Luz cinérea.

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En un movimiento rápido me tomó del cuello y me levantó con una fuerza excepcional.

—You didn't have to come here —dijo El Señor.

No lograba alcanzar la pistola con las balas que me había dado Daniel ni la cuchilla para hacer que me soltara.

Tomó impulso con el brazo y luego me lanzó hacia el frente, estrellándome contra el suelo.

La lluvia ya comenzaba a transformar la tierra en barro.

Caminó lentamente hacia a mi. Con cada paso que daba hacía estremecer todo.

Tomé mi pistola, puse las cinco balas de Daniel en el cargador y disparé apresurado.

La bala impactó en el hombro del calvo, pero no le hizo ni cosquillas.

Cuando estaba a punto de aplastarme de un pisotón de pronto comenzaron a sonar disparos de metralleta.

El señor quedó congelado mientras me miraba.

Miré hacia atrás de él y estaba Melissa sobre el techo de la iglesia disparando su metralleta a bocajarro.

Me levanté rápidamente y analicé todo mi alrededor.

Detrás de mí está el camino al muelle, a mi lado la fogata apagada por la lluvia. Frente a la fogata un portón de metal. Alrededor de ese portón un montón de casas. Frente a mi El Señor recibiendo disparos desde el techo de la iglesia.

—¡Cruzando el portón vas a encontrar la torre de radio! —exclamó Melissa.

De pronto desde el traje de El Señor comenzaron a aparecer tentáculos. Pahía no me dejaba de sorprender.

Uno de los tentáculos me golpeó la cara, haciéndome caer al suelo de nuevo. Eran gruesos y viscosos.

Melissa se deslizó por el techo mojado y cayó de pie frente a la puerta de la iglesia. Su munición ya se había acabado.

Desde las casas comenzaron a aparecer cientos de aldeanos, desde su boca brotaba espuma como si fueran perros rabiosos.

—Vete ya —dijo Melissa

Tampoco pensaba quedarme, así que corrí hacia el portón y lo atravesé mientras los tentáculos del calvo crecían y crecían y Melissa se preparaba para lo peor.

Me hallé en un sendero rodeado de arbustos secos, donde podía sentir con más intensidad el viento.

Me alejé lo más posible del pueblo, el sendero era realmente largo.

Detrás de mi vi a algunos aldeanos persiguiéndome, que luego se transformaron en más y más. Se veían realmente agresivos

Seguí corriendo entre los arbustos hasta que logré divisar una gran torre de antena oxidada. con una caseta en lo más alto. Dudaba en si funcionaría pero tenía que intentarlo.

Llegué a la torre rodeada de árboles y comencé a subir las escaleras empapadas con agua de lluvia mientras los aldeanos me rozaban la espalda.

Del montón de ellos que vi antes, ahora eran una multitud que se acumulaban bajo la torre.

Cuando llegué a la caseta entré y lo primero que vi fue un monitor lleno de botones junto a un micrófono. Estuve a punto de encender la radio y poder comunicarme con Helena, pero...

La torre comenzó a tambalearse mientras oía los gritos de los habitantes. Miré hacia abajo y me fijé en como estaban sacudiendo los barrotes oxidados, estaban intentando derribar la torre.

Tomé el micrófono rápidamente y hablé:

—¡Auxilio! Quien sea... ¡estoy acá, en Zona Muerta! Me quieren matar, necesito ayud...

No pude continuar, pues sentí como todo se desplomaba, mi cerebro perdía la noción de la gravedad y me hallé flotando dentro de la caseta que se iba derrumbando sobre los aldeanos y bajo la lluvia.

Luego de esa horrible sensación lo único que logro recordar fue el golpe de un barrote en mi nuca, después todo es negro.

Entre lo negro podía oír a personas cerca mío, no las veía pero mi cerebro creaba imágenes a partir de sus voces mezclado con el sonido de la lluvia. Hablaban español.

—¡Es americano!, ¡Es americano! —era lo único que decían.

Y desperté. Todo era silencio. Estaba boca arriba y mis ojos solo veían un techo lleno de polvo y un rayo de sol sobre él.

¿Sol? No veía un rayo de sol desde mi estancia en la alianza americana.

—¿Despertaste? —dijo una voz medianamente aguda

Miré hacia la izquierda y vi a una joven de pelo rubio con puntas rosas. Era blanca y bastante delgada. Lo que más me causó curiosidad fue eso último.

—¿Donde estoy? —fue lo primero que salió de mi boca.

—Te encontramos entre unos escombros — dijo ella.

—"Encontramos"... —repetí

—Sí, los demás están afuera —contestó

Miré alrededor y estaba en una pequeña casa abandonada con muebles llenos de tierra y telarañas.

—Soy Maddy —dijo la muchacha alegre extendiendo su brazo.

—Soy Kennerson... Kenny —le respondí dándole la mano un poco confundido aún.

De pronto sentí un dolor en mi pierna derecha, la miré y tenía un vendaje con una mancha de sangre.

—Es... tenías un barrote enterrado cuando te encontramos —dijo Maddy con dolor —, no sabíamos si podías caminar porque has estado dormido.

—¿Cuanto tiempo llevo dormido?

—Casi 15 horas — te encontramos ayer.

Así que estuve dormido todo ese tiempo...

Me senté en donde estaba acostado, era un sillón.

—¿Cómo llegaron acá? ¿Qué hacen? —pregunté

—Yo estaba de vacaciones con mi familia en una ciudad cercana, mis padres soñaban con viajar a algún país de habla inglesa. Cuando sucedió esto lo perdí todo, pero me encontré con otros turistas y habitantes de la zona. Los habitantes resultaron ser muy patriotas y se separaron de nosotros porque éramos extranjeros. Cada semana perdíamos a un miembro, algunos días por hambre, otras por suicidio, otros días por enfermedades, y otras siendo devorados por esas cosas... hasta que quedamos nosotros —explicó Maddy con sentimiento.

—Vaya... creo que todas las personas hemos sufrido con esto —dije.

—¡Maddy! —exclamó una voz desde fuera.

Esto es claramente una caída en la misión; han pasado horas desde la última comunicación con Helena, probablemente perdí a mis dos compañeros y ahora pertenezco a un grupo de sobrevivientes...

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⏰ Última actualización: Jun 11, 2020 ⏰

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