—Help me —dijo quien sea que estuviese atrás mío apuntándome.
No soy experto en inglés, pero estoy seguro que me está pidiendo ayuda. Además su voz se oía jadeando.
Comencé a darme la vuelta lentamente y lo miré.
Era un hombre de pelo largo, estaba usando una gabardina café oscuro que cubría su cuerpo entero.
Guardó la pistola con la que me estaba apuntando, se retiró un poco la gabardina de su pierna y me mostró una herida que tenía en el muslo. Se veía muy mal.
—Yo no... no inglés —traté de decirle.
—Shhh —dijo poniéndose el índice en su boca.
Luego con su mano hizo un gesto para que lo siguiera.
Iba a seguirlo, pero detrás de mi escuché un leve gruñido.
Me di la vuelta de inmediato para mirar al hombre que estaba agachado en el suelo, pero ya no estaba agachado en el suelo, sino parado a 5 centímetros de mi.
Su boca se abrió y se lanzó contra mi cuello.
Traté de darle un par de disparos, pero impactaron en la pared de piedra.
Lo alejé de un empujón, cayó al suelo y vacié el cargador de la pistola en él.
Esa cosa no era como las personas que están acá, eso sí era un caminante. Y no veía uno desde hace meses.
Estaba muerto, pero ahora yo me quedé sin munición.
El otro hombre herido continuaba esperando en la puerta, aún así haya visto que casi me comen vivo.
Lo acompañé a través del pasillo mientras él apuntaba con una linterna, porque estaba todo oscuro... y llegamos a lo que creía que era la habitación del párroco, pero era un simple y frío salón, con algunos cuadros en él.
Había una puerta en la izquierda y otra en la derecha.
Pero seguí al hombre por la puerta izquierda.
Adentro olía a vinagre, y el herido seguía sin explicarme hacia donde me llevaba.
Habían camillas repartidas por ahí, y repisas con medicamentos.
El hombre sacó de encima de una de las repisas un botiquín.
—Claro, quiere que le ayude a sanar su herida —dije aún así sabiendo que él no me entendería.
Me pasó el botiquín y él se sentó en una de las camillas, descubriéndose la pierna.
Sabía de que iba todo esto, curé muchas veces a compañeros en algunas misiones. Me he curado a mi mismo.
Primero tomé el alcohol y se lo eché lentamente.
El hombre arrugó la cara del dolor, apretó los puños y yo lo miré.
Al cabo de unos segundos volvió a la normalidad y asintió para que continuara.
Tomé vendas y comencé a vendar la herida.
Parecía sin duda una herida corto punzante, como de una cuchilla.
De pronto el hombre comenzó a agitarse y a exclamar cosas en inglés.
Dejé las cosas en el botiquín, porque no entendía que pasaba.
Apuntó con su índice detrás de mi.
Rápidamente me di vuelta y pillé en plena acción a un hombre a punto de golpearme con una hacha.
Me hice a un lado y el hacha impactó en el botiquín, desparramando todo en el suelo.
El hombre soltó el hacha y me dio un golpe en la cabeza, dejándome levemente aturdido en el suelo.
El otro hombre se levantó y salió corriendo luego de empujar al del hacha.
Me levanté emborrachado por el golpe, saqué mi cuchillo, me puse encima del hombre y en un movimiento rápido le corté la garganta.
Comenzó a salir sangre a chorros y rápidamente el cuerpo se envolvió en ella.
Tomé su hacha, que era bastante pequeña.
Recogí las vendas por si acaso, me las guardé e intenté perseguir al herido.
Salí de la enfermería y el hombre estaba parado ahí, en la otra puerta del salón de los cuadros y apenas me vio entró huyendo de mi.
Corrí tras él, llegué a otra habitación mucho más pequeña con estantes a su alrededor y otra puerta a la derecha.
Crucé la puerta, esperando que ahí estuviese el hombre porque no había ningún otro lugar al que pudiese haber ido. Pero ya no estaba... el herido desapareció.
La linterna que cargaba estaba ahora tirada ahí, así que la recogí.
Ahora estaba en una especie de patio o jardín.
Habían seis lápidas, tres en la derecha y tres en la izquierda. Más allá habían seis árboles, tres en la izquierda y tres en la derecha. Más allá de los árboles habían unos cuantos asientos.
Caminé con temor lentamente, mientras a la lejanía podía oír el sonido de un piano tocando notas, acompañado del silbido del viento.
En uno de los asientos habían dos mujeres sentadas. Vestían una falda blanca llena de manchas y camisetas verdes.
No tardaron mucho en notar mi presencia.
Esto ya me parecía una broma, ¿es que acá nadie es normal?
Se levantaron y rápidamente se dirigieron hacia mí.
Me hallaba muy débil por todos los golpes que había recibido, pero ya estaba harto, así que tomé el hacha y el cuchillo que cargaba con posición defensiva.
Cuando ambas mujeres estaban frente a mi listas para lanzarse hacia mi... dos balas atravesaron la cabeza de cada una. El sonido rápidamente hizo eco entre los árboles y se escuchó por todo el pueblo de Pahía.
¿De donde salieron esos disparos?
Mire hacia todos lados, hacia el techo de la iglesia, hacia las lápidas, hacia los árboles, hacia las ventanas de mi lado que eran las mismas ventanas que se veían desde el pasillo de adentro... y nada.
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ZELANDA
Science Fiction4 años después del estallido viral, la humanidad (o lo que queda de ella) se verá nuevamente sacudida luego de la pérdida de una de las personas más importantes en el nuevo orden mundial. Acompaña a Kenner, un agente de la alianza americana, a empre...