Era una mañana cálida como toda mañana de febrero. Gabriel despertaba en su cama y hacía su rutina de estiramientos. Eran aún vacaciones y no tenía que ir a la escuela. De hecho, apenas había postulado hace unas semanas e ingresado a la facultad de psicología de una conocida universidad de la localidad. Sin embargo, ese día era diferente y especial. Cumplía la mayoría de edad y su aventura en la vida estaba por comenzar.
"Buenos días, hijo.", le dijo su abuelo mientras ingresaba a su habitación con un pastel en las manos.
"¡Feliz cumpleaños, Gabrielito!", lo felicitó su abuela mientras le daba un dulce abrazo.
"Muchas gracias, abuelitos.", contestó Gabriel con una enorme sonrisa y los ojos algo llorosos.
"¿Qué pasa, hijo? ¿Te sientes bien?", preguntó su abuelo en tono preocupado.
"Sí, estoy bien. Es solo que, extraño un poco a mi mamá. Me habría gustado que esté conmigo hoy.", respondió algo triste.
"Lo sé, pero debes entender que ella es un ángel que te cuida desde el cielo ahora. Ella está muy contenta de que seas el hombre en el que te has convertido hoy.", le contestó su abuela para calmarlo.
"Tienen razón. Sé que ella está muy feliz por mí.", dijo Gabriel mientras se levantaba para probar su pastel de cumpleaños, "Hoy será un día genial."
A pesar de que Gabriel había perdido a su madre hace un par de años a causa de una aneurisma cerebral, esta le había brindado todo su cariño y afecto durante todo el tiempo en que estuvo con él. Ella le dijo que su padre había desaparecido de la faz de la Tierra y nunca supo de él. Sin embargo, a él no le importaba esto y fue criado por sus abuelos. Ellos eran todo lo que él tenía y, gracias a los cuales, Gabriel era un chico bueno, criado con cariño y valores otorgados por su familia.
Ya que era el cumpleaños de Gabriel, este decidió organizar una pequeña reunión con sus amigos del colegio. No era alguien de muchos amigos; sin embargo, tenía algunos que eran muy cercanos a él y lo querían tal como si fueran parte de su familia.
"Van a venir a mi casa, ¿verdad?", escribió Gabriel en un chat grupal de una aplicación para mensajería instantánea que tenía con sus amigos.
"Por supuesto, imposible fallarte, loco.", respondió Israel, uno de sus mejores amigos desde siempre.
"Llegaremos alrededor de las 9 de la noche.", respondió Mariana, también una de sus grandes amigas desde la infancia.
"¿Habrá trago? Ja, ja, ja" / "No puedo quedarme hasta tan tarde." / "Vayamos en grupo en el mismo taxi.", entre otros mensajes también llegaban al teléfono de Gabriel.
"Muy bien, chicos, los espero a todos entonces. Iré a comprar algunas cosas para la noche. Ya nos vemos luego.", respondió Gabriel mientras dejaba el celular a un lado.
Luego de esto, Gabriel se dio una ducha, tomó un poco de dinero que le habían regalado sus abuelos y se dirigió al supermercado para comprar lo que fuera a necesitar para su velada. Llegó al supermercado y tomó unas botellas de gaseosa, agua, algunos snacks, hielo, algo de alcohol y utensilios descartables. Pagó todo y regresó a su auto. Su abuelo tenía un auto que ya no utilizaba por su avanzada edad, así que ahora lo usaba Gabriel. Era muy conveniente ya que él se encargaba de trasladarlos a sus consultas médicas cada que lo requerían.
"Listo, ya tengo todo lo necesario. Será una reunión genial. Extraño mucho a mis amigos.", dijo para sí mismo.
Llegó a casa y descargó las bolsas de compras. Su abuela había preparado algunos sándwiches y bocaditos para los invitados. Gabriel ayudó a acomodar las cosas que había traído y a limpiar un poco la sala para que llegaran sus amigos más tarde. Tomó una ducha, se cambió de ropa y la tarde avanzó rápidamente, volviéndose propicia para una agradable velada.
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Yo
Teen FictionLos malvados planes de Gabriel continúan en esta historia. Un nuevo cuerpo, una nueva situación, una nueva vida y oportunidad para cumplir sus egoístas metas. ¿Quién tendrá el poder de detenerlo ahora?