What i want its you

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Lo que necesito es a ti
Día 7: Cuento de hadas Todos / Niñez Al / Mitología japonesa AU
(+) Resumen: Universo alterno.


Las cuatro bestias sagradas, que según se cuenta, tienen la labor de proteger la ciudad de Kyoto. Cada una de ellas corresponde con uno de los lados de su muralla, es decir, con cada punto cardinal y su respectivo templo.

Suzaku, la bestia que protege la cara sur de Kyoto, representada como un enorme pájaro de fuego, que también es el protector del verano.

Genbu, la bestia de la cara norte, representada como una gran serpiente que se enrosca alrededor de una tortuga gigante, asociado al frío de la tierra y el invierno.

Byakko, bestia protectora del lado oeste de Kyoto, un enorme tigre blanco que en ocasiones es dibujado con alas; según se cuenta, su nombre significa luz blanca y posee un rugido tan poderoso que es capaz de producir tormentas y fuertes tempestades, protector del aire y el otoño.

Por último, Seiryu, la bestia del lado este, un enorme dragón azulado que se asocia con el agua y la primavera. Que posee en su templo una fuente que durante las ceremonias donde se le rinde culto, los participantes beben de ella para purificarse.





Se encontraban en la estación de verano, por lo que era normal apreciar como gran parte de la población de Kyoto, situada en el sur, iban al templo de Suzaku a dejar ofrendas y rezaban por protección. Cabe decir, la gran ave de fuego se sentía sumamente feliz y exaltada, tan exuberante como cada año, en su estación. Los otros tres restantes sagrados, se encontraban observándolo desde su lugar.

No era anormal que Suzaku los invitara para compartir de sus ofrendas, algo a lo que ya se habían acostumbrados a realizar luego de pasar mucho tiempo en ese plano, en su larga existencia. Cabe decir que en un inició no se llevaban tan bien y que de no ser por él... bueno, seguramente no se hablarían y lanzarían una que otra maldición a sus pobladores en caso de ir a rezarle al otro.

— ¡Vamos Genbu, una copa más! —El chico más bajo, junto a una serpiente enrollada a su cuello y una tortuga entre sus manos resoplo, aceptando la copa sumamente desbordante de sake que por décimo sexta vez le era brindada por el bicolor ese día.

—Ya estas ebrio y aun no es medio día. —Susurró, estirando las vendas de su boca para dar probada a la bebida.

—No sé de qué hablas, ¡Mira como bebe Byakko! Él sí sabe lo que estamos festejando. —De hecho, la bestia de orejas y cola, gruño a su dirección luego de terminar un cosaco.

—No te creas mucho, solo he venido por el licor. —Solo recibió risas por parte del bicolor, que esta vez dirigió su atención a Seiryu.

— ¿Ya se ha quedado dormido? —Todas las miradas se posaron en él, que, de hecho, sí se había quedado dormido a un lado del recinto. Suzaku se acercó a su dirección, palmeándole la mejilla con una de sus manos, pero no teniendo reacción alguna por parte del dragón del agua —Ha caído.

—Era de esperarse, ¿Cuánto llevamos aquí? ¿Más de una semana? —Exclamo Genbu, comenzando a ponerse en pie y limpiar la suciedad de sus prendas.

—Porque no dejan de lloverle ofrendas a este idiota. Y no le gusta tomarlas todas por sí solo. —Murmuro el albino, terminando por acercarse al azabache y bicolor —Nos veremos para el comienzo del otoño, y no descuides tu labor. —Pico la frente del risueño, terminando entonces por agarrar a Seiryu y acomodarlo sobre su hombro.

La despedida se dio entre las cuatro bestias, sabiendo que luego se reunirían en el templo del tigre blanco.

Hablando de este, no le molestaba tener que llevar al dragón hasta su residencia, porque por mucho, se tenían respectivamente de frente, uno frente al otro, este y oeste. Cada mañana o cada noche, gracias a sus dádivas se les era fácilmente verse visibles en sus perspectivas —Byakko...

— ¿Hm? ¿Finalmente has despertado? Iba a llevarte a tu templo.

—Ya veo... ¿Podríamos ir al tuyo? —El tigre detuvo su andar, no confundido, tampoco sorprendido.

—Bien, pero, recuerda que debes de volver pronto. —Cargarlo no le molestaba, tenía suficiente fuerza aparte de que los transitaba entre el aire a una velocidad impecable. Agua y aire se combinaban con exquisitez, era un hecho.





La vela cayó y Byakko siseo en cuanto la destilación se impregno en la madera. Iba a tener que limpiar eso o los creyentes pensarían que una vez más estaba enojado con ellos —Seiryu, espera-

—No. —Lo beso, deteniendo todo intento de réplica por ser asaltado ni bien ingresaron al lugar.

Esa situación no era nueva, llevaban milenios realizándola, pero solamente durante cada conmemoración de las bestias sagradas. Donde sea que estuvieran, al término de cada reunión, el dragón y el tigre se enredaban en la oscuridad de sus templos, disfrutando del cuerpo del otro, probándose y deleitándose de lo que nunca tendrían como inmortales y mucho menos como mortales.

Las deidades no podían dejar sus puestos por largo tiempo, debían de estar allí para escuchar a sus creyentes, protegerlos de cualquier peligro y castigarlos cuando era necesario. Darse el lujo de tener una relación más cercana los llevaría la ruina, a su sola extinción del plano cuando nadie más creyese en ellos.

Seiryu amaba a Byakko. Byakko amaba a Seiryu. 

Pero como bestias, simplemente podían disfrutar del otro hasta la mañana siguiente, cuando partían a sus deberes.



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❝ SaneGiyuSane 2020 ⌜ ᴋɴʏ ⌟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora