En la noche intenté pegar un ojo, pero me era imposible. Quería descansar algunas horas para poder comenzar mi misión con energía, pero saber que no podría despedirme de Jack y que probablemente jamás volviera de zona muerta vivo me carcomía por dentro.
De tanto pensar y pensar... me dormí. Aún que no por mucho tiempo, rápidamente me desperté alarmado.
Mi respiración estaba acelerada mientras la vela que había encendido Melissa estaba a punto de acabarse y dejando en total oscuridad mi apartamento.
Vi el reloj y eran las 2:20 a. m.
Me levanté y me dirigí al baño, miré mi reflejo y podía ver mi cara pálida, que tenía pequeñas manchas de tierra y cicatrices de un acné pasado.
Abrí el grifo y me lavé la cara. (Sí, teníamos agua. A veces)
Volví a mirarme en el reflejo del espejo y casi por sorpresa mi piel pálida comenzó a tornarse gris. Mis ojos se volvieron negros y se me comenzó a caer el pelo. Nuevamente me alarmé. ¿Qué sucedía?
Me volví a remojar la cara con agua, quizás era el sueño. Pero cuando volví a verme al espejo había alguien detras de mi, oculto en las sombras. De pronto aquel ser se abalanzó contra mi y me mordió el cuello, arrancándome la piel como si fuese un bistec.
Luego desperté, exaltado.
Miré el reloj y marcaban las 2:45 a. m. La vela estaba ahí, casi terminándose.
Me levanté temeroso y me fui al baño. No había nadie... creo que fue un sueño.
En 15 minutos más debía estar en la colina tras el ayuntamiento para poder comenzar mi misión, así que no perdí tiempo.
Me lavé la cara, tomé mi chaqueta y salí corriendo.
Mientras caminaba apresurado por las calles nocturnas junto a una pequeña brisa muy helada, pensaba en Jack, y también pensaba en si jugarme la vida realmente valía la pena por rescatar al líder perdido... pero no puedo defraudar a Paul y ni a las alianzas.
13 minutos caminando y logré llegar a la colina, donde estaba Paul, Patrick, Melissa y algunos guardias esperándome junto al helicóptero.
—Muy bien, agente —dijo Paul poniéndome su pesada mano en mi hombro.
Las hélices del helicóptero se encendieron y crearon más viento.
Melissa fue la primera en subir y sentarse, sin haberme ni mirado. Luego Patrick se subió, y luego yo. Ambos sentados frente a mi.
—Espero que la Alianza Oceánica en Tasmania los reciba bien —dijo Paul despidiéndose mientras el helicóptero comenzaba a elevarse.
Fue un viaje silencioso y largo, en el que aveces recordaba a Jack, pero la ansia de llegar finalmente a zona muerta era más grande.
Luego de varias horas en helicóptero, y algunos sustos porque creíamos que nos quedaríamos sin combustible, llegamos a Tasmania.
El helicóptero aterrizó en un pequeño valle y nos recibió una robusta mujer acompañada de aproximadamente 15 hombres vestidos de soldados.
Patrick se bajó primero, luego yo junto a la chaqueta que me llevé. Intenté ayudar a Melissa a bajar pero no me hizo caso.
—Buenos días —dijo la mujer.
Los tres los saludamos a la vez mientras el helicóptero que nos trajo se iba.
Vi la hora en mi reloj y eran las 3 de la tarde
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ZELANDA
Science Fiction4 años después del estallido viral, la humanidad (o lo que queda de ella) se verá nuevamente sacudida luego de la pérdida de una de las personas más importantes en el nuevo orden mundial. Acompaña a Kenner, un agente de la alianza americana, a empre...