❝ SaneGiyuSane 2020 ⌜ ᴋɴʏ ⌟

He looks great under the cherry petals

Se ve muy bien bajo los pétalos de cerezo
Día 3: Flor de cerezo / Bento / Hanami
(+) Resumen: Universo Moderno.

Sanemi apoyó el mentón entre su pulgar y el agarre de uno de sus dedos, pensativo. Se supone que él era uno de los encargados de conseguir los aperitivos a degustar para la reunión que tendrían para el hanami; al salir de casa muy temprano, pensó que encontraría rápidamente todo lo necesario, más cuando la tarea se había dividido entre tres.

Los tres maestros novatos de la escuela.

Por lo que al llegar el momento de la celebración del Hanami era obligación de ellos asegurarse de todos los gastos. Buscar el lugar adecuado, llevar comida y de ser posible botellas de licor, algo que no se podía consumir de manera pública, pero para la fecha, era aceptado. Iguro, el nuevo maestro de japonés contemporáneo, había quedado en conseguir el lugar perfecto para ver los cerezos.

Tomioka y Shinazugawa entre tanto comprarían todo lo demás, para llevar y luego el azabache más bajo pagaría lo restante. Fue algo fácil de decidir, más entre dos ya que el nuevo maestro de educación física era demasiado reservado, callado... estúpido y sin remedio.

Cabe decir que los otros dos no lo soportaban de a mucho, pero no tenían nada en contra en cuanto se les fue dejado el encargo.

—Me llevaré esto. —Finalmente se decidió, tomando unas cuantas bebidas que afirmaban tener el sabor de la sakura. No era nada nuevo que para la fecha salieran sinfín de productos con dicho sabor y solamente para la temporada, así que era bastante oportuno. Cerró la nevera y se encamino hasta el cajero, casi chocando con el otro maestro que distraídamente caminaba con una bolsa rosa en la mano.

Sanemi le gruño y con ello atrajo la atención del azabache —Shinazugawa.

— ¿Qué demonios es eso? —Apunto el paquete, notando que a lo menos el otro había conseguido lo enlistado y puesto a su cargo: dulces, golosinas, frituras y entre otras cosas mencionadas por los otros maestros.

Los ojos de color cerúleo pasaron de su rostro al de nuevo empaque —Son... palitos de sakura.

—Palitos de sakura. —Repitió el albino, frunciendo la frente y rápidamente viendo como la fila del cajero se iba acortando. Paso al lado del otro y este no dudo en seguirlo — ¿Cuánto cuestan?

—Ciento sesenta yenes... —Agito la bolsa y el más alto arrugo esta vez la nariz. No es como que no le gustara el sabor a sakura, pero todo dependía del producto; incluso una vez probo la Coca-Cola sabor sakura y fue bastante dulce, algo que le gustaba en secreto, aunque apestaba a jabón.

— ¿Lo vas a comprar para ti? —Pregunto, a la vez que comenzaba a poner las cosas frente a la chica de la caja y poco a poco fue registrando los productos.

—Pensaba... compartirlo contigo. E Iguro. Mientras llegan los demás. —Manifestó el docente, procediendo a hacer lo mismo una vez Sanemi aparto el carrito y dio paso al suyo.

—Todo en una misma cuenta. —El violáceo aviso a la chica, para luego regresar su mirar a Tomioka —No creo que al enano le guste mucho, de hecho, me pidió fervientemente que encontrara cosas de sal sin sabor a sakura. —Espeto, escuchando un ligero "oh" que broto de los labios del azabache —... Podríamos probarlos, juntos. —No, no lo hacía por pena al tipejo de sudadera azul, lo hacía porque le gustaban los dulces, y tristemente el ohagi no venía con el sabor de la sakura incluido.

Las palabras tomaron cierto efecto en Tomioka, quien le sonrió con suavidad y pago finalmente por aquel paquete.

Una vez todos los maestros de la escuela Kimetsu se reunieron sobre las alfombrillas en compañía del director y su familia, brindaron con una copa de sake, los niños con soda de sabor sakura. La felicidad, las risas, los comentarios y las rápidas manos que fueron tomando cada aperitivo para saciar su hambre; los tres novatos estaban felices de ser aceptados de buena manera por sus camaradas, mucho más por el hombre que con solo hablar transmitía una calma sublime.

Hanami, una fecha bastante bonita pero también llena de estrés para todos aquellos nuevos que comenzaban a trabajar en empresas y solo con su época podían llegar agradar. No era como que esos tres fueran los más sociables, pero sus intenciones fueron las más prudentes.

Giyū se toca el cabello con suavidad, terminando por dejarlo suelto de su liga y así recostarse sobre la alfombrilla. Tiene el rostro sonrosado y sus sentidos son bastante torpes, debido al sake que ha consumido sin parar gracias a Uzui y Rengoku; le hace increíble que Himejima continúe como si nada luego de beber un barril completo de ello. Las chicas acaban arrastrando a las niñas a jugar entre los arboles de cerezos, sin perturbar a los demás ocupantes del parque. Los más mayores hablan al director, conociéndose de toda la vida.

Iguro acaba retirándose luego de pedir una disculpa ya que ha prometido verse con su novia antes de que acabe el día; todo es tan... nostálgico y extraño para Tomioka, que solo hasta que siente como alguien se acomoda a su lado, deja de pensar en el pasado.

La respiración agitada de Shinazugawa le hace saber que se encuentra en el mismo estado que él, todo gracias al mismo sake y dulces que ha consumido como poseso. Cuando le sonríe, una vez sus ojos se encuentran, siente como la respiración se corta y le deja con... algo, ¿Más?...

—Hey.

—... ¿Sí?

— ¿Dónde dejaste esos palitos?

— ¿Palitos?

—Palitos de sakura...

—Palitos... de sakura.

Ambos se ríen, uno del otro, por verse tan estúpidos. Giyū claramente los ha dejado guardados y ocultos bajo su chaqueta tras sentirse acalorado por la bebida, ¡Todos sabían que para esa fecha el clima era muy frío!

Los dos tan alejados, pero en el mismo sitio, abriendo muy silenciosamente los palitos de sakura. Toman uno entre sus dedos y en cuanto lo llevan a sus bocas. Nada. Absolutamente nada.

El azabache eleva las cejas sorprendido, mientras que el albino maldice en voz baja por no encontrarle sabor.

Deciden no comer más, aunque ha sido una pérdida de dinero.

El aire sopla y pétalos caen para acompañar a los demás en el suelo. Cubren sus cabellos, su ropa y recostados allí, no dejan de mirarse.

"Se ve muy bien bajo los pétalos de cerezo"

Un pensamiento mutuo.