Acto 1: Tatuajes Y Cigarrillos. (Editado)

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Zoran

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Zoran

Una pequeña raíz me despertó devolviéndome la conciencia, más raíces abrazaron mi cuerpo y me abrieron paso entre las rocas. Todo el lugar estaba desmoronado.

Una vez afuera de todas las piedras, me encontré un cuerpo incinerado, pero regenerando con lentitud.

Mi pierna estaba sangrando, pero me permitió ponerme de pie y observar el desastre causado.

Las raíces se escondieron en la tierra. Lucero me estaba ayudando, desde un principio él me ha prometido el título de Rey.

Sin la sangre de Kaleb todo esto fue en vano y lo peor es que pude morir en el intento, hasta este punto llega mi maldita debilidad.

Sus amigos estaban inconscientes, aproveché para tomar muestras de su sangre, aunque no es mucha me servirá para curarme a mí mismo.

Pensándolo bien, debería traficar órganos y sangre de ángel, por sus propiedades autoregenerativas, deberían pagarme una buena suma.

Abrí un portal con el último saco de lágrimas, llevándome a la aldea donde nunca se ve el sol y no se encuentra en ningún mapa.

Cuando llegue debo aprovechar para reponer el saco de lágrimas, pero con tantos malditos usándolo se está haciendo escaso.

Aparecí en una de las salas del templo, construido por esclavos hace miles de años atrás para la orden oscura y su rey Nurray.

El templo es el centro de la aldea y pronto será mío, está bien trabajado cada ladrillo, cada columna, pero se puede mejorar y así lo haré.

Me encontré con Nurray en un pasillo del templo, mantuvo su mirada al frente, al viejo nunca le gustaba mirar a los ojos y mucho menos que lo mirasen sin su permiso.

—¿Ya has conseguido algo, pequeño Nephil? —Expresó con tono de alteza.

Ese tono tan característico de él, con el cual trata a mi raza, por la creencia que somos estúpidos, pero conmigo está errado, soy un ser de ciencia que tiene la inteligencia para derrocarlo de su puesto de rey.

—No, casi muero cazando a los ángeles que debería cazar tu estúpida orden.

Uno de sus monjes empuñó su guja y se adelantó a los demás para venir por mí, pero Nurray lo detuvo interponiendo su mano.

—No te atrevas a pedirle ayuda a nuestro médico, no tiene tiempo para atenderte. —Habló con su aire de altanería.

Mordí mis labios de la furia, avancé con mi cabeza baja y tropezando con uno de sus monjes.

—Si fueras más fuerte no tendrías tantas heridas, seguro no diste batalla como siempre. Busca a las cocineras a ver si les sobra algo. —Indicó que me retirara levantando la mano.

Cada paso mío sonaba sobre las losas, tanto como sonaban todas las palabras que he recibido de él por todos estos años.

¿Nephil estúpido? Ja, si supiera... Si tan sólo supiera por qué dedicó horas a estar en mi habitación se asustaría.

Ángel Oscuro| Hijos Del Cielo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora