Proyecto Marahuder (III)

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Phineas es un niño, lleva una toga de adulto que le queda grande, pero eso no importa. Está en un sitio recién nevado, podría ser una colina, pero le es imposible reconocer el lugar. A sus pies se extiende un gran lago cristalino, y en la otra orilla, un pequeña iglesia derruida parece llamarle.

Phineas va hacia ella, caminando descalzo sobre las tranquilas aguas del lago, siente que algo o alguien le está llamando. Las puertas de la iglesia se abre a su paso, dejando ver el interior de una inmensa catedral. No hay nada derruido o viejo, la luz de las vidrieras ilumina el espacio, dónde estatuas gigantes se elevan hasta el cielo.
Hay un pasillo, iluminado, con paredes de piedra. Una figura le sonríe desde ahí, llamándole por su nombre con una voz suave. Una niña con pecas, de pelo negro y ojos azules. Phineas corre hacia ella en el mismo instante que decenas de manos negras salen de la pared, arrastrándola a la indefensa niña hacia ella.

-¡Priscila! -grita el joven Phineas corriendo, mientras su pecho comienza a arder.

Priscila extiende su mano hacia él antes de que la pared se la trague. Phineas, desesperado, corre hacia la pared, la cual se rompe al chocar contra ella. Al otro lado, solo hay oscuridad, y Phineas cae en ella.

-¡Priscila! -vuelve a gritar paralizado de miedo

Pero no hay respuesta. No hay luz. No hay nada. Solo oscuridad en su campo de visión. El pecho le arde por dentro, y cada vez le cuesta más respirar. Algo se mueve en las sombras. Un demonio tan negro como la oscuridad en la que se esconde. Este ser se acerca y le agarra una pierna, haciendo que caiga y arrástrandolo hacia la oscuridad más profunda. El miedo invade a Phineas cuando escucha la voz del demonio en su cabeza, como un susurro a gritos:

-Séptimo...

Phineas despierta tosiendo y se pone en pie de golpe. No puede respirar, está sudando y siente como si no hubiera bebido en días. El pulso le va a mil por hora, está temblando y, por un momento, cree ver la cara de Priscila en la puerta. Pero no es real, el dolor de su pecho sí.

Se siente asfixiado, la camisa le oprime como si fuera hierro. Necesita aire. Sus manos suben hacia su torso, intentando abrir los botones de su camisa, pero tiemblan demasiado y ya no puede más. Ahogando un grito, rompe la camisa de un tirón y la tira al suelo. Mientras cae de rodillas, resoplando, se mira a sí mismo; y a la mancha de oscuridad que tiene en el centro de su pecho.

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Tan solo han pasado unos instantes desde que Kendra despertó de su sueño cuando Phineas ha despertado de su pesadilla. Ella está paralizada. La luz de la luna es suficiente para ver dentro de la habitación, y Kendra puede observar perfectamente el "tatuaje" oscuro en el pecho de Phineas, quien ha caído de rodillas, completamente destrozado.

-¿Qué pasa? -pregunta ella, un poco menos nerviosa que antes pero respirando acelerada todavía mientras Máximo se coloca en su hombro.

Phineas tiembla mientras se sienta en la cama, no puede hablar aún. Kendra se sienta a su lado y le tiende un una botella de agua.

-Estás peor que yo... -comenta mientras que él intenta beber un poco. Kendra no sabe bien qué hacer.

El agua le sienta bien, pero duele y no puede tragar mucho. Phineas mira a Kendra y se lanza a abrazarla. Kendra se sorprende per le corresponde el abrazo fuertemente mientras Phineas rompe a llorar.

-Hey, tranquilo. ¿Vale? -le susurra mientras Máximo intenta abrazar su cabeza- Todo va a salir bien.

Phineas la abraza más fuerte, ahora mismo es lo único que necesita.

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Amanece en la capital de Togarini, Tristana lleva un rato despierta y acaba de despertar a Nico. Ambos salen del cuarto y, para su sorpresa, la habitación del fondo, la de Matoreo, está abierta. Se ha ido.

-¿Vamos a investigar no? -pregunta Nico

-Claro -responde Tristana entrando en la habitación

La habitación es completamente normal, a excepción de algunas manchas de sangre en el suelo.

-Son suyas, se ha atizado a sí mismo con un látigo -afirma Nico acercándose a ellas- Eso, o le ha pegado a alguien muy bien.

-¿Cómo sabes eso? ¿Eres masoca?

-Jaja. No. Como te dije ayer, he vivido por ahí fuera. Cosas que se aprenden en el mundillo.

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Kendra se despierta, todavía abrazando a Phineas por la claridad y lo primero que piensa es... -[¿Qué hace Phin en mi cara?]- Los recuerdos de la noche regresan tras un segundo-[Ah, por eso]

Se levanta, intentando no despertar a su compañero, ni a Máximo. La camisa rota sigue tirada en el suelo.

Unos toques en la puerta despiertan a Phineas, que rápidamente se echa al suelo para ocultarse mientras Kendra abre la puerta solo lo suficiente para sacar la cabeza.

-¿Qué pasa? -pregunta adormilada

- Buenos días, dormilones -saluda Tristana bajando a desayunar

-Eh, sí. Pst, Nico -le llama- Necesito que me hagas un favor

Nico se acerca-Sí, ¿qué quieres?

-Ve al mercado, a la tienda de ropa, compra una camisa una talla menos que la tuya y vuelve rápido. Gracias.

Y cierra la puerta. Nico va al mercado, pensando que a Kendra no le conviene mucho estar con Phineas ahora, pero dispuesto a cumplir lo que le ha pedido.


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Dibujos de brujiteas

Dibujos de brujiteas

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