Desenlaces: Dos Huérfanos. (Editado)

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Pronto mis pies encontraron donde apoyarse para subir, tuve miedo de caer, miedo que se aumentaba cada vez que la bestia golpeaba los balcones de madera, haciendo estremecer el lugar

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Pronto mis pies encontraron donde apoyarse para subir, tuve miedo de caer, miedo que se aumentaba cada vez que la bestia golpeaba los balcones de madera, haciendo estremecer el lugar.

La cañas bailaban con cada golpe, mis manos se resbalaban haciendo que el terror controlara mis pensamientos dándoles un rumbo fatalista.

Si caígo de aquí moriré. Agarrate, Kerry. Agarrate como si tu vida dependiera de ello, por que en efecto, así es.

Es bastante costoso agarrar la siguiente caña, el monstruo mordía con rabia las vigas de la torre lo que dificultaba mi ascenso.

Arriba se podía ver un trozo de tela colgando, pero no podía ver con claridad... Las gotas caían sin cesar en mis ojos y los nublaban.

En uno de sus arrebatos, la torre se sacudió de tal manera que por un momento, mi brazo derecho se soltó de la estructura desestabilizando mi equilibrio y dejando mi cuerpo suspendido.

Volví al agarre y escuché las voces de arriba murmullando con apremio.

Al estar en la cima me tomé un momento para respirar, estaba agitado y la lluvia no ayudaba, sin mencionar que no había comido en el último día.

Antes de levantarme, sentí la punzada de un objeto en mi cabeza. Podría ser una espada, daga o cuchillo y ¿Eso importa?... No.

Levanté la mirada suavemente y con recelo, sin buscar que me cortasen la cabeza,no tengo la fuerza para pelear.

Botas de metal color plateado fue lo primero que vi, subiendo por un pantalón marrón, un sueter azul y sobre esta, una coraza plateada que cubría los hombros y el pecho hasta la boca del estómago.

Zoran sostenía una espada frente a mí, estaba de pie ayudando a alguien a bajar las escaleras, yo de rodillas recuperando el aliento

—Tú. —Afirme con ímpetu y entrecerré los ojos desafiando.

Verlo a él, hacía aparecer en el aire recuerdos de la noche de mi pasado cumpleaños, aunque no quisiera verlos, ellos estaban ahí y estarían por siempre.

Flotaban en el aire, estaban ahí sin que yo las invocara. Simplemente flotaban en el viento como pequeñas burbujas encerrando escenas reales.

No es normal, mi propia mente me recrimina, me traiciona, me desprecia y obliga a ver la realidad cunado menos lo quiero.

—¿No dirás nada? —Con cuidado de caer, me levanté. —¿No tienes palabras, oraciones o alguna maldita frase? —Insistí.

Rápidamente fui avanzando y él retrocediendo, su rostro no tenía expresión, no como yo lo conocí.

En una mano mantenía la espada hacia mí, en la otra sostenía un casco que bien podría reemplazar con el escudo que al parecer tenía en la espada.

Ángel Oscuro| Hijos Del Cielo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora