez al ver la tierna sonrisa que tenía ante sus ojos. Por más que quisiera, no podía negarse, no cuando hace meses que no veían al menos unas escasas rocas cubiertas de nieve a las afueras de la ciudad. Y a pesar de que no lo admitiría, él deseaba jugar en aquella helada nevisca con Yoichi, como todo un estúpido.
Pero si iba a ser un estúpido, en todo caso no lo haría solo, sería con la mejor compañía.

 Pero si iba a ser un estúpido, en todo caso no lo haría solo, sería con la mejor compañía

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Una vez que su desayuno llegó a su fin, salieron. Calles y plantas totalmente envueltas de escarcha los recibieron, al igual que el frío invernal propio de la época. El Sol se encontraba oculto entre grises nubes y no había una pizca de viento. Se podían ver alrededor a sus vecinos batallando con quitar la nieve de sus puertas y cocheras, con unas inmensas palas.

—Deberíamos hacer lo mismo que ellos, ¿no crees? —estableció Kimizuki.

—Tal vez —murmuró el castaño, mientras de manera cautelosa se agachaba para formar una bola de nieve.

Antes de que el de orbes violáceos girara en dirección al más bajo, este último lanzó rápidamente la esfera, soltando una sonora carcajada al observar su reacción.

—¡Oye! —exclamó, quitándose los lentes para limpiarlos de los restos de nieve.

Cuidadosamente tomó un puñado de nieve que había sobre las ramas de un gran pino cercano, visiblemente más grande que el de Yoichi, y lo arrojó hacia la zona de su espalda baja.

El de orbes oliva se asustó por aquel repentino golpe en su cuerpo, sobándose la zona afectada. Un gesto enfadado se acaparó de su rostro cuando vio a Kimizuki doblándose de la risa a unos metros de distancia. ¿Qué era tan gracioso?

Decidido, Yoichi repitió sus acciones anteriores para crear una nueva bola de nieve, más grande que la que él mismo había elaborado previamente, e incluso más grande que la de Kimizuki.

Las risas volvieron a aparecer, esta vez por parte del castaño. Reiteradamente sucedió la mismo que antes, y el elemento de ataque aumentaba cada vez más de tamaño. Eran como unos niños.

La bola creció tanto, que ya llegaba hasta las rodillas de Yoichi, y fue en ese momento cuando frenaron su juego y se le ocurrió al último una idea; hacer un muñeco de nieve. Y, aunque Kimizuki se negó rotundamente en hacer algo tan “infatil” —como si lo anterior no lo hubiera sido en absoluto—, al final cedió de mala gana.

—Tenemos que ponerle su gorro, nariz y guantes —agregó alegremente, volteando a mirar al de cabello rosado, quien le regaló una sonrisa enternecido y le revolvió el pelo.

—Espérame aquí —pidió—. Vuelvo enseguida.

Lo observó curioso mientras se marchaba en dirección a la puerta de entrada y, tal y como había dicho, en menos de tres minutos ya se hallaba otra vez en el mismo lugar.

Ambos le colocaron sus prendas; gorro de lana, guantes y bufanda. Para simular una nariz, Kimizuki llevó consigo una zanahoria que había encontrado de paso en la cocina, y se la colocó a la esfera de nieve que estaba más arriba.

—¿Una zanahoria? —cuestionó intrigado cuando el muñeco de nieve estuvo listo.

—Fue lo primero que encontré —se excusó.

Kimizuki retiró el paño húmedo de la frente contraria, escurriéndolo en un cuenco aparte

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Kimizuki retiró el paño húmedo de la frente contraria, escurriéndolo en un cuenco aparte. Quitó cuidadosamente el termómetro de su cuerpo cuando este comenzó a hacer su característico sonido, y suspiró al ver que marcaba treinta y ocho grados.

—Te lo dije.

Owari No Homo | Yaoi DrabblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora