El pueblo de Pahía.

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Luego de una hora...

—¿Alo? —sonó desde los audífonos.

—¿Hola? —dije poniéndome el dedo en el oído.

—Soy Helena. Si continúan en esa velocidad deberían estar llegando en aproximadamente 20 minutos a Pahía.

—De acuerdo, esperaremos instrucciones —contestó Melissa.

Creo que todos podemos oír a Helena a la vez.

Tal y como se dijo, llegamos en 17 minutos a un pequeño muelle en Pahia.

La niebla cubría toda la vista, por lo que solo se veía el muelle de madera y la costa rocosa.

El señor que conducía se limitó a hacer una señal para que bajemos. Creo que no habla español.

Finalmente los tres bajamos y el barco se alejó lentamente mientras se perdía en la niebla, que dejaba ver hasta unos 10 metros.

Estábamos en Zona muerta.

—Ya desembarcamos —dije poniéndome el índice en el oído.

—No hay instrucciones específicas, simplemente investiguen y traten de encontrar al objetivo —contestó Helena—. Cerca del muelle debería haber un pueblo de campesinos: una iglesia y casas de adobe.

—Esto está heladísimo —susurró Melissa mientras avanzaba en el muelle.

Mientras avancé junto a ella pude ver muchos árboles húmedos, arraigados a tierra húmeda. La mayoría podridos.

—La temperatura actual en Pahía es de 4 grados centígrados —dijo Helena con un tono sorprendido—. Avancen con suma precaución e informen sobre cualquier cosa que les llame la atención.

—Recibido —dije.

Entonces avanzamos aún más y pude divisar un gran letrero de madera.

"Welcome to Pahía" se podía leer.

Al igual que los árboles, aquella madera estaba podrida por la humedad.

El terreno comenzó a elevarse y empezamos a entrar entre los árboles.

Todos cargábamos nuestra pistola. Patrick con una sola mano, Melissa con las manos frente a su cadera y yo con mi manos frente a mi hombro derecho.

Estuvimos unos segundos caminando expectantes hasta que oímos un ruido.

¿De donde vino?

Todos nos quedamos quietos y en silencio.

Eran pisadas, que se alejaban rápidamente.

Melissa apuntó con determinación su pistola.

Ordené a Patrick que se fuera por la derecha y a Melissa por la izquierda. Todo esto con señales, porque emitir ruido podría ser peligroso.

Comenzamos a separarnos mientras yo continué caminando hacia el frente, hasta que...

Sangre.

Había sangre en un árbol, rodeado de algunos árboles talados irregularmente.

Me acerqué lentamente y toqué la sangre con mis dedos para analizarla.

Era viscosa y muy oscura. Podría ser de algún animal.

De pronto, a algunos metros entre los árboles talados veo a un hombre vestido de leñador con una carretilla llena de troncos, alejándose.

Por fin un sobreviviente. Quizás a zona muerte no ha llegado la infección y no lo sabíamos.

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