Capítulo 3 - El profesor

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18 años atrás...

Una puerta cerrada le causó mucha extrañeza a una madre que apenas llegaba a casa. Ella se preocupó al no recibir respuesta de quien estaba dentro. Afortunadamente, tenía a la mano la llave que abría el baño. Ingresó y la escena que vio la impactó instantáneamente. Era su hijo flotando en la bañera de la casa en un mar sangriento que se extendía desde sus muñecas hacia el resto del piso del baño. Rápidamente, lo levantó e intentó reanimar. El joven estaba totalmente inconsciente, pero aún tenía un pulso muy débil. Su madre hizo presión en sus heridas para parar la hemorragia y se contactó con una ambulancia que llegó al instante. Los paramédicos se llevaron al muchacho y lo trasladaron a una clínica. Días después, este despertó gracias a todas las transfusiones sanguíneas que tuvo que recibir debido a la gran pérdida que tuvo.

Sin embargo, algo no estaba del todo bien con él. Se desesperaba y gritaba que un demonio lo acosaba, cosa que nadie podía creer ni tomar en serio. Gracias a esto, su madre decidió hablar con un psiquiatra y este le recomendó internar al joven en un hospital psiquiátrico por un periodo indefinido. No obstante, con el pasar de los años, Ángel se recuperó favorablemente, fue dado de alta del hospital psiquiátrico, recuperó parte de su vida, cambió de carrera y la culminó satisfactoriamente. Hoy por hoy, ejerce como docente en la misma universidad donde hace muchos años vivió los sucesos que cambiaron su vida hasta el día de hoy.


18 años después...

"Buenos días clase, tomen asiento. Me presentaré. Yo les impartiré el curso de neuropsicología y mi nombre es Ángel.", dijo el profesor, "Espero que todos estudien mucho y este sea un nuevo semestre muy favorable para todos nosotros. A continuación, pasaré la lista. Digan 'presente' al escuchar su nombre, por favor."

Gabriel vio a su nuevo profesor de neuropsicología y de repente tuvo una rara corazonada. Sentía como si ellos se conocieran desde antes; sin embargo, él nunca había visto a ese hombre en su vida.

"¡Presente!", dijo Gabriel al escuchar su nombre.

El profesor levantó la mirada y vio quién había sido aquel chico que respondió a su segundo nombre, el cual hoy en día ocultaba y prefería no ser llamado así. Lo miró y muchos recuerdos volaron por su cabeza como si una ráfaga de viento hubiese entrado por una ventana abierta. Sin embargo, tenía que continuar con su clase y así hizo.

Al finalizar la sesión, Ángel no podía quitar de su mente el recuerdo de Gabriel y la extraña corazonada que tuvo al tener en su clase a ese otro chico con el mismo nombre. Sorpresivamente, Gabriel se le acercó al final y le pidió hablar un rato con él.

"Hola, profesor Ángel. Mi nombre es Gabriel.", le dijo el joven con voz quieta.

"Hola, Gabriel. Un gusto. ¿Cómo te puedo ayudar?", le respondió Ángel amablemente.

"Bueno, no mucho... Solo que, me gustó mucho su clase de hoy. Este es uno de mis cursos favoritos desde siempre. La neuropsicología me parece sumamente interesante.", le dijo Gabriel.

"Bien. En ese caso, esperaré grandes cosas de ti.", contestó Ángel.

"Sí... ¡Profesor...!", dijo Gabriel titubeando, "No, no se preocupe."

"¿Está todo bien? ¿Hay algo más en lo que te pueda ayudar?", respondió Ángel intrigado.

"Es que... Es extraño. Siento como si ya lo conociera desde hace tiempo. No sé cómo explicarlo.", le dijo Gabriel algo confundido.

"Uhmmm...", se quedó pensando Ángel, "Quizá sea por algo muy curioso que nos une.", le respondió Ángel.

"¿Algo que nos une? ¿A qué se refiere?", preguntó Gabriel intrigado.

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