I'll pull you closer into me

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Te acercaré a mí
Día 1: Familia / Hogar / Visita de tumbas
(+) Resumen: Universo Moderno.

Sanemi jamás pasaba desapercibido, porque causaba temor con solo mirarlo, precisamente por su físico y actitud. Lo poco que le quedaba de agraciado lo triplicaba en dureza, malas palabras y un carácter intimidante que con solo un sonido brotando de sus labios, espantaba a cualquiera. Si bien su pinta contrastaba como alguien del montón, nadie se interesaba en darle una oportunidad para cruzar más de dos palabras y darse cuenta de que no era realmente un pandillero, que podía ser bastante tranquilo mientras no presionasen temas delicados.

¿Por las cicatrices? No admitiría en voz alta que son marcas de un pasado demasiado pesado y desolador, uno que no tenía derecho alguno de existir todo gracias a un padre maltratador que ahora descansaba donde se merecía y una familia rota. Sin embargo, la gente no lo veía así, vivían de rumores donde se creía que Sanemi fue parte de un grupo de maleantes que trabajaban para los yakuzas o que él directamente fue uno. Solo que ahora se había redimido y trabajaba como maestro.

A pesar de todo, él había alcanzado gran parte de la felicidad. No importaban las memorias y los recuerdos añejos, mucho menos las emociones afligidas de cada aniversario. Sus días teñidos de gris y desastre cambiaron cuando lo conoció a él, conmemorándole que el amor era tanto como para sobrevivientes como para idiotas.

Juntos afrontaron sus pérdidas, se dieron una oportunidad de buscar la seguridad en brazos del otro y vivir lo que se les fue ofrecido por la mano del destino.

Tomioka Giyū se convirtió en su salvavidas, en la sangre que circulaba por sus venas, el cantico que sus oídos necesitaban para tranquilizarse y una mano que sostener cuando todo se creía perdido.

¿Has imaginado que probabilidades tienes de encontrar a la persona indicada en un centro de tratamiento y rehabilitación para conductas suicidas?






Se remojó los labios y enderezo la espalda, observando como el azabache a su lado pasaba una mano por el cabello húmedo, apartando unos pocos mechones de su frente y metiendo ambas nuevamente en los bolsillos de su chamarra. Giyū se aclaró la garganta, tratando de encontrar la postura correcta para hablar, lo cual fue imposible. Los ojos cerúleos se cristalizaron con prontitud y tuvo que extender su palma para alcanzar su muñeca derecha, tirando suavemente para regresarlo a la realidad. Su intención era apoyarlo, acompañarle y brindarle sostén como las veces en las que se encontraban a la inversa.

Acto seguido, le sonrió, siendo correspondido de la misma manera solo que con un toque nostálgico. Sacó las manos de los bolsillos y entrelazo sus dedos, no moviéndose más de lo debido y regresando su mirar a las dos tumbas que se levantaban frente a él.

Tsutako y Sabito compartían el mismo sector, uno al lado del otro, no por petición, sino por como las cosas se dieron años atrás.

Sanemi recordaba bien la trágica historia que Giyū escupió entre lágrimas luego de una botella de vino y una ronda de sexo desastroso. Sus seres más queridos habían fallecido en un accidente de tránsito, dejando en soledad a la hermana y abuelo del cerezo y a él sin su hermana mayor. Se apartó de todos, culpándose de lo acometido. En un inició se compadeció, él mismo se sentía culpable tras la muerte de su familia, empero, el azabache recalcó con fuertes palabras que él se había enojado tanto con Sabito y Tsutako que los obligo abandonar su hogar en una noche de tormenta.

Los envió a una muerte segura.

Todo porque esos dos planeaban casarse.

Y Giyū se encontraba perdidamente enamorado de Sabito.

Regresando al presente, tras conocerse en rehabilitación y compartir momentos juntos, solo podía sentir abatimiento. El amor no correspondido duele, mucho más cuando esa persona especial termina con alguien cercano a ti.

Es por eso que Sanemi lo apoyaba, le daba fuerzas para cada año ir allí y pedir disculpas a los ausentes. Rezar por sus almas y que encontrasen la felicidad que se les fue arrebatada en el cielo.

Sanemi rezaba y pedía constantemente por Giyū.

Estaba seguro de que el contrario hacía lo mismo cuando el albino visitaba las tumbas de su madre, de sus hermanos... de Genya, el último en fallecer por una bala perdida.

Sus manos se apretaron cuando la visita terminó y tras dejar un par de flores, se fueron rumbo a la casa de Tomioka. Una nueva ronda de licor, sexo y lágrimas los esperaba.



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❝ SaneGiyuSane 2020 ⌜ ᴋɴʏ ⌟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora